¡Somos libres! Anuncian que se ha ganado la guerra contra los extraterrestres reptilianos
- Autor: Aleph de Pourtales
- Publicación: 10/09/2011 11:30 pm
Un emisario del Consejo de Andrómeda anuncia que el plan de los
extraterrestres grises y reptileanos de tomar control de nuestro planeta
ha sido repelido, liberando a la humanidad del yugo interdimensional de
estos controladores espaciales; esta fantástica historia nos motiva a
reflexionar sobre la mitología moderna y el simbolismo de los
extraterrestres dentro de nuestra narrativa colectiva.
Buenas
noticias para los habitantes del planeta Tierra: hemos sido liberados
del yugo interdimensional telepático de la alianza entre los
extraterrestres reptilianos de Draco y los extraterrestres grises de
Zeta Reticulis. ¿Puede sentir el alivio energético? ¿No? ¿Sientes la
expansión de tu ser hacia la cuarta dimensión? ¿Tampoco? Tal vez eres
uno de los que recibieron implantes de tecnología extraterrestre gris
(generalmente en probetas anales durante alguna abducción) y quizás te
cueste un poco de trabajo recobrar tu conciencia como miembro de la
Federación Galáctica de la Luz, eclosionar tu divinidad inherente, ya
que has sido vampíricamente drenado por una serie de entidades
transdimensionales de la cuales has sido un esclavo toda tu vida (o
vidas) sin saberlo.
El diario The Examiner,
asiduo desinformador de la Red, reporta que el famoso ufólogo Alfed
Lambremont Webre, líder del movimiento de exopolítica, entrevistó a un
emisario humano del Consejo de Andrómeda, quien le informó que la guerra
de liberación contra los grises de Orión y los reptilianos de Draco ha
concluido con éxito en la cuarta dimensión desde el tercer cuarto del
2011. ¡Hurra! Aparentemente, según este emisario, los extraterrestres
planeaban una ocupación frontal de la Tierra, la Luna y Marte. Los
grises y los reptilianos han sido exiliados a las regiones marginales
del universo, por medio, obviamente, de un portal dimensional.
Sin embargo, el emisario aclaró que
restan pequeñas facciones de fuerzas extraterrestres hostiles en
Washington y en algunos otro sitios (¿el reptil Obama, la reptil
Hillary, el reptil Justin Bieber, el gris Felipe Calderón?). No obstante
esto, el triunfo de los extraterrestres luminosos habría dejado a las
estructuras Iluminati-Annunaki sin un respaldo en la 4ª dimensión,
zanjando el camino para la ascensión planetaria y la expansión de la
conciencia cósmica humana.
El contacto, que se hace llamar Toloc,
dice haber recibido esta información por vía telepática y comunicación
transonírica, así como viajes astrales a las biósferas de Andrómeda:
planetoides artificiales estacionados cerca de la Tierra (pero no aclara
si en esta dimensión o en otra).
La intervención de los andromedanos fue
crucial, ya que en viajes en el tiempo habían detectado que los
grises-reptileanos habrían establecido una tiranía en este sector del
universo si se les permitía tomar control total de nuestro sistema
solar. Por esta razón decidieron ignorar la ley galáctica de la
no-intervención.
Más
allá de lo desaforado que este relato podría sonar, este,
sorprendentemente, se ajusta a la mitología moderna que millones de
personas hoy en día llegan a creer. Esta es la más grande historia de
ciencia (meta)ficción de nuestros días. Una poderosa historia que toma
elementos de distintos ámbitos en una licuadora espiritual y los
dosifica a un público hambriento de creer en algo que lo libere o que le
de sentido a su existencia dentro de esta matriz de realidades
construidas consensualmente. Es sobre todo, recalcamos, una narrativa;
aunque quizás pueda ser tan verdadera como la otra narrativa de que
vivimos en un mundo democrático, sólido y objetivo y que se ajusta a
las predicciones de científicos en laboratorios y analistas en programas
de televisión. Como sucede en el caso del lenguaje y la programación,
entre más se repite una narrativa, más cohesión, más realismo obtiene, y
así las personas que se narran un mundo lleno de extraterrestres, naves
espaciales y comunicaciones intergalácticas viven, con mayor
coherencia, en un mundo en el que existen estas cosas, de igual forma
que sucede con las personas que se narran un mundo en el que lo que
impera es comprar muchas cosas, ver TV, ganar mucho dinero y ser feliz,
etc. (Y tal vez aquellos que creen en los mensajes canalizados por seres
extraterrestres, como el expuesto aquí, están de manera inconsciente
construyendo una narrativa en la cual, en un acto de psico-magia, se
podrán liberar de los reptiles y demonios de su propio inconsciente,
exteriorizándolos como entes independientes).
Pero todo esto también nos lleva a
preguntarnos, divididos por visiones opuestas, ¿cuál es la verdad, quién
se equivoca? ¿Existe una verdad para todos? ¿O cada quien construye el
arco dramático, con una serie de antagonistas, héroes y arquetipos de su
propia Matrix, en su proceso de liberarse y despertar del sueño? Este
es ciertamente un tema muy complejo y seguramente mejor abordado en
otro artículo.
Solo diremos que esta es, aunque
increíble, una historia fascinante, la de cada quien, y la que
compartimos por momentos, entrelazados por una conciencia global, y que
más allá de la ironía y de divertirse un poco con las estrambóticas
creencias de algunas personas, oculta un profundo misterio sobre la
naturaleza de la realidad y de nuestra existencia en el planeta Tierra. Y
en tanto, quizás todas estas creencias en extraterrestres (o en dioses y
mesías) no deban de ser desdeñadas del todo; merecen la seriedad del
agnóstico que no se ve sesgado por sus propias creencias —que
generalmente buscan afirmarse en el mundo como realidades absolutas
para obtener seguridad— y la ligereza de quien se atreve a navegar en el
caos, en la entropía, en la materia oscura de las fluctuaciones
cuánticas de un mundo que podría no tener sentido, que podría estar
siendo creado cada instante en nuestra mente, en un vértigo que quizás
como enseñanza deje el apremio de simplemente soltarse al vacío y
abandonar la construcción de su personalidad.
En el caso de los reptileanos existe un
tema subyacente, a mi juicio intrigante, el del arquetipo de la
serpiente y el ADN. Aunque muchas personas creen, quizás con cierta
perspicacia, que todo el tinglado de los extraterrestres que controla a
la humanidad se ha armado como una cortina de humo, un poco de útil
desinformación, por parte de los verdaderos controladores del orbe, los
banqueros y políticos que se agrupan en ciertas sociedades secretas y
simplemente buscan hacerse de los recursos naturales y explotar al
grueso de la población, ya sea para mantener su estilo de vida
desproporcionado o por una manda religiosa (satanismo, judaísmo,
cristianismo fundamentalista, etc.), también es cierto que el tema de
los reptileanos se apoya en un estrato arquetípico que resuena en la
profundidad de la historia psicológica del ser humano y quizás por eso
muchas personas llegan a creer en esta historia que de otra forma es
hasta ridícula.
Uno de los expertos más reconocidos en el mundo en el estudio de las culturas chamánicas, Michael Harner, escribe en su libro The Way of the Shaman:
“Aprendí que las criaturas de forma de
dragón estaban estaban dentro de todos los seres vivos, incluyendo el
hombre. Eran los verdaderos maestros de la humanidad y de todo el
planeta, me dijeron. Nosotros humanos eramos los meros receptáculos y
sirvientes de estas criaturas. Por esta razón me podían hablar, porque
estaban dentro de mí. En retrospectiva uno diría que son casi como el
ADN”.
En su libro The Cosmic Serpent,
el Dr. Jeremy Narby formula la hipótesis de que las serpientes y
dragones que se repiten en tantos mitos de creación son representaciones
del ADN, con el cual algunas personas, como los chamanes del Amazonas
cuando toman ayahuasca, llegan a entrar en contacto directo, molecular,
y obtener información.
Carl Jung entendió el fenómeno OVNI
como: “cambios en la constelación de los dominios psíquicos, de los
arquetipos o ‘dioses’, como se les solía llamar, que traen o acompañan
una larga transformación en la psique colectiva”.
A lo que voy con estos es a la hipótesis
de que la manifestación reptileana en la psique colectiva de la
humanidad podría ser una representación hasta cierto punto natural de
nuestra interacción con el texto de nuestra narrativa —un Logos con
forma serpentina—, con el código que programa nuestra existencia y el
cual quizás podemos aprender a reescribir, para liberarnos del hechizo
psicolingüístico de la Serpiente —que es también la sabiduría y la
energía sexual: la creación. Una libertad que quizás esté dada en la
capacidad de lectura (de autoconocimiento) de ese código, en la
conciencia de que habitamos en una narrativa, de que estamos hechos de
texto. La Serpiente nos pone a prueba —esa es una metáfora metahistórica
que podríamos llamar del Edén en el gen— y todos tenemos que
matar al dragón para obtener el Reino. Pero ese acto de matar al dragón
quizás sea fundamentalmente hacer consciente lo inconsciente, nosotros somos la serpiente (Deus est demon inversus) y,
en el caso del código, nosotros somos los escritores. La libertad de
ese constructo que ha sido llamado Maia o Matrix quizás sea descubrir
que el mundo es una narrativa que nos contamos y así se vuelve real, pero que que si dejamos de contárnosla, de repetirla, desparece, de
la misma forma que durante un sueño lúcido descubrimos que lo que
estamos viviendo —los escenarios que recorremos, las personas que
encontramos— son nuestras propias creaciones mentales y por lo tanto
podemos crear otras, las que sean. Así, cuando estamos por morir en el
sueño, podemos renacer —como la serpiente— o podemos aniquilar el miedo
—ese miedo primigenio que provocan los reptiles— (la pesadilla de la
historia) para afirmar la libertad, cuando hacemos lúcida la narrativa.
Twitter del autor: @alepholo
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