Shalom amigos:
El 19
de mayo, el pueblo de Israel detiene su rutina diaria para conmemorar a
los seis millones de judíos que fallecieron durante el holocausto como
consecuencia de las acciones llevadas a cabo por la Alemania nazi y sus
cómplices, y por la resistencia judía en aquel periodo. Este día se
llama “Yom HaZikaron laShoah velaGvura" (יוֹם הַזִּכָּרוֹן לַשּׁוֹאָה וְלַגְּבוּרָה; Día del recuerdo del Holocausto).
Una
muchacha simboliza cómo los sucesos de la guerra, la persecución de los
judíos y el objetivo de los nazis de aniquilarnos influye en la vida de
todos, incluso en la vida de Ana Frank, una pequeña niña con la
aspiración de convertirse en escritora. Ana nació el 12 de junio de
1929, en Frankfurt, Alemania, en una familia judía liberal. Cuando los
nazis se apoderaron de Alemania, la familia temió que ocurrieran
aquellos sucesos aún desconocidos y decidió huir de Alemania y se
mudaron a Amsterdam. El padre de Ana abrió una fábrica allí. Ella y su
hermana Margot fueron a la escuela y se las conoció como alumnas
brillantes y de muchos amigos.
En
mayo de 1940, Alemania invadió los Países Bajos, y el gobierno de
ocupación empezó la persecución de los judíos mediante la implementación
de leyes discriminatorias y restrictivas. Ana y su hermana tuvieron que
cambiarse a una escuela solo para judíos, y su padre tuvo que vender la
empresa a nuevos dueños que no fueran judíos.
Cuando cumplió 13
años, Ana recibió un libro que le había mostrado a su padre en una
vidriera unos días antes. Aunque se trataba de un libro de autógrafos,
encuadernado con una tela a cuadros roja y blanca, y con un pequeño
candado al frente, decidió usarlo como diario y empezó a escribir en
este prácticamente de inmediato. Mientras muchos de sus primeros
escritos se relacionan con los aspectos mundanos de su vida, también
habla de algunos de los cambios que habían ocurrido en los Países Bajos a
partir de la ocupación alemana.
En
julio de 1942, Margot, la hermana de Ana, recibió una notificación de
la Oficina Central de Emigraciones Judías por la cual se le ordenaba
presentarse para ser trasladada a un campo de trabajo. Esto alarmó a
toda la familia, por lo que decidieron permanecer en escondites que
Otto, el padre, había procurado de antemano encima y detrás de las
instalaciones de la fábrica, que se hallaba sobre una calle que bordeaba
uno de los canales de Amsterdam. Por temor a que no le permitieran usar
el transporte público por portar equipaje, se vieron forzados a caminar
el largo trecho hasta su nuevo "hogar" vestidos con varias capas de
ropa. El escondite era un espacio de tres plantas al que se ingresaba
por un rellano por encima de las oficinas de la empresa. Más tarde,
cubrieron con una biblioteca la puerta secreta de la edificación anexa
para asegurarse de que nadie la descubriera.
Los
único que sabían de estas personas escondidas eran cuatro ex empleados
de Otto Frank (y dos familiares). Estos eran sus contactos con el mundo
exterior, quienes los mantenían informados de la guerra y los cambios
políticos, y les proveían de artículos de primera necesidad a pesar de
que sabían que si los descubrían podrían ser condenados a pena de muerte
por dar refugio a judíos.
Ana compartió el escondite secreto con su familia, la familia Pels
(padres y un hijo de 16 años) y con un dentista judío amigo de la
familia. Al estar obligada a compartir su vida tan de cerca con estas
personas, esto la llevó a analizar la personalidad y el comportamiento
de los mismos. En su diario, describió la dinámica del escondite y la
manera en la que estas condiciones de vida antinaturales afectaban su
crecimiento. A medida que se sentía más confiada con la escritura, y a
medida que fue madurando, empezó a escribir sobre temas más abstractos,
como su creencia en Dios y su definición de la naturaleza humana.
El 5 de abril de 1944 Ana escribió:
“Deseo
ser útil y darle placer a todas las personas, incluso a todas aquellas
que nunca conocí. Deseo seguir viviendo, ¡incluso después de morir! Por
eso me siento tan agradecida con Dios por darme este don, que puedo usar
para crecer y expresar lo que hay en mi interior.
Cuando
escribo me libero de todas las preocupaciones. Desaparece la tristeza,
¡mi espíritu revive! Pero, tengo una gran duda, ¿alguna vez podré
escribir algo grandioso?, ¿alguna vez seré escritora o periodista?”
Siguió escribiendo con regularidad hasta su última entrada del 1 de agosto de 1944.
La mañana del 4
de agosto de 1944, dos años y un mes después de internarse en el
escondite, la Policía de Seguridad Alemana irrumpió en el lugar por el
delato de un informante que jamás fue identificado. Las ocho personas
que se escondían allí fueron arrestadas.
Ana y su hermana, Margot, fueron eventualmente trasladadas al campo de concentración Bergen-Belsen,
donde ambas murieron de tifus en marzo de 1945, cuando Ana tenía 15
años de edad. Su madre murió de hambre en Auschwitz. El único
sobreviviente de la familia Frank (y de todo el grupo del escondite) fue
Otto Frank, el padre de Ana. Después de la guerra, fue liberado de
Auschwitz y regresó a Amsterdam. Allí halló que uno de sus contactos
había encontrado el diario de Ana después del arresto y lo había
guardado. El diario fue publicado por primera vez en 1947 y más adelante
fue traducido del holandés a numerosos idiomas.
El
deseo de Ana Frank de seguir viviendo incluso después de la muerte, de
escribir algo grandioso y de ser escritora se cumplió. Simon Wiesenthal,
un sobreviviente del campo de concentración y el responsable de las
fuerzas activas a cargo del rastreo y arresto de numerosos criminales de
guerra, incluyendo al hombre que arrestó a Ana Frank, le dijo a Otto
Frank que "el diario de su hija había tenido más impacto que el
juicio de Núremberg. ¿Por qué? Porque la gente se identificó con esta
niña. Aquel había sido el impacto del holocausto, era una familia como
la mía, como la tuya, por lo que se podía comprender la situación.”
שִׁירָה כֹּהֵן-רֶגֶב
Shira Cohen-Regev
Profesora de hebreo en eTeacherHebrew
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