Posted: 06 Aug 2012 10:00 AM PDT
Una
de las tareas más grandes que tiene quien desea liberarse de los
límites espirituales que le ha impuesto la familia, la sociedad y la
cultura, es el nombre. Desde que nacemos nos imprimen esa necesaria
etiqueta, nombre y apellido(s) que se van infiltrando en el alma hasta
que se convierten en nuestro tiránico doble. Luchamos por hacernos un
nombre, tememos que nos lo ensucien, sin él nos sentimos desaparecer. El
nombre nos amarra al clan, haciéndonos herederos de sus calidades y
errores, nos clasifica en una nacionalidad, en una clase social,
especifica nuestro sexo, es como un cofre poderoso que contiene lo mucho
o poco que somos. Si queremos domar a nuestro ego, desarrollar nuestra
conciencia y despertar el ser esencial que somos, lo primero que tenemos
que hacer es luchar con nuestro nombre para impedir que nos domine y,
respetándolo, transformarlo. Hay quienes, creyéndose “nobles” o
“famosos” lo portan con orgullo, sintiéndose superiores, pero eso les
impide desarrollar sus potenciales mágicos, divinos, luminosos que
exigen un distanciamiento de cualquiera definición de sí mismo. Todas
las religiones han intuido esto y proceden, cuando aceptan en su
comunidad a un nuevo miembro, a cambiarle el nombre. También lo han
intuido los poetas y magos: el abate Constant publicó sus tratados de
magia diciendo ser Eliphás Levi, Neftalí Reyes se hizo Pablo Neruda,
étc… Sin embargo, desde un punto de vista alquímico, esto es una huida:
no se trata de cambiar una cosa por otra sino de transformar el metal
vil en un metal puro… Cuando comprendí esto, me di cuenta que si quería
liberarme de la neurosis que me aquejaba, vencer mi desvalorización, el
rencor hacia mi padre y realizarme siendo lo que era y no lo que el clan
quería que yo fuera, debía tomar mi nombre como un trozo de plomo y
trabajar sobre él hasta convertirlo en oro. Mi apellido materno
Prullansky no lo tomé en cuenta porque siendo mi madre hija de una
violación, su madre, avergonzada, había adoptado ese apellido que sólo
era un sonido sin raíces. El gran problema de mi progenitora, su
constante humillación, era que no tenía un apellido paterno.
Comencé
mi trabajo contando con 19 letras, ALEJANDRO JODOROWSKY. Mi apellido
era odiado por mi padre porque lo denunciaba como un emigrante. En su
célula del partido comunista se hacía llamar Juan Araucano. Los chilenos
se burlaban de él. “¡No jodas Jodo!” Ese JODER era infamante…
Busqué
primero que nada lo negativo, el plomo: alejandro JODOorOwskY: YO JODO ,
(yo molesto, yo fornico). AlejANDrojodorOwSkY: SOY NADA. alEJAndRo
jodorowSky: REJAS. alEjandro jODoRowsky: ODER (apestar). ALEJAndRo
jodorowsky: ALEJAR. alEJAnDRo jodorowsky: DEJAR. AlejANDRo JOdorowsky:
ANDRAJO. Estas palabras resumían el desprecio que durante siglos había
agobiado a mis antepasados judíos, acusados de que su carne emitía un
olor fétido, sin patria, continuamente expulsados, convertidos en
números cuando encerrados en campos de concentración, acusados de
asesinar niños en misas negras y tantas otras persecuciones que habían
convertido a mis abuelos en andrajos humanos.
Pasé
a la segunda etapa: la exaltación. Con inmensa gratitud y euforia
descubrí que en el centro de mi nombre se ocultaba un ojo de oro:
alejandr OJO D ORO wsky. Más tarde vi que también tenía -alEJAndRO
jodorowsky- una oreja de oro. La lectura, la música, las artes plásticas
me llamaban. Y también podía tener un gran olfato -alejANdro
jodorOwSky: NASO. siendo una gran nariz símbolo de inteligencia. Un OSO
ALADO -ALejAnDrO jOdorOwSky- me otorgaba el símbolo de la constelación
polar Osa Mayor, que en la tradición hindú es el hogar de los siete
Rishis, símbolos de la sabiduría y de la tradición primordial. Esto
confirmado por el SOL que lucía en mi cielo (SKY). AlejANdRo: poseía una
RANA mágica que podía transformarse en princesa, es decir un alma
presta a ser despertada por mi espíritu. Y, muy importante, una noble
definición de mí mismo: AlejANDRO jodorOwSkY: SOY SANADOR… ALejanDRO
jOdoROwSky: OLOR DE ROSAS: el perfume que emana la carne de los santos…
De pronto me di cuenta que había recibido de mi humillado padre -que a
causa de la miseria no había podido estudiar y cultivarse, condenado a
ser un comerciante que apenas sabía escribir- al que sería mi maestro
para toda la vida: el maestro zen EJO TAKATA… ¡Desde mi nacimiento, lo
llevaba como una joya en mi nombre! alEjandro JOdorowsky. Más aún, en el
fondo , Jaime, mi padre, siempre había sido mi maestro:
jaimEJOdorowsky.
He
decidido compartir esto porque la exaltación del nombre, que revelé en
Twitter y en Plano Creativo, ha tenido tan gran repercusión, y una
enorme cantidad de personas me solicitan para que les exalte su nombre.
No es un trabajo fácil. Exige mucho esfuerzo. Ayer exalté unos 15
nombres. Para ello me demoré casi dos horas. ¿Cómo podría hacer esto
para miles? Creo que este trabajo alquímico debe ser realizado por la
persona misma, sin ayuda ajena. Yo he dado el ejemplo y mostrado la
técnica. Ahora cada cual debe aplicarla. Es algo que se enriquece
continuamente. Aún hoy, después de tantos años de búsqueda, descubro
nuevas cosas. Hay muy buenos diccionarios de símbolos, de nombres.
Muchos libros explican el significado esotérico de cada letra. Tengo la
suerte de poseer un viejo tratado que quizás se pueda encontrar a través
de Internet: “Glosario teosófico” de H.P. Blavatsky.
Alejandro Jodorowsky
Plano Creativo, enlace a Fuente y más sobre exaltación de tu nombre:
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