Cualquier pensamiento que hayas tenido sobre ti mismo, pequeño o
desmesurado, no es quien eres. Es sólo un pensamiento. La verdad de
quien eres no puede ser "pensada", porque ella es la fuente de todos los
pensamientos. No se puede definir o darle nombre a la verdad de quién
eres. Palabras como alma, luz, Dios, verdad, ser, conciencia,
inteligencia universal o divinidad, aunque sean capaces de evocar el
éxtasis de la verdad, son insuficientes como descripción de la
inmensidad de quien eres realmente. Independientemente de cómo te
identifiques: como un niño, un adolescente, una madre, un padre, una
persona más adulta, una persona saludable, una persona enferma, una
persona que sufre o una persona iluminada - siempre, detrás de todo eso,
está la verdad de ti mismo. No es ajena a ti. Está tan cerca que no
puedes creer que eres tú.
No existe un concepto para definir la verdad de quien eres,
ignorante o iluminado, inutil o grandioso. La verdad de quien eres, está
libre de todo eso. Ya eres libre, y todo lo que te impide lograr esa libertad es tu apego a alguna idea sobre quien eres.
Este pensamiento no impide que seas la verdad de quien eres. Tú ya eres
eso. Te separa del descubrimiento de quien eres realmente. Te invito a
dejar que tu atención se sumerga en aquello que siempre ha estado ahí,
esperando abiertamente por su propio auto-descubrimiento. ¿Quién eres,
realmente? ¿Eres alguna imagen que aparece en tu mente? ¿Eres alguna
sensación que aparece en tu cuerpo? ¿Eres tú alguna emoción que pasa por
tu mente o tu cuerpo? ¿Eres algo que alguien dice que tú eres? ¿O eres
la rebeldía contra algo que alguien ha dicho que eres? Estos son algunos
de los muchos errores de identificación. Todas estas definiciones
vienen y se van, nacen y después mueren. La verdad de lo que eres, no
viene y se va. Ella está presente antes del nacimiento, durante toda la
vida y después de la muerte. Descubrir la verdad acerca de quien eres,
no solo es posible, es tu derecho de nacimiento.
Cualquier pensamiento de que este descubrimiento no es para ti, que
aún no es tiempo, que no eres digno, que no estás listo, que tú ya
sabes quien eres, son sólo trucos de la mente. Es hora de investigar
este pensamiento y ver qué validez realmente tiene. En esta
investigación existe una apertura para que la conciencia inteligente que
eres, finalmente se reconozca a sí misma. La pregunta más importante
que puedes hacerte es: ¿Quién soy yo? De cierta forma, esta ha
sido una pregunta implícita, hecha en cada etapa de tu vida. Toda
actividad, sea individual o colectiva, es motivada en su raíz por una
búsqueda de auto-definición.
Normalmente, buscas una respuesta positiva a esta pregunta y huyes
de una respuesta negativa. Cuando esta pregunta se vuelve explícita, el
impulso y el poder de la pregunta orientan a la búsqueda de la verdadera
respuesta, la cual está abierta, viva, y llena de una "comprensión"
cada vez más profunda. Tú has experimentado tanto el éxito como el
fracaso. Después de un cierto tiempo, tarde o temprano, te das cuenta
que quien eres, por más que la definas, no es satisfactoria. A menos que
esta pregunta haya sido 'verdaderamente respondida', - no sólo
convencionalmente respondida - seguirás con el hambre de saber.
Puesto que no importa cómo hayas sido definido por los otros, bien
intencionado o no, y no importa cómo te hayas definido a ti mismo,
ninguna definición puede traer certidumbre duradera. El momento en que
reconozcas que ninguna respuesta jamás ha satisfecho esta pregunta, es
crucial. A menudo se lo denomina como el momento de madurez espiritual,
el momento de madurez de la vida espiritual. En este punto, tú puedes
concientemente investigar quien realmente eres. En su poder y
simplicidad, la pregunta "¿Quién soy yo?" lanza la mente de nuevo a la
raíz de la identificación personal, la hipótesis básica: yo soy alguien.
En vez de automáticamente aceptar esta suposición como la verdad,
puedes investigar más.No es difícil ver que este pensamiento inicial de "yo soy alguien", conduce a todo tipo de estrategias: ser un mejor 'alguien', un 'alguien' más protegido, un 'alguien' con más placer, más confortable, más realizado. Pero cuando este pensamiento muy básico es cuestionado, la mente encuentra el yo el cual estaba separado de lo que ella ha estado buscando. Esto se llama auto-investigación. La pregunta más básica: "¿Quién soy yo?", es la que más se pasa por alto. Pasamos la mayor parte de nuestros días diciéndonos a nosotros mismos o a los demás que somos alguien importante, alguien sin importancia, alguien grande, alguien pequeño, alguien joven o alguien viejo, sin nunca realmente cuestionar esta suposición tan básica: ¿Quién eres, realmente? ¿Cómo sabes que esto es quien eres en realidad? ¿Es verdad? ¿Realmente? Cuando llevas tu atención hacia esta pregunta: "¿Quién soy yo?" tal vez veas una entidad la cual tiene tu cara y tu cuerpo. ¿Pero quién es conciente de esa entidad? ¿Eres el objeto, o eres la percepción del objeto? El objeto viene y se va. El padre, el niño, el amante, el abandonado, el iluminado, el victorioso, o el derrotado.
Todas estas identificaciones vienen y se van. La percepción de estas identificaciones está siempre presente. La errónea identificación de uno mismo como algún objeto dentro de la percepción lleva al extremo placer o extremo dolor y a ciclos interminables de sufrimiento. Cuando estás dispuesto a terminar con la errónea identificación y descubrir directa y completamente que tú eres la propia conciencia y no estas definiciones efímeras, la búsqueda de ti mismo en los pensamientos, termina. Cuando la pregunta "¿quién?" es perseguida de forma inocente, pura, en todo el camino de vuelta a su origen, surge un gran y asombroso descubrimiento: ¡no hay ninguna entidad allí! Apenas el indefinible e ilimitado reconocimiento de ti mismo como inseparable de cualquier otra cosa. Eres libre Estás completo, eres infinito. No hay final para ti, no hay límite. Cualquier idea sobre ti mismo que aparezca desaparecerá de vuelta en ti. Eres la percepción, y la percepción es la conciencia Deja que todas las auto-definiciones mueran en este momento. Déjalas ir, y ve lo que permanece.
Ve lo que nunca ha nacido y lo que no muere. Siente el alivio de dejar caer la carga de definirte a ti mismo. Experimenta la verdad de la irrealidad de la carga. Experimenta la alegría que está aquí. Descansa en la infinita paz de tu verdadera naturaleza antes de que cualquier pensamiento de "yo" surja.
Texto extraído del libro "El Diamante en tu Bolsillo" de Gangaji.
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