LUZBY BERNAL

domingo, 19 de septiembre de 2010

LOS CUATRO MUNDOS

Siempre que voy al continente americano me maravilla la belleza y esplendor de sus amplias tierras. La sensación de ser pequeñita me embarga y la potencia de la tierra me impacta, de tal manera, que el regreso marca el inicio de una nueva etapa.
Las costumbres y rituales ancestrales, la enseñanza nativa me sorprende, pues es impresionante cómo sabían hace mucho tiempo muchas cosas que poco a poco la ciencia empieza a desvelar. Nos hablaban de cambios, de etapas del mundo… Hacer una inmersión en la cultura nativa, indagar en las leyendas de las tribus indias del continente americano, nos abre los sentidos, los ojos y la mente. Haciendo que el cambio que todos sentimos inminente en nuestra tierra o evolución, era sentido desde hace mucho tiempo.
Me gustaría compartir la leyenda hopi de los cuatro mundos y del quinto que vendrá, la sabiduría contenida en ella es importante a la confianza interna del camino que muchos seguimos. En un inicio sólo existía el espacio infinito, en él tomó conciencia de su existencia Taiowa el Creador, y creó un ayudante para que diera forma a nueve universos. Uno para el creador, otro para el propio ayudante, y los siete universos más para la vida que vendría después.
Estos siete universos los llamarán mundos; en el primero, la Mujer Araña creó al ser humano, le dio forma, y entonando la canción creadora, tomaron vida. En este primer mundo la belleza era infinita, los hombres de distintas razas se podían comunicar mediante telepatía entre ellos, y el lenguaje no era necesario. La convivencia con los animales era igual que con los humanos, y el compartir con ellos era posible a través del pensamiento. La vida era bella y tranquila. Poco a poco los animales se fueron separando de los humanos y peleando entre ellos. Crearon confusión, desunión y desarmonía entre los humanos. Algunos hombres empezaron a perder su centro. Fue entonces cuando Taiowa habló con la Mujer Araña: Esto no puede continuar así – le dijo – voy a destruir este primer mundo. Escoge a los humanos que vibren en sintonía, aquellos capaces de seguir entonando la canción creadora para que puedan ser retirados de este mundo antes de su destrucción. Así fue como la humanidad fue guiada a vivir con la gente hormiga, debajo de la tierra. El primer mundo “ Tokpela” fue destruido por el fuego. Cuando todo estuvo en orden, a través de una escalera, los supervivientes del primer mundo subieron a un segundo mundo. En este segundo mundo la belleza era igualmente increíble, los humanos ya no se podían comunicar con los animales, pero mientras fueran capaces de seguir la canción de su corazón, serían bendecidos con la belleza del segundo mundo: “Tokpa”. Al pasar los años, los humanos empezaron a dejar de compartir e iniciaron intercambios cada vez menos ecuánimes. Poco a poco, el ser humano quería salir más y más beneficiado y a querer más de lo que podía tener. La avaricia apareció en el segundo mundo. Taiowa habló con la mujer araña: Esto no puede ser así, escoge a aquellos hombres que todavía entonen la melodía creadora y se encuentren en sintonía con la creación, que vuelvan con la gente hormiga, pues este mundo debe ser destruido. En ese momento, los gemelos, ayudantes de la mujer araña, que regían el curso de la tierra sosteniendo cada uno parte del eje terrestre, dejaron su posición. El eje de la tierra se volvió loco y la Tierra fue envuelta por los hielos… Llegado el momento, Taiowa mandó reestructurar la posición del mundo y que sus ejes volvieran a su lugar. Poco a poco, la tierra seca fue apareciendo y los hielos retirándose y la humanidad volvió a la tierra. La belleza no era igual, pero era perfecto para el nuevo mundo “Kuskurza”. La humanidad empezó a entonar la canción del corazón, la del creador. El mundo volvió a estar en equilibrio. Los hombres construyeron sus moradas, crearon ciudades, y empezaron a potenciar sus dones internos. Una mujer empezó a utilizarlos en beneficio, y muchos hombres la siguieron. El mundo que estaba en paz, inició un nuevo desequilibrio. Taiowa estaba triste, pocos hombres seguían conectados a través de su eje de vida al universo. El tercer mundo estaba a punto de la destrucción, esta vez sería por agua. Los elegidos pudieron salvarse porque fueron guiados por su estrella, conectada a través de su centro con la mujer araña. Fueron salvados en troncos huecos, no miraron atrás en su huída. Tras ellos no quedó nada. Las huellas de los anteriores mundos quedaron borradas por las aguas. Su recuerdo sólo podría ser contado en un cuento, y así llegaron a un cuarto mundo, diferente a los anteriores, el mundo actual en nuestra leyenda. Este cuarto mundo sería llamado Tuwaqachi, el mundo completo, que será también destruido si la humanidad pierde la conexión con su corazón, con la canción creadora. Esta leyenda nos la cuenta Frank Waters en su libro sobre los Hopis.
Es interesante, o al menos sorprendente, que cuando muchos hablan de dimensiones, de otros mundos, haya coincidencias y paralelismos. Desde hace tiempo, muchas poblaciones como los Hopi entonan melodías o leyendas que nos acercan a la historia de otra manera. A igual que su visión distinta de nuestro planeta Tierra, donde se puede vivir en su interior.
En la actualidad muchas de estas historias son enlazadas con lugares estratégicos en Sedona, en Arizona, y en Shasta, en California. Así como otros lugares en Sudamérica como Titicaca en Perú. Mientras que para algunos es sólo un cuento, para otros es una sabia manera de transmitir la idea de otros mundos, realidades o dimensiones, que poco a poco la física quántica nos empieza a explicar.

Susana Ortega

No hay comentarios: