LUZBY BERNAL

sábado, 18 de septiembre de 2010

Posted: 18 Sep 2010 10:20 AM PDT


"Los límites del perdón"
es un excelente libro testimonial pero que a su vez plantea un serio y filosófico dilema moral y ético. Su autor, Simon Wiesenthal, sobreviviente del Holocausto perpetrado por el régimen nazi, relata algunas de las experiencias vividas durante su permanencia en el campo de concentración, como lo hacen otros tantos textos escritos sobre el tema. Lo que hace de este libro un volumen especial es el relato que el autor realiza en primera persona de una experiencia única allí vivida y que lo acompañó durante muchos años posteriores a la guerra y su liberación.
Simon es conducido de manera imprevista hasta uno de los edificios allí improvisado como hospital y donde yace en su lecho de muerte un joven miembro de la SS, agonizando. El recluso no entiende lo que sucede hasta que el soldado, al cual no logra ver su rostro por estar cubierto en vendaje, atormentado por los crímenes en los que ha colaborado le manifiesta su deseo de confesarse, arrepentido, y así obtener la absolución por parte de un judío, antes de morir.
El libro incluye una segunda parte, "El simposio", en la que aparece la opinión de eminentes personalidades e intelectuales de todos los ámbitos sociales (teólogos, líderes políticos, escritores, juristas, psiquiatras y otros supervivientes del Holocausto), respondiendo a la pregunta que el autor les formula: ¿Cómo habría actuado cada uno de ustedes si se hubiese encontrado en mi lugar?
Las respuestas de los participantes se reparten básicamente entre la obligación moral de ofrecer el perdón a todo moribundo en sus últimas horas sin tener en cuenta la gravedad de sus crímenes; y la legitimidad de no hacerlo al entender que nadie que cargue con crímenes tan atroces merece absolución. Aparecen en el libro excelentes exposiciones argumentales desde todos los aspectos. Incluso hay quienes plantean la imposibilidad práctica de ejercer el derecho al perdón sobre hechos cometidos en contra de otras personas que ya están muertas.
No develaré aquí cuál ha sido la reacción de Simon frente a la desesperada solicitud del soldado nazi pero luego de haber finalizado la lectura de este brillante texto asomó en mí una simple reflexión:
No aparece en la segunda parte del libro (El simposio) ni una sola opinión que argumente que en la situación en la que vivían los reclusos en aquella época y lugar, no sólo las condiciones físicas sino las mentales y psicológicas, sabiendo que allí cada minuto de vida podía ser el último (y Simon Wiesenthal recalca este aspecto en su libro), cualquier decisión del recluso en aquellas circunstancias hubiese sido la correcta. Incluso para el caso de tener en cuenta la adecuada reflexión de que nadie puede eximir las culpas sobre crímenes cometidos hacia otras personas. Considero que aún frente a este argumento de peso todo recluso que se encontrara en semejantes circunstancias extremas se encontraría legitimado a actuar respondiendo de la manera que su estado se lo requiera, aunque del otro lado coincidiéramos en la invalidez o no de su acto según el criterio que adoptemos de los tantos volcados en la segunda parte del libro.
Todas las opiniones vertidas son hechas desde un contexto exterior al infierno que Simon vivía. Aun en el caso de la ofrecida por otros sobrevivientes del Holocausto, hoy están opinando como seres libres y después de muchos años. Nadie puede saber cómo hubiera reaccionado si se hubiese encontrado bajo las mismas circunstancias que Simon Wiesenthal. Pero lo que sí todos podemos saber es que cualquier decisión que hubiésemos adoptado por respuesta hubiese sido la más correcta.

Mi opinión es aquí ofrecida en consideración y respeto al trauma psicológico y sentimiento de culpa que acompañó al autor del libro durante largos años.

18/09/2010 - Día del Perdón (Yom Kippur) en Israel y para todo el pueblo judío de la diáspora.


Publicado por Rudy Spillman para LIBRO ABIERTO
MANDALA PRECIOSA.


"Antes de vestir tu cuerpo de blanco, ilumina tu alma".

La armonía, el amor y la luz están donde la vida te lleve. La iluminación de tus días y los colores con que los veas dependen de vos. No lo olvides, vos y sólo vos sos el hacedor de tus sueños y tu destino.
Meditaciones en el mar rojo.

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