Una vida plena hasta la vejez. Parte II.
Si
pudiese hablársele a la juventud en el corazón: ¡Aprovecha cada etapa de
la vida para tu crecimiento y madurez espirituales! Pues madurez
espiritual significa en la vejez felicidad y una vida con sentido.
Cada
día es dado a cada persona para que reconozca e investigue sus
contenidos de vida que le muestra el día, para encontrar lo bueno,
ampliarlo y desarrollarlo. Para aquel que desee vivir en este sentido,
eso significa: no cansarse. Cada día está lleno de energía. El día no
muestra ningún cansancio, muy por el contrario, trae consigo más
energías para dar el siguiente paso hacia la vida verdadera, que debemos
dar hoy.
La debilidad y la pobreza de energía del cuerpo
físico, a menudo son sólo expresión de la resig-nación de la persona, su
resistencia a aceptar como su tarea de aprendizaje las dificultades de
sus circunstancias de vida, para disolverlas después, y no insistir con
terquedad y obstinación en que son las circunstancias o sus semejantes
los que tienen que cambiar.
Ninguna persona tiene que volverse
mentalmente vieja. Quien se proponga sentirse cada día como recién
nacido, aceptando su día, sentirá la corriente de fuerza de la vida que
está conte-nida en el día.
El corazón de la persona que vaya por
la vida con los ojos abiertos empezará a latir con más profundidad. Con
la serena alegría del amor interno despierta la consciencia de la
unidad. Esta persona ayudará en la medida en que pueda a los animales en
su miseria y apremio, y ayudará también a las personas en sus
preocupaciones y necesidades. También captará la naturaleza en su
belleza, alegrándose por ello, y sentirá al Espíritu creador que sopla y
se agita, y que también da aliento en el interior a la persona que
aspira a la unidad. De ello surge respeto ante la vida, que es Dios, y
alegría por la vida terrenal, para servir.
En más de una persona
de edad avanzada despierta el deseo de rezar. También para esto vale el
tener que aprender. No deberíamos recitar nuestras oraciones como
letanías. Rezar significa llegar a ser, hacer que la oración se
convierta en vida. Quien rece así, no necesitará iglesias cons-truidas
de piedra sino solamente el aposento tranquilo del que habló Jesús, el
Cristo, para reti-rarse a lo más interno, a lo más sagrado, que brilla
en la profundidad de nuestra alma.
Rezar con fortaleza de fe
significa volverse tranquilo, pues a partir de una oración con fortaleza
de fe despiertan confianza y entrega. La entrega al gran manantial
inagotable de la luz en nosotros, a lo más sagrado en el fondo del alma,
ayuda al que reza de verdad, pues entonces la vida se convierte en
plenitud. Una vida con consciencia de la meta significa entonces vida
plena. Los días grises y opacos del pasado morirán. La luz en la persona
que reza se volverá más luminosa, más perceptible, de forma que en él
va madurando el siguiente pensamiento: Yo camino hacia la vida más
elevada, hacia la existencia perfecta.
Muchas personas jóvenes
desearían recibir sabiduría de los mayores, la sabiduría que
pro-porciona la edad, libre de presiones y de sabihondez. La verdadera
sabiduría es tener riqueza en experiencia del mundo, lo cual permite
comprender y captar en profundidad las situaciones, las circunstancias y
la naturaleza humana. La verdadera sabiduría deja la libertad a cada
persona; la acoge en base a la ley del libre albedrío –que no se refiere
a la persona en particular– con pacien-cia, indulgencia y bondad. Y
también sabe callar a tiempo con benevolencia. Tampoco juzga ni condena.
El
lector que haya leído atentamente este librito, reconocerá que no son
los años los que cuen-tan sino la postura de la persona frente a la
vida.
¡Oh, hombre, sé; entonces sentirás mucha, mucha vida!
Al fin
y al cabo es una ley de la naturaleza el que toda persona envejezca.
Quien sea consciente de su tarea en la vida, no se volverá senil en la
edad madura. Cada persona trae al mundo su ta-rea para la vida. Día tras
día se le van presentado partes de ésta. ¡Dichosa la persona que lo
tenga en cuenta: pues madurará!
Quien aspira a una vida
comunitaria y a la unidad, quien en su vida terrenal tiene en cuenta la
regla de oro para la vida, no se pronunciará contra otras personas;
tampoco matará ningún animal, ni comerá la carne de un animal, ni
actuará con violencia contra la Madre Tierra. Las personas que tienen
esta consciencia, no serán seres solitarios, sino que hasta la edad
avanzada saborearán la dulzura de la vida interna y llenarán así sus
días, que entonces verdaderamente estarán llenos de mucha, mucha vida.
http://www.universelles-leben.org/cms/es/quienes-somos/el-mensaje-de-la-verdad/una-vida-plena-hasta-en-la-vejez.html
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