LUZBY BERNAL

lunes, 16 de abril de 2012

DECLARACIÒN TERMINAL :MORIR CON DIGNIDAD


DECLARACIÓN TERMINAL: Morir con Dignidad

Por la Lic. Virginia Gawel
(Psicóloga, Directora del Centro Transpersonal de Buenos Aires, www.centrotranspersonal.com.ar, info@centrotranspersonal.com.ar )

Comparto esta columna escrita para la revista "Uno Mismo" (Argentina / Chile), publicada en diciembre de 2010. Muchas personas me escribieron expresándome que les sirvió para acompañarles en procesos similares que les tocó vivir, o que están viviendo. Con ese ánimo la convido, y también con el de formar parte -mediante este mínimo aporte- de las iniciativas mundiales que están emergiendo referidas al no-encarnizamiento médico, el Buen Morir, el Movimiento Hospice, y los trabajos por la legislación de los Derechos para una Muerte Digna. Un cálido abrazo para todos los que, sin conocernos, tenemos una visión afín respecto de este tema. Y una especial mención a la Dra. Elisabeth Kübler Ross, quien tuvo el valor de introducirlo en el mundo de la medicina. Mirar la muerte de frente, re-sacralizarla, volverla una Oportunidad de impensados aprendizajes...

Tal vez sea porque el tiempo es circular, en estos meses ha venido un poema a buscarme. Lo había escrito yo misma unos quince años atrás… porque sí, sin razón aparente, sin ningún hecho que lo sustentara. Y ahora, a ocho meses de la internación de mi padre, ese poema vino a interpelarnos, a mí y a mi familia. De pronto, estaba en manos de mi madre, que lo repetía para sí como una guía, sin yo saberlo. Y sin ella saberlo, el poema a su vez circulaba por mi cerebro y mi corazón. Hablaba del Bien Morir: “A aquéllos que anhelan morir con dignidad”, decía la dedicatoria. Y, escrito en primera persona, daba instrucciones para que eso fuera posible. Bien: hoy el poema se convertía en la voz de mi padre, -imposible de enunciarse-: enfermo desde hacía mucho, internado durante 8 meses, listo para partir, pero sin poder decirlo… Un hombre de hidalguía, lidiando entre quedarse a seguir cuidándonos, e irse de ese cuerpo ya resquebrajado…

Entonces, formamos un único cuerpo: mi madre, mi hermano y yo, para ayudarlo a él, hablándole a su sueño, dándole nuestro agradecimiento, nuestra venia para irse, nuestra garantía de que nos cuidaríamos solos, nuestro reconocimiento de su honorabilidad (palabra ya en vías de extinción…). Y El punto más empírico era éste: no forzar su permanencia con ningún artificio; así le respondimos al médico cuando, atizando su cerebro con medicamentos para mantenerlo innecesariamente vigil, nos dijo: "Queremos darle calidad de vida". Yo le respondí, en nombre de la familia y de mi padre: "Sí, pero nosotros también queremos, además, darle calidad de muerte”. No supo contestar en palabras, pero en acciones obró como correspondía. Hasta entonces había cuidado a su paciente con nobleza. Con la misma nobleza respondió en actos. Bendito sea.

Poco a poco, entonces, fuimos ayudándole a papá con palabras, con caricias, para que confiara en irse sereno hacia el otro Sueño. Así fue. Todos lo hicimos, practicando algo tan difícil: soltar (tal vez el mayor acto de Amor posible para un humano). Y el jueves 18 de noviembre de 2010 mamá le habló dándole su ofrenda, luego de 71 años de amarse entrañablemente: que se dejara ir, que ella estaría bien, que no se quedara a cuidarla, que merecía ya desprenderse de ese cuerpo dolorido y gastado. Le cantó bellamente al oído, y dos lágrimas le cayeron a él, que estaba en coma... Ella le dio un beso en la boca, y él, ignorando toda Neurociencia, respondió al beso... Se fue unas horas después, así como lo quisimos: de un sueño al Otro.

Mucho hemos aprendido durante todo este tiempo gracias a este doloroso proceso. Hoy estamos tristes y a la vez, muy hondamente serenos, enteros, cercanos, sorprendidos por el Misterio… Lo último que le dije a papá fue que se le veía impregnado de todo nuestro Amor. "Así es la Vida", me respondió. Nada más dijo. Tal vez nada más haya por decir. Tal vez ésa sea la Verdadera Vida: el Amor. Y sólo me quede convidar ahora aquél poema, por si a alguien pudiera acompañarle. Procuraré yo misma repetírmelo, cuando sea mi turno de irme…

DECLARACION TERMINAL

              A aquéllos que anhelan morir con dignidad

Déjenme morir: ésta es mi hora.
Ya quiero ingresar íntimamente
al Gran Detenimiento y consagrarme
mansamente al reclamo del Origen;
regresar, simplemente, devolviendo
estos ropajes de carne desvestida
que me prestaran para mi nacimiento.

Dispongo que ninguno desafíe
a este tiempo que está determinado:
sin  máquinas, ni tubos, ni artificios
que quieran forzar mi permanencia.

Quiero atisbar el último momento,
aunque duerma, aunque arda, aunque el cuerpo
resquebraje su efímera estructura
me daré cuenta de que NO soy quien sufre:

que soy quien Vive, quien siempre estará a salvo,
quien dignamente quiere morir alerta:
morir en carne viva, conquistando
la Dimensión de donde todo proviene.

Soltar amarras hacia el Mar Infinito,
para volverme Uno con sus gotas...

Dar el salto hacia la Red Perfecta,
como una fruta madura que persiste,
mas se desprende al sentirse recogida.

Volveremos a encontrarnos... como siempre.
(Y así una y otra vez, unos con otros.)

Ya es mi turno: ninguno me lo niegue.
Es mi sacro derecho: morir Vivo...

Virginia Gawel


No hay comentarios: