Pisos en el Cosmos.
El hombre es sólo uno de los muchos seres inteligentes, o carentes de inteligencia, que pueblan el inconmensurable Universo. Nuestro infantilismo, al enfrentarnos y al enjuiciar las otras realidades del Cosmos, es patente y, además, lastimoso. Somos unos auténticos niños en cuanto nos ponemos a enjuiciar las cosas que no podemos percibir clara y directamente con nuestros sentidos. Hablamos de nuestra realidad como si fuese la única realidad existente, de acuerdo únicamente con las coordenadas de nuestras mentes y a los mecanismos que nuestros cerebros tienen para aprender lo que nosotros llamamos “la realidad”y hasta nos atrevemos a dictaminar que algo no existe, o no puede existir, porque nos ”repugna” a nuestros enegramas cerebrales. Somos unos perfectos niños pueblerinos afirmando muy seriamente a que la “fuente de nuestro pueblo es la fuente más bonita del mundo”, sencillamente porque no hemos visto nunca a ninguna otra.
Al enjuiciar el Cosmos tendríamos que ser
mucho mas prudentes de lo que somos al juzgar las cosas que nos rodean,
de las que, mas o menos, tenemos datos precisos y muchísimo más
inmediatos que los que poseemos sobre de las enormes realidades del
Universo. Los hombres, en cuanto dejamos de ver, oír y palpar, entramos
ya en el mundo de las sombras del que nos habla Platón en sus Diálogos.
Y, tal como vimos anteriormente, ni siquiera podemos estar muy seguros
de los datos que los sentidos nos proporcionan ni de la de manera en que son computados por nuestro cerebro. Nuestra inteligencia
abstracta tiene que corregir muchísimas ocasiones nuestras sensaciones,
aunque en la práctica sigamos comportándonos como si éstas fuesen
verdaderas.
Las grandes realidades del Universo y las
leyes que las rigen escapan en gran parte a la comprensión de nuestro
cerebro; por más que las tengamos constantemente a la vista y hasta
sepamos utilizarlas en nuestras vidas diarias; pero, además,
desconocemos casi completamente su esencia. Tomemos como ejemplo la luz y
la gravedad: dos realidades omnipresentes en nuestras vidas que, por
otra parte, son dos misterios que la ciencia apenas ha comenzado a
desentrañar.Y si no es cierto que “todas las criaturas han sido hechas
para el hombre“, aún lo es menos que nosotros seamos el centro del
Universo. Las matemáticas, con un elemental calculo de probabilidad,
están contra ese aserto; y si por alguna razón desconocida fuese cierto,
la sabiduría de Dios quedaría muy mal parada, ya que este planeta
nuestro, junto con sus habitantes, no es precisamente un modelo de
perfección.
El Universo es como una infinita escalera
que asciende desde los seres menos perfectos a los más perfectos; y el
hombre que habita este planeta no es más que uno de los innumerables
peldaños de esa escalera. Las incontables especies de plantas y animales
que pueblan el planeta no son sino otros tantos peldaños de esa
infinita escalera. Una inmensa escalera cuya base está formada por eso
que despectivamente llamamos materia, y cuya cima está constituida por
eso que, sin comprenderlo bien, llamamos “el reino del espíritu”. Y
todavía por encima de ese reino del espíritu, sin pertenecer a nada
y sin ser abarcado ni entendido por nada ni por nadie, esta’ guaría eso
que los hombres, infantilmente, llamamos “Dios”.
Como acabamos de decir, nosotros no somos
más presa que uno de los peldaños de esa infinita escalera y, por
supuesto, no somos el mas alto, por mucho que nos empeñemos en pensar
que “el Hijo de Dios se encarnó en nuestro planeta y se hizo como uno de
nosotros“. Mitos como éste han hecho mucho daño a la Humanidad. Al
igual que los pisos, están unos por encima de otros, y en nuestro caso
no se trata de una sola escalera o de un solo piso. La realidad es
es que se trata de muchas escaleras y de muchos pisos. El hombre ha
llegado a su actual condición, probablemente, ascendiendo peldaños
previos. Pero la escalera por donde asciende el hombre, y al lado
del piso que él habita, hay otros pisos y otros peldaños en donde están
otros seres que también pueblan el Cosmos. A esos seres que están en
peldaños o en pisos superiores, los antiguos los llamaban “dioses”.
Algunos puede que estén en la misma escalera por la que nosotros
ascendemos, pero otros no; de modo que por mucho que ascendamos, aunque
podremos llegar a ser superiores, nunca llegaremos a ser como ellos. Es
decir, un cabo de la Guardia Civil, por mucho que ascienda, nunca
llegara a ser general del Ejército del Aire, porque son dos cuerpos
diferentes, aunque en l0s dos haya escalafones y aunque los dos
pertenezcan a las Fuerzas Armadas del Estado.
Hablamos así por pura deducción lógica
ante hechos que no podemos negar; hechos que, por otra parte, son
desconocidos por la mayor parte de los humanos debido a sus prejuicios y
a la tenacidad con que han sido ocultados por la religión y por la
ciencia. Y hablamos así, porque así han hablado también muchos grandes
pensadores de la antigüedad y contemporáneos, cuyas voces han sido
silenciadas o ridiculizadas por los intereses creados de los poderes
constituidos.En cuanto a los otros peldaños que componen la escalera en
que está colocado el hombre, si reflexionamos un poco sobre la
Naturaleza y sus diversos reinos (mineral, vegetal, animal, humano,
orgánico, inorgánico), veremos que entre ellos hay una gradación
nada abrupta, de modo que nos encontramos con muchas
criaturas que dan la impresión de pertenecer a dos reinos por ejemplo, con los aminoácidos, ciertos hongos, los corales, las proteínas, etc. Bastará, asimismo, que analicemos la composición física del cuerpo humano, que no es sino un compendio de todo lo que compone la Naturaleza; desde los elementos simples que estudian la física y la química hasta las profundidades psicológicas que investiga la psicología o las alturas y profundidades místicas de que nos hablan las religiones.
criaturas que dan la impresión de pertenecer a dos reinos por ejemplo, con los aminoácidos, ciertos hongos, los corales, las proteínas, etc. Bastará, asimismo, que analicemos la composición física del cuerpo humano, que no es sino un compendio de todo lo que compone la Naturaleza; desde los elementos simples que estudian la física y la química hasta las profundidades psicológicas que investiga la psicología o las alturas y profundidades místicas de que nos hablan las religiones.
Hay muchas escuelas de pensamiento, aunque
algún lector pueda parecerle extraño, que sostienen que el alma de los
animales, tras mil evoluciones, llega a convertirse en el alma de un ser
racional. Y en un nivel inferior podemos ver cómo los minerales son
absorbidos por los vegetales, cómo a su vez estos son absorbidos por
los animales, formando todos ellos, junto con el hombre, una escala
ininterrumpida de vida atómica, molecular, celular, psíquica y
espiritual. Cuál puede ser el próximo peldaño para el hombre tras su
vida en este planeta, no podemos decirlo con seguridad. Los defensores
de la reencarnación nos aseguran que volveremos a aparecer en la Tierra
en épocas futuras y en otras circunstancias; y los que no aceptan estas
doctrinas nos dicen que nuestra alma, despojada del cuerpo, pasa a un
estado superior en el que gozará o padecera las consecuencias de sus
actos en esta vida.
Sea lo que sea, casi toda la Humanidad está
segura de que a la hora de la muerte lo único que se interrumpe es la
vida protoplasmática; pero la esencia de nuestro ser nuestro espíritu
inteligente- pasa a otro nivel de existencia o a otra dimensión en la
que seguiremos viviendo de una manera más consciente. Dicho en otras
palabras, más de acuerdo con el título de este capítulo, “cambiaremos de
piso” siguiendo con el simil de la escalera, subiremos – o quien sabe
si bajaremos — un peldaño. Porque no faltan escuelas, algunas de ellas
anteriores al cristianismo, que nos aseguran que si nos hemos “portado
mal” o si no hemos hecho lo que en esta etapa se esperaba de nosotros,
podemos retroceder en la escala o, cuando menos, repetir.
Resumiendo lo que hasta ahora llevamos
dicho, los contactados tienen acceso a otras realidades diferentes a la
nuestra, aunque no todas están necesariamente por encima de nosotros. Y
además hay que tener muy en cuenta que muchas de estas realidades no
sólo son diferentes, sino que son incomprensibles, juzgadas 0 examinadas
con nuestra inteligencia actual.Intentar comprender otros mundos con el
desarrollo actual de nuestra mente es como tratar de explicarle a una
cucaracha que es la desgravación fiscal. Por muy bien que se haga, la
cucaracha jamás podrá, mientras tenga un cerebro de cucaracha,
comprender en que c0nsiste ese juego del Ministerio de Hacienda. _
Fuente: Salvador Freixedo, Los Contactados.
http://stop-nwo.com/2012/07/28/pisos-en-el-cosmos/
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