LUZBY BERNAL

viernes, 3 de diciembre de 2010

Janucá llena de luces los hogares judíos
La Fiesta de las Luminarias o
"Janucá", en la que los judíos
conmemoran la consagración
del Templo de Jerusalén tras
la revuelta macabea del siglo
II a.C., llena estos días de luces
y regalos las ciudades israelíes.
El país vivió ayer la primera
jornada, que se inició al caer la
noche y se prolongará durante
ocho días.
En las vías más concurridas de
Jerusalén y el resto de ciudades
israelíes se han instalado
grandes candelabros de ocho brazos (llamados "janukiá"),
cuyas velas o bombillas van encendiéndose al ritmo de una
por noche hasta que, en la octava jornada, todos los brazos
aparecen iluminados.
Gran parte de la población ha colocado los candelabros,
como marca la tradición, en lugares visibles de la vivienda
como ventanas y entradas para que puedan ser vistos desde
el exterior.
Los más religiosos han instalado también grandes y llamativos
"janukiot" en el capó de sus coches, que circulan despacio
alegrando el asfalto con una luz diferente.
Los judíos observantes acudirán esta semana masivamente
a las sinagogas, donde se recitan oraciones especiales,
y harán bendiciones típicas para la ocasión tras las
principales comidas.
"Janucá" significa literalmente "inauguración" y conmemora
la consagración del templo judío de Jerusalén en el año
165 A.C, tras la revuelta de los macabeos contra el monarca
seleúcida Antíoco Epifanes que, siguiendo la tradición
helenística de su dinastía, había implantado el culto a
Zeus a fin de que los israelitas asimilaran su cultura.
Aunque en el moderno Estado judío la fiesta rescata como
símbolo la gesta militar del líder de la revuelta Judas
Macabeo, el uso de la luz recuerda una historia recogida
en el Talmud y conocida como el "milagro de Janucá".
Según esta leyenda, cuando los sacerdotes judíos llegaron
a Jerusalén para restituir el culto y encender la lámpara
del Templo, se dieron cuenta de que sólo quedaba una
pequeña jarra de aceite puro suficiente para un día pero,
a pesar de ello, las luces del candelabro permanecieron
encendidas ocho jornadas consecutivas.
"La festividad simboliza la lucha por la libertad religiosa
y de expresión llevada a cabo por un pequeño grupo de
sacerdotes que se rebelaron contra la imposición
helenística de prohibir a los judíos vivir según su
creencia", explica Yosef Benarroch, rabino del centro
sefardí para mujeres "Midreshet Eshel".
"Una de las costumbres de Janucá es colocar el
candelabro iluminado a la entrada de la casa, pues
según explica Maimónides, se trata de mostrar que
somos libres", subraya.
Los niños se convierten en protagonistas de la
celebración y los mayores les suelen regalar una
perinola de cuatro costados llamada "sevivón", en
la que suele aparecer la leyenda hebrea "un gran
milagro ha ocurrido ahí".
Para mayor disfrute de los pequeños, los escaparates
de las pastelerías están llenos de las hermosas y
coloridas "sufganiot", una especie de donut relleno
de mermelada o chocolate y cubierto de azúcar
glaseado.
En las comunidades israelitas en el exterior se
degustan buñuelos y otros pasteles para recordar
el milagro que se produjo en el santuario de Jerusalén
asociado al aceite.
Otro de los actos tradicionales es el encendido de
una antorcha en Modiín, una moderna ciudad ubicada
cerca de la bíblica población del mismo nombre donde
surgió la sublevación hebrea contra los gobernantes
que controlaban la región desde tiempos de Alejandro
Magno.
Mientras en Europa padece una ola de frío polar, este
año la festividad judía se produce en medio de inusuales
temperaturas primaverales para esta época, que rondan
en algunos puntos del país los treinta grados centígrados.
A pesar de que Janucá suele coincidir con el inicio de la
lluvia y la estación invernal, los meteorólogos pronostican
que las primeras gotas sólo llegarán a la región a mediados
de diciembre, por lo que los israelíes disfrutan de la Fiesta
de las Luces en manga corta. EFE y Aurora.
AURORA ISRAEL

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