Hablando de Conciencia |
- ¿Cuándo Ama Demasiado?.
- ¿Ama Demasiado?.
- "Cambia Los Pensamientos Negativos".
- "Las Celebraciones Wicca".
- "Sabiduría".
- "Energía Masculina / Energía Femenina".
- ¿En Qué Basas Tu Autoestima?
- "Actos De Psicomagia Para Elevar La Autoestima"
Posted: 17 Jun 2013 11:02 AM PDT
Cuando estar enamorada significa sufrir, estamos amando
demasiado.
Cuando la mayoría de nuestras conversaciones con amigas
íntimas son acerca de él, de sus problemas, sus ideas, sus sentimientos, y
cuando casi todas nuestras frases comienzan con “el”...estamos
amando demasiado.
Cuando disculpamos su mal humor, su mal carácter, su
indiferencia o sus desaires como problemas debidos a una niñez infeliz y
tratamos de convertirnos en su psicoterapeuta, estamos amando
demasiado.
Cuando leemos un libro de autoayuda y subrayamos todos los
pasajes que lo ayudaran a él, estamos amando demasiado.
Cuando no nos gustan muchas de sus conductas, valores y
características básicas, pero las soportamos en la idea de que, si tan
solo fuéramos lo suficientemente atractivas y cariñosas, el querría
cambiar por nosotras, estamos amando demasiado.
Cuando nuestra relación perjudica nuestro bienestar emocional, e
incluso, quizá, nuestra salud e integridad física, sin duda estamos
amando demasiado.
demasiado es una experiencia tan común para muchas mujeres que casi creemos que así deben ser las relaciones de pareja. La mayoría de nosotras hemos amado demasiado aunque sea una vez, y para muchas de nosotras ha sido un tema recurrente en nuestra vida. Algunas nos hemos obsesionado tanto con nuestra pareja y nuestra relación que apenas podemos funcionar como personas. En este libro examinaremos a fondo los motivos por los que tantas mujeres, en busca de alguien que las ame, parecen encontrar inevitablemente parejas nocivas y sin amor. Analizaremos porque también porque, una vez que sabemos que una relación no satisface nuestras necesidades, nos cuesta tanto ponerle fin. Veremos que el amor se convierte en amar demasiado cuando nuestro hombre es inadecuado, desamorado o inaccesible y , sin embargo, no podemos dejarlo; de hecho, lo queremos y lo necesitamos aún más. Llegaremos a entender cómo nuestro deseo de amar, nuestra ansia de amor, nuestro amor mismo, se convierte en adicción. “Adicción” es una palabra que asusta. Evoca imágenes de consumidores de heroína que se clavan agujas en los brazos y llevan una vida obviamente autodestructiva. No nos agrada la palabra y no deseamos aplicar el concepto a nuestra forma de relacionarnos con los hombres. Pero muchas de nosotras hemos sido “adictas a los hombres” y, al igual que cualquier otro adicto, necesitamos admitir la seriedad del problema antes de poder empezar a curarnos. Si usted alguna vez se vio obsesionada por un hombre, quizás haya sospechado que la raíz de esta obsesión no era el amor si no el miedo. Quienes amamos en forma obsesiva estamos llenas de miedo: miedo a estar solas, miedo a no ser dignas o ano inspirar cariño, miedo a ser ignoradas, abandonadas o destruidas. Damos nuestro amor con la desesperada ilusión de que el hombre por quien estamos obsesionadas se ocupe de nuestros miedos. En cambio, los miedos—y nuestra obsesión—se profundizan hasta que el hecho de dar amor para recibirlo se convierte en la fuerza que impulsa nuestra vida. Y como nuestra estrategia no da resultado, tratamos, amamos aún más. Amamos demasiado. La primera vez que reconocí este fenómeno de “amar demasiado” como síndrome de ideas, sentimientos y conductas fue después de varios años de asesorar a alcohólicos y drogadictos. Después de llevar a cabo cientos de entrevistas con adictos y sus familias, hice un descubrimiento sorprendente. A veces, los pacientes a quienes entrevistaba se habían criado en el seno de familias con problemas, y a veces no, pero sus parejas casi siempre provenían de familias con problemas severos, en las cuales habían experimentado tensiones y sufrimientos mayores que los comunes. Al luchar por salir adelante con sus compañeros adictos, estas mujeres (que en el área de tratamiento se conocen como coalcohólicas) inconscientemente recreaban y revivían aspectos significativos de su niñez. Principalmente a través de las esposas y novias de adictos, comencé a entender la naturaleza del hecho de amar demasiado. Sus historias personales revelaban la necesidad de superioridad y sufrimiento que experimentaban en su papel de “salvadoras” y me ayudaron a comprender la profundidad de su adicción a un hombre que a su vez, era adicto a una sustancia. Obviamente, en esas parejas, ambas parejas necesitaban ayuda por igual, y que ambos estaban literalmente muriendo por sus adicciones: el por los efectos del consumo de sustancias químicas; ella por los efectos de una tensión extrema. Esas mujeres coalcohólicas me clarificaron el increíble poder y la influencia de sus experiencias infantiles sobre sus patrones adultos para relacionarse con los hombres. Ellas tienen algo que decirnos a todas quienes hemos amado demasiado acerca de la razón por la cual hemos desarrollado nuestra predilección por las relaciones problemáticas, como perpetramos nuestros problemas y, lo más importante, como podemos cambiar y mejorar. No pretendo afirmar que las mujeres sean las únicas que aman demasiado. Algunos hombres desarrollan esta obsesión con las relaciones con tanto fervor como podría hacerlo una mujer, sus sentimientos y conductas provienen de la misma dinámica y las mismas experiencias infantiles. Sin embargo, la mayoría de los hombres que han sido dañados en la niñez no desarrollan una adicción a las relaciones. Debido a una interacción de factores biológicos y culturales, por lo general tratan de protegerse y evitar el dolor mediante objetivos más externos que internos, más impersonales que personales. Tienden a obsesionarse con el trabajo, los deportes o los hobbies, mientras que una mujer, debido a las fuerzas biológicas y culturales que las afectan, tienden a obsesionarse con una relación, tal vez con un hombre así dañado y distante. Es de esperar que este libro sea útil para cualquiera que ame demasiado, pero esta escrito en especial para las mujeres porque el hecho de amar demasiado es un hecho principalmente femenino. Su propósito es muy específico: "ayudar a reconocer ese hecho a las mujeres que tienen patrones destructivos de relacionarse con los hombres, comprender el origen de esos patrones y obtener las herramientas necesarias para cambiar sus vidas". Pero si usted es una mujer que ama demasiado, me parece justo prevenirle que es no será un libro fácil de leer. Por cierto, si el concepto le llama la atención y aún así lee este libro en forma superficial, sin que la afecte o la conmueva, o si se encuentra aburrida o enojada, o no logra concentrarse en el material aquí presentado, o si solo piensa en lo mucho que esto podría ayudar a otra persona, le sugiero que pruebe volver a leerlo dentro de un tiempo. Todos necesitamos negar lo que nos resulta demasiado doloroso o amenazador para aceptarlo. La negación es un medio natural de autoprotección, que obra en forma automática y espontánea. Tal vez en una lectura posterior usted podrá enfrentar sus propias experiencias y sus sentimientos más profundos. Lea despacio, permítase reflexionar tanto intelectual como emocionalmente con estas mujeres y sus historias. Las historias presentadas en este libro podrán parecerle extremas. Les aseguro que son todo lo contrario. Las personalidades, las características y las historias que he encontrado entre las cientos de mujeres a quienes he conocido personal y profesionalmente y que entran en la categoría de amar demasiado no están en absoluto exageradas aquí. Sus historias reales son mucho más complicadas y llenas de dolor. Si los problemas de ellas le parecen mucho mas graves y angustiosos que los suyos, permítame decir que su reacción inicial es típica de la mayoría de mis pacientes. Cada una cree que su problema no es tan grave, aún , cuando se compadece de la situación de otras mujeres que, en su opinión, tienen verdaderos problemas. Una de las ironías de la vida es que las mujeres podemos responder con gran compasión y comprensión a la vida de otros y mostrarnos ciegas (y por) el dolor en nuestra propia vida. Conozco eso muy bien, pues la mayor parte de mi vida fui una mujer que amo demasiado hasta que el efecto nocivo sobre mi salud física y emocional fue tan severo que me vi forzada a examinar a fondo mi forma de relacionarme con los hombres. He pasado los últimos años trabajando mucho para cambiar ese patrón. Han sido los años más gratificantes de mi vida. Espero que, a todas ustedes que aman demasiado, este libro las ayude a cobrar mayor conciencia de la realidad de su situación, pero también las aliente a empezar a cambiarla, reencauzando su afecto, no hacia su obsesión por un hombre, sino hacia su propia recuperación y su propia vida. Aquí cabe una segunda advertencia. En este libro, al igual que en tantos libros de autoayuda, hay una lista de pasos a seguir a fin de cambiar. Si usted decide que realmente decide seguir esos pasos, necesitará – como en todo cambio terapéutico- años de trabajo y nada menos que su dedicación total. No hay atajos para salir del patrón de amar demasiado en el que usted esta atrapada. Es un modelo aprendido a temprana edad y muy bien practicado, y el hecho de abandonarlo será temible, amenazador y un constante desafío. Con esta advertencia no pretendo desalentarla. Después de todo, si usted no cambia su patrón de relaciones, sin duda enfrentará una lucha en los años venideros. Pero en ese caso, su lucha no será por crecer sino simplemente por sobrevivir. Si elige iniciar el proceso de recuperación, dejará de ser una mujer que ama a alguien con una intensidad tal que resulta dolorosa para empezar a ser una mujer que se ama lo suficiente a si misma para evitar el dolor. Libro "Las Mujeres Que Aman Demasiado", Robin Norwood. "El Poder de Elegir". Eckhart Tolle. | ||||||||||||||||||||||||||||
Posted: 17 Jun 2013 10:42 AM PDT
El corazón sangrante
¿Cómo hacen las mujeres que aman demasiado para encontrar
a los hombres con quienes pueden continuar los patrones perjudiciales
de relación que desarrollan en la niñez?.
¿Cómo, por ejemplo, hace la mujer cuyo padre nunca estuvo emocionalmente presente para
encontrar un hombre cuya atención ella busca constantemente pero
no puede ganar?.
¿Cómo es que la mujer que proviene de un hogar
violento se las ingenia para formar pareja con un hombre que la
golpea?.
¿Cómo es que la mujer que se crió en un hogar alcohólico
encuentra un hombre que ya padece o pronto desarrollará la
enfermedad del alcoholismo?.
¿Cómo hace la mujer cuya madre siempre dependió de ella emocionalmente
para encontrar un esposo que necesita que ella lo cuide?.
De todas las posibles parejas que encuentran, ¿cuáles son los
indicios que llevan a estas mujeres hacia los hombres con quienes
pueden continuar el baile que conocen tan bien desde la niñez?.
¿Y cómo reaccionan (o no reaccionan) cuando se encuentran con un
hombre cuya conducta es más sana y menos necesitada, inmadura o
abusiva de lo que están acostumbradas, cuyo estilo de baile no
concuerda tan bien con el de ellas?
En el área de la terapia hay un viejo cliché que dice que la gente a menudo se casa con alguien que es igual a la madre o al padre con quien lucharon mientras crecían. Este concepto no es absolutamente acertado. No es tan cierto que la pareja que elegimos sea igual a mamá o a papá, sino que con esa pareja podemos sentir lo mismo y enfrentar los mismos desafíos que encontramos al crecer: podemos repetir la atmósfera de la niñez que ya conocemos tan bien, y utilizar las mismas maniobras en las que ya tenemos tanta práctica. Esto es lo que, para la mayoría de nosotras, constituye el amor. Nos sentimos en casa, cómodas, exquisitamente “bien” con la persona con quien podemos hacer todos nuestros movimientos conocidos y experimentar todos nuestros sentimientos conocidos. Aún cuando los movimientos nunca hayan dado resultado y los sentimientos resulten incómodos, son los que conocemos mejor. Experimentamos una sensación especial de que realmente es lo correcto estar con ese hombre que nos permite, como su pareja, bailar los pasos que ya conocemos. Es con él con quien decidimos tratar de hacer funcionar una relación. Esa sensación de misteriosa familiaridad surge cuando se juntan una mujer y un hombre cuyos patrones de conducta, encajan como piezas de un rompecabezas. Si, además de esto, el hombre ofrece a la mujer la oportunidad de abordar y tratar de triunfar sobre los sentimientos infantiles de dolor y desamparo, de no ser amada ni necesitada, entonces la atracción se vuelve virtualmente irresistible para ella. De hecho, cuanto más dolorosa haya sido la niñez, más poderoso será el impulso de recrear y dominar ese dolor en la adultez. Veamos porqué se da esto. Si una criatura ha experimentado cierto tipo de trauma, este volverá a aparecer una y otra vez como tema de sus juegos hasta que haya cierta sensación de haber llegado a dominar la experiencia. Una criatura que debe someterse a una operación quirúrgica, por ejemplo, puede recrear el viaje al hospital usando sus muñecas u otros juguetes; puede convertirse en el médico en un juego y en el paciente en otro, hasta que el miedo ligado al acontecimiento disminuye lo suficiente. Como mujeres que amamos demasiado, nosotras hacemos algo muy parecido: recreamos y volvemos a experimentar relaciones infelices en un intento de hacerlas manejables, de dominarlas. De aquí se deduce que en realidad no hay casualidades en las relaciones. Cuando una mujer cree que inexplicablemente “tuvo que casarse” con cierto hombre, alguien a quien jamás habría elegido deliberadamente como esposo, resulta imperativo que ella examine por qué eligió una relación íntima con ese hombre en particular, por qué corrió el riesgo de quedar embarazada de él. Del mismo modo, cuando una mujer afirma que se casó por capricho, o que era demasiado joven para saber lo que hacía, o que no estaba del todo en sus cabales y no podía tomar una decisión responsable, éstas también son excusas que merecen un análisis más profundo. En realidad ella sí eligió, aunque en forma inconsciente, y a menudo con gran conocimiento sobre su futura pareja aún desde el principio. Negar esto es negar responsabilidad por nuestras decisiones y nuestra vida, y tal negación impide la recuperación. Pero, ¿cómo lo hacemos? ¿Cuál es exactamente el misterioso proceso, la fascinación indefinible que enciende la chispa entre una mujer que ama demasiado y el hombre que la atrae?. Si replanteamos la pregunta de otra forma-¿qué señales se encienden entre una mujer que necesita ser necesitada y un hombre que busca a alguien que asuma la responsabilidad por él? ¿O entre una mujer que es extremadamente sacrificada y un hombre extremadamente egoísta?. ¿O entre una mujer que se define como víctima y un hombre cuya identidad se basa en el poder y la agresión? ¿O una mujer que necesita controlar y un hombre que es inadecuado? - entonces el proceso comienza a perder parte de su misterio. Porque hay señales definidas, indicios que son enviados y registrados por cada uno de los participantes del baile. Cabe recordar que en cada mujer que ama demasiado hay dos factores en juego: 1) el hecho de que sus patrones conocidos concuerden con los de él como una llave en una cerradura; 2) el impulso de recrear y vencer los patrones dolorosos del pasado. Echemos un vistazo a los primeros pasos vacilantes de ese dúo que informa a cada integrante que allí hay alguien con quien va a funcionar, a encajar bien, a sentirse bien. Las siguientes historias ilustran con claridad el intercambio casi subliminal de información que tiene lugar entre una mujer que ama demasiado y el hombre que la atrae, un intercambio que de inmediato establece la escena para el patrón de su relación, de su danza, de allí en adelante. MARY: estudiante universitaria de veintitrés años; hija de un padre violento. Crecí en una familia realmente loca. Ahora lo sé, pero cuando era niña nunca pensé en ello salvo para desear que nadie se enterara jamás de la forma en que mi padre golpeaba a mi madre. Nos golpeaba a todos, y creo que así llegó a convencernos a mí y a mis hermanos de que merecíamos que nos pegara. Pero yo sabía que mamá no. Yo siempre deseaba que me pegara a mí y no a ella. Sabía que yo podía soportarlo, pero no estaba tan segura de que mamá pudiera hacerlo. Todos queríamos que ella lo abandonara, pero ella no quería. Recibía tan poco cariño…Yo siempre quería darle suficiente amor para fortalecerla y que pudiera salir de eso, pero nunca lo hizo. Murió de cáncer hace cinco años. No he vuelto a casa ni hablado con mi padre desde el funeral. Siento que él la mató en realidad, no el cáncer. Mi abuela paterna nos dejó a cada uno de los nietos un dinero, y así fue como pude ir a la universidad, donde conocí a Roy. Estuvimos juntos en una clase de arte durante todo un semestre y nunca nos hablamos. Cuando comenzó el segundo semestre, varios de nosotros volvimos a estar juntos en la misma clase, y el primer día empezamos una gran discusión sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Bueno, este sujeto se puso a decir que las mujeres eran totalmente malcriadas, que siempre querían salirse con la suya y que sólo utilizaban a los hombres. Mientras decía todo eso exudaba veneno, y yo pensé:”Oh, realmente lo han lastimado. Pobrecito”. Le pregunté: “¿De veras crees que eso es verdad?” y empecé a tratar de demostrarle que no todas las mujeres eran así…que yo no era así. ¡Mire cómo me metí! Más tarde en nuestra relación, yo no podía exigir nada a ni cuidarme de ninguna manera, o de lo contrario estaría demostrando que él tenía razón en su misoginia. Y toda mi preocupación de aquel primer día de clase dio resultado. El también se “enganchó”. Me dijo:”Volveré. ¡No pensaba quedarme en esta clase, pero quiero hablar más contigo”. Recuerdo que en ese mismo instante sentí algo estupendo, porque yo ya sentía que era diferente para él. En menos de dos meses, estábamos viviendo juntos. En cuatro meses, yo pagaba el alquiler, y casi todas las demás cuentas, además de comprar los comestibles. Pero seguí intentándolo, dos años más, para demostrarle lo buena que era, que no iba a lastimarlo como ya lo habían hecho. Yo sí salí bastante lastimada en el proceso; al principio, sólo emocionalmente, pero después también físicamente. Nadie podía tener tanta furia como él contra las mujeres y no querer maltratar a una de ellas. Claro que yo estaba segura de que la culpa también era mía. Es un milagro que haya salido de eso. Conocí a una ex novia suya y ella me preguntó enseguida: “¿Te pega?”. Le respondí: “Bueno, en realidad, no.” Lo estaba protegiendo, por supuesto, y tampoco quería quedar como una imbécil. Pero sabía que ella lo sabía, porque había pasado por eso antes que yo. Al principio sentí pánico. Era la misma sensación que había sentido cuando niña: no quería que nadie viera lo que había detrás de la fachada. Todo en mí quería mentir, actuar como si ella hubiera sido muy descarada al hacerme esa pregunta. Pero me miró con tanta comprensión que ya no tenía sentido fingir. Hablamos mucho tiempo. Ella me habló de un grupo de terapia al que asistía, donde todas las mujeres se parecían en el hecho de que todas se veían atraídas hacia las relaciones infelices ,y trataban de aprender a no hacerse eso. Me dio su número telefónico, y después de pasar dos meses más en aquel infierno la llamé. Me convenció de que fuera con ella al grupo y creo que eso tal vez me salvó la vida. Aquellas mujeres eran iguales a mí. Habían aprendido a soportar cantidades increíbles de dolor, por lo general desde la niñez. De todos modos, tardé unos meses más en dejarlo, y aún con el apoyo del grupo fue muy difícil. Yo tenía aquella increíble necesidad de demostrarle que era digno de ser amado. Y pensaba que si tan sólo yo pudiera amarlo lo suficiente él cambiaría. Gracias a Dios que superé eso; si no, estaría haciéndolo otra vez. La atracción de Mary hacia Roy . Cuando Mary, la estudiante de arte, conoció a Roy, el misógino, fue como si ella conociera a la síntesis de su madre y su padre. Roy era irascible y odiaba a las mujeres. Ganar su amor era para Mary como ganar el de su padre, que también era irascible y destructivo. Cambiarlo por medio de su amor era cambiar a su madre y salvarla. Mary veía a Roy como una víctima de sus malos sentimientos y quería amarlo hasta que se pusiera bien. Además, al igual que todas las mujeres que aman demasiado, ella quería ganar en su lucha con él y con las personas importantes que él simbolizaba para ella: su madre y su padre. Eso hizo que fuera tan difícil acabar con esa relación destructiva e insatisfactoria. Libro "Las Mujeres Que Aman Demasiado". Robin Norwood. "El Poder de Elegir". Eckhart Tolle. | ||||||||||||||||||||||||||||
Posted: 17 Jun 2013 09:37 AM PDT
Las palabras como los pensamientos son energías que tienen mucha fuerza. Comencemos a re-programar nuestra terminología cerebral. Reprogramarnos significa: cambiar la intención de nuestras acciones, obras y pensamientos. Verán y sentirán, cómo la Intención del pensamiento y la palabra transformará el verdadero sentir de la fuerza emitida, lo negativo desaparece y sale la fuerza interior. Cuando el cerebro manda una orden exacta, la mente no se prepara para afrontar el pensamiento o la palabra pronunciada, sino que se confrontará con lo que exactamente entendió y al comprenderlo, se comportará de acuerdo a la intención de esa fuerza. Tratemos a partir de hoy de usar el PENSAMIENTO Y PALABRA de acuerdo a nuestro trabajo y elevación espiritual. Cambia tus expresiones negativas del día a día, por positivas, por ejemplo:
Es un problema = Es un desafío.
No lo conseguiré nunca = Trataré de conseguirlo.
No puedo = Me atreveré.
Es imposible = Puede ser posible.
Nunca lo haré = Lo Intentaré.
No creo = Abriré mi mente.
No entiendo = Trataré de comprender.
Soy inútil = Soy capaz.
Si tuviera más apoyo = Buscaré ayuda.
Si tuviera más dinero = Trabajaré para conseguirlo.
No se puede hacer = Otros lo lograron ¿Por qué yo no?
No hay manera = Buscaré la forma.
Todo me sale mal = Lo intentaré otra vez.
No podré hacerlo = Voy a tratar.
Va a ser un día pésimo = Pensaré en positivo.
Esperaré lo peor = Esperaré lo mejor.
Otros pueden, yo no = Otros pueden, ¿Por qué yo no?
Jamás ganaré el premio = Si gano … ¡Bienvenido!.
Por: EL SER UNO - Camino del Ser.
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Posted: 16 Jun 2013 07:56 PM PDT
Todas las religiones tienen calendarios sagrados que contienen días de poder o fechas asociadas con divinidades, los practicantes de la Wicca no somos la excepción. La mayor parte de nosotros ejecutamos rituales religiosos por lo menos 21 veces al año: 13 celebraciones de Luna llena (Esbats) y 8 festividades solares (Sabbats).
LOS SABBATS
Cuatro de estos días (o más bien noches) están determinados por los solsticios y equinoccios, los comienzos astronómicos de las estaciones. Los Otros cuatro Sabbats están basados en antiguas fiestas populares. Los rituales dan estructura y orden al año wiccan y también nos recuerdan el interminable ciclo que continuará mucho tiempo después de nuestra muerte. Estos tiempos son tiempos para celebrar; para regocijarse con los dioses y tener un buen momento. En un Sabbat no se hace ningún trabajo de magia, a menos que por ejemplo se necesite una curación. Los Sabbats nos cuentan la historia del Dios y la Diosa, de su relación y los efectos que esto tiene sobre la fructuosidad de la tierra. Con palabras simples se puede decir que el dios predomina en el invierno (la mitad "oscura" del año) y la diosa predomina en verano (la mitad "clara" del año). En ninguna de las dos mitades del año se debe pensar que una deidad es suprema (sin su compañero), la palabra clave es predominante. En otras palabras: se hace énfasis en uno de los dos pero no hay una exclusión total del otro. También deberá recordarse que cada deidad (como con todos los individuos) tiene atributos tanto masculinos como femeninos. Los Sabbats se dividen en dos grupos. Los Sabbats Mayores y los Sabbats Menores .
SABBATS Mayores Estos Sabbats son festivales de naturaleza estacional, más especificamente solar, y por lo tanto son épocas para la celebración general, con el dios y l diosa debidamente honrados. Los 4 Sabbats mayores son:
SABBATS MENORES
Es importante aclarar que los Sabbats Mayores y los Menores son igual de importantes. A la diosa se le honra con las fases de la Luna y al Dios con ciertas fases del Sol. Estos son los Sabbats Menores que ocurren en el solsticio de verano y de invierno, y en el equinoccio de otoño y de primavera. Cabe destacar que la fecha de estas celebraciones varían cada año. Los Sabbats menores son:
FECHAS CORRESPONDIENTES A CADA HEMISFERIO
Debido a que los Sabbats son celebraciones de tipo estacional, la fecha en la que se selebran varía de una hemisferio a otro, ya que mientras es verano en el hemisferio norte, el invierno se hace presente en el hemosferio sur. Tomando en cuenta esta situación, la fecha de las celebraciones quedarían así: Debido a que los Sabbats son celebraciones de tipo estacional, la fecha en la que se selebran varía de una hemisferio a otro, ya que mientras es verano en el hemisferio norte, el invierno se hace presente en el hemosferio sur. Tomando en cuenta esta situación, la fecha de las celebraciones quedarían así:
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Posted: 16 Jun 2013 05:49 PM PDT
Solo el Conocimiento Espiritual
que se practica en la cotidianeidad
se puede transformar en Sabiduría.
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