LUZBY BERNAL

lunes, 19 de marzo de 2012

DIA DEL PADRE EN ESPAÑA



19.03.12

Día del Padre en mi casa

A las 9:12 AM, por Bruno

Regalos día del padreHoy, 19 de marzo, es el día del Padre en España. Lo cual es algo bueno, porque al menos lo han dejado en la fiesta religiosa que le correspondía, San José. En cambio, el día de la Madre, que solía ser el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada, fue trasladado al primer domingo de mayo por presiones de los centros comerciales: en diciembre ya vendían mucho alargando la Navidad y preferían otra excusa para vender en mayo, que estaba muy poco cubierto.
Como es lógico, mis hijos estaban mucho más nerviosos e ilusionados que yo con la llegada del día del Padre, porque han estado preparando sus regalos durante dos semanas, en el colegio. Mi hijo de cuatro años lleva tres días viniendo a mi despacho cada cinco minutos, con las manos detrás de la espalda y diciendo: “¡Adivina qué te voy a regalar!”. Cuando yo le decía algo así como “¡un hipopótamo!”, se reía a carcajadas y gritaba “¡Nooo!”, muy satisfecho de saber más que su padre, antes de salir corriendo a guardar de nuevo el regalo en su escondrijo. Mi hija mayor, más matemática, se ha molestado en contar todos los regalos y en informarme, también cada cinco minutos, de que iba a recibir siete regalos.
Los regalos, cuando por fin han llegado, han estado muy bien. Mi hija mayor, que tiene ya seis años, me ha entregado una tarjeta de felicitación dibujada por ella. Los que conozcan a las niñas de esta edad ya imaginarán que es una tarjeta llena, hasta el último centímetro cuadrado, de corazoncitos, estrellitas, diversas variantes de los colores rosa y morado, dibujitos con un rotulador plateado, adornos, soles y mariposas. ¡Y luego dicen que los niños y las niñas son iguales! También ha coloreado un cartelito que dice “En esta casa vive el mejor papá del mundo”. Muy bonito, pero me escama un poco que el papá que ha dibujado en el cartel es guapo y con los ojos azules. ¿Habrá cambiado el dibujo a otra niña o es, más bien, el papá que le gustaría tener y no el que tiene? Mejor será no preguntar.
Mi hija pequeña, de dos años, me ha regalado un coche (de papel, me temo), decorado por ella. Como aún no domina muy bien eso de pintar dentro de las líneas y no fuera de ellas, la decoración consiste en puntos de colores creados a base de mojar el dedo en pintura y tocar el papel muchas veces. El único problema ha sido que, además de no dominar las técnicas pictóricas, tampoco termina de comprender muy bien eso de los regalos “para los demás” (los regalos para ella los entiende perfectamente). Por lo tanto, ha dejado muy claro que a mí me correspondía abrir el regalo, pero luego el coche seguía siendo de su propiedad porque lo había hecho ella.
El profesor de mi hijo de cuatro años debe de ser muy aficionado a las manualidades, porque de Esteban he recibido un llavero con la inicial de mi nombre y un bote para guardar los bolígrafos, todo ello fabricado a base de una plastilina de colores que se solidifica después de modelarla, mucho más moderna y colorida que la antigua arcilla que usábamos nosotros. En clase de inglés, me ha escrito una tarjeta de felicitación. Debido a problemillas en el proceso de copia, en lugar de Happy Father’s Day (Feliz día del padre), ha escrito Happy Fat Father’s Day (Feliz día del padre gordo), así que en conjunto ha sido una tarjeta muy apropiada.
Cuando he terminado de abrir todos los regalos y tras los resignados reproches de mi mujer por no haber llorado “ni siquiera un poquito”, los niños han decidido que, para celebrar el día del Padre, lo mejor era subirse a un padre los tres a la vez. Sólo puedo decir que no es fácil conseguirlo. Requiere que uno de ellos trepe a mis rodillas como si se tratase de una cima nevada y otro me pisotee el estómago, mientras el tercero se agarra a mis orejas, mete un pie en mi boca y se sienta encima de mi cabeza. En fin, lo que todo padre desea por la mañana antes de desayunar. Si en los próximos días no escribo en el blog, será porque finalmente me ha estallado el bazo y estoy en el hospital.
Al terminar las prácticas improvisadas de escalada paterna, hemos aprovechado para dar una pequeña catequesis a los niños sobre San José. Les hemos contado que era el padre de Jesús, pero sólo el padre adoptivo, porque Jesús era Hijo de Dios, pero cuando se hizo hombre y vino a la tierra, necesitaba un papá que le cuidase a él y a la Virgen María. Después, todos juntos, hemos pedido a San José que rezara por nosotros y nos ayudase a poner siempre los ojos en Jesús.
Después de la catequesis, ha estallado, no se muy bien cómo, una guerra de cosquillas. En mi casa vivimos una “paz armada” altamente inestable y casi cualquier cosa puede desencadenar un conflicto cosquillero.
No estábamos solos. Estoy seguro de que el niño que perdimos antes de nacer nos miraba también desde el cielo y, como regalo, rezaba hoy especialmente por nosotros. Que Dios nos regale a toda la familia reunirnos un día de nuevo en el banquete eterno.


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