jueves, 31 de mayo de 2018
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Reflexiones sobre la Parashá Behaalotejá
Torá desde Jerusalem
Parashá Behaalotejá - Cuando enciendasLibro Bamidbar / Números (8:1 a 12:16)
Parashá Behaalotejá - Cuando enciendasLibro Bamidbar / Números (8:1 a 12:16)
"Y el hombre Moshé era más humilde que cualquier persona en la faz de la tierra" (Bamidbar 12:3)
¿Cómo se pone un litro en un recipiente de medio litro?
Si las paredes del recipiente son muy gruesas, lo que se puede poner adentro será menor que si las paredes fueran delgadas. Cuanto más delgadas son las paredes del recipiente, menos espacio ocupan, y por lo tanto, mayor es la capacidad del recipiente.
Moshé Rabeinu era más humilde que cualquier otra persona que haya vivido. Él se consideraba menos que todos los demás. ¡Lo cual no significa que Moshé creyera que era un simplón! Moshé sabía quién era. Era un rey. Pero se daba cuenta de que, en comparación con Hashem, no era nada. Comprendía este punto con mayor claridad que cualquier otra persona que haya pisado este planeta.
Moshé era, a sus propios ojos, como la piel del ajo, que prácticamente carece de substancia, el mínimo indispensable para existir en este mundo. Él, más que nada, "contenía espacio".
Es por ese motivo que pudo recibir y contener la Torá en toda su perfección.
No es que Moshé fuera simplemente "el mejor para el trabajo". No es que fuera relativamente humilde, más humilde que los que lo rodeaban. No: Moshé alcanzó un nivel absoluto y cuantificable de humildad, en cuyo punto fue capaz de contener toda la Torá en toda su complejidad y extensión.
Por eso, inclusive hoy, si alguien llegara al nivel de humildad de Moshé, esa persona también podría recibir la Torá en toda su perfección y extensión, igual que Moshé.
(Rúaj ha Jaim)
"Cuando encendáis las luces" (Bamidbar 8:2)
¿Cuál es la conexión que existe entre la parashá de la semana pasada, que se refiere a los regalos que se trajeron para la inauguración del Mishkán, y el comienzo de la parashá de esta semana, que describe la mitzvá de la Menorá?
Al final de la parashá de la semana pasada, cuando Aharón vio que los príncipes de todas las otras tribus traían sus ofrendas para la inauguración del Mishkán, se puso triste. Pensó que lo habían dejado afuera. Pero Hashem lo consoló y le dijo que su parte sería más grande que las de los demás príncipes, puesto que él prepararía y encendería las luces de la Menorá.
¿Por qué el encendido de la Menorá era más importante que la presentación de ofrendas? El Midrash responde que las ofrendas solamente pueden traerse cuando hay Beit ha Mikdash, mientras que la mitzvá de la Menorá es eterna.
Pero entonces nos preguntamos: ahora que no hay Beit ha Mikdash, ¿acaso no ha cesado también el encendido de la Menorá?
En realidad, la Menorá perdura inclusive después de la destrucción del Beit ha Mikdash, a través de los descendientes de Aharón, los macabeos, que eran de linaje sacerdotal.
La milagrosa victoria de los macabeos ante los griegos, en los días de Januká, ha de ser conmemorada eternamente con el encendido de las luces. Ese fue el consuelo que Hashem le dio a Aharón: que la Menorá viviría eternamente en cada hogar judío con las luces de Januká.
(Ramban)
"Miriam y Aarón hablaron en contra de Moshé con respecto a la mujer cushita con la que se había casado" (Bamidbar 12:1)
Imagínate un norteamericano nativo, que pasó toda su vida en la reserva de Canyon de Chelly, Arizona, llegando un día al Lado Este de New York City cerca de la 29 y Lex. Va caminando por la calle y se detiene. Le llama la atención una ventana. Junto a la ventana hay una caja de metal de forma rectangular de cerca de un metro de largo y medio metro de alto. La caja echa afuera aire caliente, resoplando en una mecánica e incesante sinfonía. El nativo alza los ojos. Los edificios de departamentos llegan hasta el cielo. Y en cada ventana ve la misma caja metálica. Cientos y cientos de cajas echando aire caliente al cielo húmedo de Manhattan.
El piensa para sí: "Cómo les gusta el calorcito a estos blancos... Con el calor que hace, ¡y encima ponen estos artefactos en las ventanas para calentar la calle!"
Cuando Miriam se enteró de que Moshé se había separado de su mujer, pensó que él se había envanecido. Pensó que Moshé se veía a sí mismo tan cercano a Di-s que se había elevado por encima del nivel normal de la vida matrimonial, y que su autoimpuesto monasticismo era producto de un ego inflado. Por supuesto que lo que en Moshé se consideraría vanidad para nosotros sería humildad del grado más alto. No tenemos parámetros para equiparar nuestros conceptos de vanidad y humildad con relación a Moshé. Pero en el nivel tan exaltado en el que él se encontraba, Miriam pensó que Moshé había caído presa del orgullo.
Pero ¿cómo es posible que Miriam hubiese pensado que Moshé actuaba por orgullo? La Torá llama a Moshé "el más humilde de todos los hombres". Por cierto que Miriam era consciente de la forma en que la Torá evaluaba a Moshé. ¿Cómo pudo haber sospechado de sus motivos?
Moshé fue, sin dudas, el más humilde de todos los hombres, pero no por eso era un “shlepper”. Ser humilde no significa andar encorvado con mirada de pobrecito. Moshé sabía que era el rey. Pero también sabía que, comparado con Hashem, era un don nadie. Su humildad consistía en entender, como nadie lo entendió ni antes ni después de él, cuán pequeño era en comparación con Hashem. Y en mérito a haber alcanzado ese punto, Hashem hizo realidad esa conciencia hablándole "cara a cara". Entonces la humildad de Moshé se transformó en algo "visceral": Moshé fue capaz de "ver", literalmente, lo pequeño que era.
La humildad no es algo que uno pueda juzgar según las apariencias. Hay personas que tienen aspecto de ser muy humildes, pero por dentro vigilan que todos se den cuenta de lo humilde que son. Son las estrellas de la película mental que ellos mismos crearon y dirigieron, y que titulan "Una Vida de Absoluta Humildad". Por el contrario, un rey puede dar la apariencia de actuar de modo grandioso, mientras que por dentro él siente genuinamente que no vale nada.
A veces, las cosas no son como parecen.
A veces, un aire acondicionado puede parecer un calefactor que sopla viento caliente a la calle.
(Malbim, Rabí C.Z. Senter)
"Por qué habríamos de ser menos al no presentar la ofrenda de Hashem en su momento designado entre los Hijos de Israel" (Bamidbar 9:6)
Uno siempre puede conseguir lo que desee. Depende de cuánto lo desee. Nuestros Rabinos enseñan que por el camino que queramos ir, por allí nos llevarán. Si queremos transitar por el sendero espiritual, hallaremos oportunidades de crecimiento espiritual por todas partes. Pero si queremos ir en la otra dirección, hallaremos un millón de sueños de Tecnicolor en los que perdernos. Uno siempre consigue aquello que busca.
En la Parashá de esta semana, estudiamos la mitzvá de Pésaj Shení, El Segundo Pésaj.
"El Segundo Pésaj" no era la segunda parte de "El Primer Pésaj". No es que "El Primer Pésaj" haya tenido tanto éxito que la gente se haya quedado con ganas de ver la continuación. No. Lo que ocurría era que, sin querer, había un grupo de personas que no pudieron traer la ofrenda de Pésaj el 14 de Nisán; que no tuvieron tiempo de purificarse ritualmente antes de Pésaj, por estar en el cumplimiento de otro precepto importante. Ellos les pidieron a Moshé y a Aharón que se les permitiera participar de esa tremenda experiencia espiritual. Y tan intenso era su deseo de espiritualidad que Di-s los transformó en agentes a través de los cuales se reveló toda una sección de la Torá, toda una nueva mitzvá. La mitzvá de Pésaj Shení.
El mundo es un reflejo de la Torá. Hashem "reescribió" la Torá solamente para permitir que esas personas pudieran traer la ofrenda de Pésaj. Hashem volvió a entretejer la tela misma de la realidad a fin de que ellos pudieran formar parte de la experiencia de Pésaj. Alteró todo el orden de la creación solamente para ellos. Semejante es el poder que tiene la persona que busca elevarse espiritualmente.
Hashem puede dar vuelta el mundo entero por nosotros... si de veras lo queremos.
Rabí Yosef Tzeinvert, oído de boca de Rabí Yehoshua Bartram
"Hashem le dijo a Moshé: 'Reúneme setenta hombres de los ancianos de Israel" (Bamidbar 11:16)
La sala de espera estaba repleta de gente. Unos, estornudando; otros, tosiendo. Era esa época del año en la que las salas de espera de los médicos de todo el país se llenan de pacientes enfermos de gripe.
En un rincón de la sala estaba sentado un adolescente. El muchacho tosía, si bien bastante menos que los demás en la sala.
La puerta del consultorio se abrió de par en par y un hombre de unos cincuenta años gritó desde la puerta:
"¡El que sigue!". Una anciana estaba a punto de ponerse de pie cuando el ojo del médico avistó al joven. "¡Tú! ¡Ven de inmediato!" El médico hizo entrar al joven al consultorio y lo hizo sentar. Del otro lado de la puerta podían oírse las quejas de la anciana, de que había perdido el turno, y que estos jóvenes de hoy en día no tienen el más mínimo respeto por los mayores...
Después de un minuto con el estetoscopio el médico llamó por teléfono y pidió una ambulancia. "No te preocupes", le dijo al joven, "vas a estar bien. Lo agarramos a tiempo".
El buen médico es el que sabe leer los síntomas de su paciente, como se lee un libro.
Cuando el Pueblo Judío se cansó del maná, sintió deseos de comer carne. Y fueron a llorarle a Moshé. Moshé se dirigió a Hashem y preguntó: "¿Dónde conseguiré carne para darle a todo este pueblo?"
Hashem le respondió que debía reunir a setenta hombres de los ancianos de Israel, y llevarlos a la Tienda de la Reunión, para que se pararan junto a Moshé.
Qué respuesta extraña, ¿no? Hashem tenía intenciones de darle al Pueblo Judío la carne que tanto anhelaba. Entonces, ¿por qué no le hizo reunir setenta shojatim (matarifes que cumplen con las leyes pertinentes a la matanza de ganado), en vez de setenta ancianos?
El ansia de comer carne, el ansia de lo físico en este mundo, no es más que una expresión física de una falta espiritual. El deseo de carne no era la enfermedad: era solamente el síntoma. El Pueblo Judío decía que quería carne, pero lo que sus almas realmente querían era espiritualidad.
Nuestros Rabinos enseñan que quien ama el dinero no se saciará con dinero, pues siempre va a querer más. Además, dijeron que quien ama la Torá no se saciará con la Torá que acaparó, porque siempre va a querer más. El ansia por el dinero no es más que una expresión física de una falta espiritual: el ansia por la Torá.
Solamente el buen médico sabe diferenciar el síntoma de la enfermedad.
(Rabí S.R. Hirsch, oído de boca de Rabí Mordejai Pitem)
Shabat Shalom
Enfoques sobre la Parashá Behaalotejá
Torá desde Jerusalem
Parashá Behaalotejá - Cuando enciendasLibro Bamidbar / Números (8:1 a 12:16)
Parashá Behaalotejá - Cuando enciendasLibro Bamidbar / Números (8:1 a 12:16)
"Cuando hayas de encender las lámparas" (Bamidbar 8:2)
Al final de la Parashá Nasó, Aharón estaba triste cuando todos los príncipes de las Tribus trajeron sus sacrificios a la inauguración del Mishkán, y aparentemente él fue dejado a un lado. Di-s lo consoló diciéndole que su parte iba a ser mayor que la de los Príncipes, porque él iba a preparar y encender las lámparas de la Menorá.
¿Por qué era más importante encender la Menorá que traer sacrificios?
El Midrash explica que los sacrificios solo pueden ser traídos mientras el Beit HaMikdash está, mientras que la Mitzvá de la Menorá es eterna. Es verdad que el encendido de la Menorá tambien cesa cuando el Beit HaMikdash no está. En realidad, la Menorá sigue existiendo, aun después de la destrucción del Templo, a través de los descendientes de Aharón, los Macabeos: Su victoria milagrosa sobre la tiranía de Grecia será conmemorada eternamente por medio del encendido de las lámparas. La eternidad de la Menorá vive en cada hogar judío en las luces de Janucá.
(Rambam)
"Hizo asi Aharón" (Bamidbar 8:3)
La respuesta natural de una persona que llega alto es estar impresionada de sí mismo. Sin embargo, Aharón Hacohén era como la Menorá, así como la Menorá ignoraba cuan alta o baja estaba, y no estaba impresionada de su alta posición, así también Aharón ignoraba y no estaba conmovido con su verdadera posición.
(Malé haOmer)
"Mas el hombre Moshé era muy humilde, más que todo hombre sobre la faz de la tierra" (Bamidbar 12:3)
Cuanto más finas son las paredes de un contenedor, menos espacio ocupan las cosas dentro del mismo, y así más grande es su capacidad. Moshé era como la piel de un ajo, virtualmente sin sustancia, el mínimo absoluto para existir en el mundo. De esta manera, él era casi completamente "un conteiner". Es por eso que él podía recibir y contener la Torá en su perfección.
Verdaderamente, si hoy en día hubiese alguien que alcanzaría el nivel de humildad de Moshé Rabenu, esa persona también recibiría la Torá en toda su totalidad, como Moshé.
(Ruaj Hajaim)
"Habla a Aharón y dile: Cuando hayas de elevar las lámparas..." (Bamidbar 8:2)
Hay dos maneras de encender una vela. Uno puede poner la llama directamente en la mecha, o se puede mantener la llama cerca de la mecha hasta que debido al calor empiece a arder.
Hay dos maneras de enseñar Torá y pasar la tradición a la generación siguiente. Podemos educar a nuestros hijos a ser estudiosos de la Torá y cumplir con las Mitzvot, o podemos dejar que vean nuestra pasión por la Torá y sus Mitzvot. Podemos utilizar todas las técnicas educacionales para inspirarlos hasta que su propio interés en la Torá y sus Mitzvot se encienda. Para simbolizar esto, se le ordenó a Aharón encender la Menorá de la segunda manera, ya que la Menorá simboliza a la Torá Oral, la transmisión personal de la palabra de Di-s.
(Rabí Uziel Milevsky)
"Moshé escuchó al pueblo llorando junto a sus familias" (Bamidbar 11:10)
Hay una Mitzvá de llevar el yugo de las malas épocas con alegría, como si fueran buenos tiempos. Pero esto es solo para uno mismo. En relación a otras personas, sin embargo, estamos obligados a sentir tristeza y compartir su dolor y rezar con todo nuestro corazón. Es por eso, que durante el viaje por el desierto, los Hijos de Israel tendrían que haber dicho: "No me interesa que yo estoy sufriendo de hambre y sed. Llevaré esta carga sobre mi. Pero no puedo ver el dolor de mi prójimo". Sin embargo cuando el pueblo se quejó en el desierto, cada persona se puso en la entrada de su tienda y lloró por su familia y no pensó en su prójimo.
(Jatam Sofer)
"Y el hombre Moshé era excesivamente humilde, más que todo hombre que hay sobre la faz de la tierra" (Bamidbar 12:3)
Hay dos clases de humildad, una que es falsa y una verdadera. Una persona que actúa humildemente para que otros la respeten, abandona esa cualidad cuando se da cuenta que otros sienten que su humildad es falsa. Una persona que es verdaderamente humilde seguirá siendo humilde aunque otros supongan que él es orgulloso y vanidoso. Miriam insinuó que Moshé se separó de su mujer porque sobreestimó la importancia de su propio destino.
Todos los demás profetas de la generación incluyendo a Miriam, no practicaron el celibato. A pesar de esta acusación Moshé se mantuvo extremadamente humilde, lo que demostró su verdadera humildad.
(Ketav Sofer)
"Y Aharón así lo hizo." (Bamidbar 8:3)
¿Qué es una Mitzvá?
Una Mitzvá es un recipiente, una vasija que recibe luz del cielo.
Nuestra función en este mundo es solamente crear esos recipientes, prepararlos y dejarlos listos para que puedan recibir la luz. Esa luz del cielo, esa energía espiritual, es transmitida en forma constante por parte de Hashem. Nosotros no podemos concebir lo que es esa luz espiritual, o cómo llega al mundo. En efecto, no es algo que nosotros debamos saber. Nuestra única tarea es hacer la vasija que la pueda contener; preparar la "terminal" espiritual que habrá de recibir esa luz. Y eso es lo que hacemos al cumplir con las Mitzvot.
El Rambam sostiene que si un no Cohén sacara la Menorá del Santuario y encendiera afuera las luces, la Mitzvá seguiría siendo valida, aunque las lámparas fueran encendidas por alguien que no es Cohén. Sin embargo, la limpieza y la preparación de las lámparas de la Menorá solo puede llevarlas a cabo un Cohén, y si alguna otra persona realiza esta tarea, la Mitzvá carece de todo valor. De allí se desprende que la limpieza y la preparación de las lámparas es la parte esencial de la Mitzvá.
Esto es muy difícil de entender: ¿Cómo es posible que el trabajo de limpieza sea la esencia de la Mitzvá, y que el propio encendido sea algo secundario?
La esencia de todas las Mitzvot es preparar la vasija que habrá de recibir la luz celestial de Hashem. Asegurarnos de que la "terminal" esta encendida y lista a recibir el mensaje. Esa es nuestra tarea en este mundo.
Nosotros no podemos crear la luz, pero podemos preparar la vasija que contenga la luz, para que esta pueda irradiarse a todo el mundo.
(Adaptado de Le Torá U Le Moadim Rabí Shlomó Yosef Zevin)
"Y el hombre Moshe era extremadamente humilde, más que cualquier otro hombre en la faz de la tierra" (Bamidbar 12:3)
En una fría mañana rusa, el Jafetz Jaim llegó a Moscú. En la estación lo aguardaba un colega solitario. No habia multitudes amontonándose en la plataforma ansiosas de ver aunque sea por un instante a uno de los más grandes seres humanos que jamás pisaron la tierra. Solamente él. Un judío solitario con gorra de tela, y una simple valija en la mano.
La razón por la cual la estación se hallaba desierta era debido a que el Jafetz Jaim le había escrito a su colega, pidiéndole que no revelara el momento exacto de su arribo. Mientras salían de la estación, el colega se dirigió al Jafetz Jaim, y le preguntó ¿por qué habia preferido que su llegada fuera un secreto? Porque asi había privado a las masas de darle el honor que exigía un talmid jajam de su altura.
El Jafetz Jaim respondió: "No tengo ninguna duda de que en Shabat tu comes kugel. Pero si el viernes de pronto sintieras un irrefrenable deseo de comer kugel, y fueras a la cocina, la rebetzin seguramente te sugeriría que comieras alguna otra cosa. El kugel es un plato delicioso, pero es solamente para comer en Shabat. Por eso te pedí que mantuvieras en secreto mi llegada. El honor que yo hubiera recibido de toda esa gente hubiera sido como el kugel: es solamente para el Mundo Venidero, 'el día que es todo Shabat'".
Nuestros Sabios nos advierten con gran firmeza que no debemos buscar honores. Debemos ser extremadamente humildes. ¿Por qué habrían de enfatizar precisamente esta característica por encima de todas las demás?
En este mundo no puede haber recompensa para las Mitzvot. La Mitzvá es un ente espiritual. Este mundo es un mundo físico. Por lo tanto, por necesidad, la única recompensa que una persona puede recibir en este mundo es una recompensa física. Pero la Mitzvá, que es absolutamente espiritual, no puede recibir la recompensa adecuada en este mundo. Aquí simplemente no existe esa moneda. Empero, si el individuo obtiene status y honores por haber hecho una Mitzvá, aunque el honor sea algo ilusorio, si ha recibido un tipo de recompensa, pues el status y el honor se perciben como entes espirituales. Por lo tanto, al obtener un beneficio sustituto, en la "moneda" del honor, la persona puede llegar al Banco Nacional del Olam Habá, y encontrarse con que cambió sus valiosísimos diamantes, la recompensa eterna de sus Mitzvot, por billetes de juguete.
El kugel podrá ser más dulce que la miel, pero si lo comemos aquí, entonces no podremos disfrutarlo en el otro mundo, el mundo que es "todo Shabat".
"Y Aharón así lo hizo" (Bamidbar 8:3)
"Esto nos enseña la alabanza de Aharón: que él no cambio" (Rashi)
¿En qué reside el gran mérito de no haber cambiado? Que lo "hizo asi". Pero por cierto que todo el mundo hace las Mitzvot "asi". ¿Qué fue lo que hizo Aharón de especial al encender la Menorá que lo hizo "asi”?
En Séfer Bereshit (Génesis), después de cada Creación, la Torá dice "y así fue": exactamente como debía ser: algo completo y perfecto. Sin embargo, cuando la Torá se refiere a la Creación de la luz "Que haya luz!", no dice después "Y así fue". Y, en realidad, no fue "así", porque esa luz especial, la Or ha Ganuz, que brilló durante los seis días de la Creacion, debía ocultarse, para que los malhechores no pudieran beneficiarse con ella. Por eso, su creación no fue "asi": le falto algo para ser completa.
Sin embargo, durante la larga oscuridad existente entre la Creación y el desenlace final de la historia, hubo un momento en que esa Luz Oculta brillo en el mundo: cuando Aharón encendió la Menorá, la encendió con ciertas kavanot (intenciones espirituales) que atrajeron la Or ha Ganuz dentro del Beit HaMikdash y asi fue como la luz oculta brilló por un breve período en el tiempo del Beit HaMikdash, cuando Aharón encendió las lámparas.
Cuando Aharón "así lo hizo", significa que cumplió con el mismísimo propósito de la Creación de la luz. Tal como afirma Rashi, "él no cambió", lo cual significa que la luz era la misma luz inalterada de la Creación, y no el sustituto que vemos hoy. Cuando Aharón "así" lo hizo, le dio a la luz la calidad de "Y así fue". Entonces, fue tan completa y tan radiante como en el comienzo.
(Adaptado de Janukat ha Torá)
"Y así hizo Aharón!" (Bamidbar 8:3)
Uno de los rasgos menos atractivos de la vida urbana de nuestros días es el graffiti. A veces la motivación es política; otras, anárquica. En realidad, el abuelo del graffiti moderno son las iniciales grabadas en el tronco de un árbol junto con un corazón atravesado por una flecha: "¡Tito y Teresa!", y otras por el estilo...
¿Cuál es el motivo que subyace a esta necesidad de grabar el nombre en la piedra, y de pintar las opiniones en medio de la calle?
Al hombre lo aterroriza el pensamiento de su propia transitoriedad. Al grabar su nombre, trata de extender su vida a miles y miles de años. "Aunque yo me muera, seguiré vivo siempre que alguien lea esto". El graffiti es un grito de angustia frente a nuestra propia transitoriedad.
Leemos que, cuando Aharón encendía la Menorá, lo hacía sin cambiar nada. ¿Qué tiene esto de especial? Por supuesto que si Di-s nos ordena hacer algo, lo haremos sin alterar el orden.
No. Al decir que Aharón no cambió nada, significa que no se movió ni un milímetro del modo en que Di-s le ordenó hacer la Mitzvá. La cumplió exactamente del modo en que se le ordenó. Resistió el deseo natural de agregarle su propia impronta a lo que estaba haciendo, de agregar algo de su propia personalidad, de inmortalizarse a sí mismo.
Aharón fue alabado porque quería hacer nada más ni nada menos que la voluntad de Di-s. La voluntad de Di-s, que son Sus Mitzvot, no tienen fallas. Cuando el Hombre trata de "mejorarlas", está escribiendo un "graffiti" en el edificio de la perfección divina.
(El Rebe de Kotzk, Rabí Yehoshua Bertram)
"Según la palabra de Hashem viajaban los Hijos de Israel" (Bamidbar 9:18)
Cuando pensamos en la primera vez que el hombre puso pie en la luna, probablemente la primera imagen que nos viene a la cabeza es la de Edward Aldrin con los brazos levemente elevados de los costados del cuerpo a causa del bulto de su traje de astronauta. Distorsionada por la curvatura del visor de su casco, se percibe la imagen reflejada del fotógrafo, Neil Armstrong. Frente a él hay unas cuantas huellas que representan ese "salto gigante". Detrás de él, la oscuridad del espacio.
Cada vez que queremos dejar un recordatorio de un evento que marca un hito en nuestra vida, sacamos fotos para inmortalizar la experiencia. Tanto sea una boda como un viaje por el Orinoco, dejamos recuerdos de esas experiencias. Y al dejar recuerdos, estamos fijando dichos eventos en el mapa de nuestra vida, donde quedan estampados como postes de señalización, que nos dicen dónde estuvimos, y muchas veces nos ayudan a aclarar la dirección hacia dónde debemos dirigirnos.
Al irse del Sinai tras la entrega de la Torá, el pueblo lo hizo de un modo imperfecto. La Torá dice: "y viajaron del Monte Sinai el camino de tres días". Rashi explica que "el camino de tres días lo transitaron en un solo día". Y el Rambán dice que "viajaron desde el Monte Sinai con alegría, igual que un niño que sale corriendo de la escuela".
Pero si nos ponemos a pensar en el asunto, resulta difícil comprender qué era imperfecto en su comportamiento. Después de todo, la persona debe correr para hacer una Mitzvá, y ellos "iban corriendo" a Eretz Israel, donde se realizaban muchas Mitzvot en forma exclusiva.
¿Acaso no cumplían meramente con el mandato de realizar las Mitzvot con diligencia?
Por otra parte, en la parashá de esta semana la propia Torá nos enseña que "según la palabra de Hashem viajaban, y según la palabra de Hashem acampaban". Entonces ¿cuál fue su falta, si era Hashem el que determinaba cada uno de sus movimientos?
La falta no estaba en sus actos, sino en sus sentimientos.
Cuando ocurre algo especial en la vida, sentimos la necesidad de dejar un recuerdo que inmortalice dicho momento. Los Hijos de Israel, a pesar de querer llegar lo más rápido posible a Eretz Israel, de todas maneras deberían haberse ido del Monte Sinai, que fue el sitio de la entrega de la Torá, con emociones encontradas, con un poquito de melancolía, por el hecho de estarse alejando del sitial en que fueron creados como pueblo judío, que era todo el propósito de la Creación.
Deberían haber querido "sacar una foto", un recuerdo emocional, de éste, el más grande "salto gigante" de la humanidad.
(Pirké Avot 4:2; Rabí Meir Jadash, Rabí Menajem Tzvi Goldbaum en "Moser Derej")
Shabat Shalom
Comentario sobre la Parashá Behaalotejá - Cuando enciendas
Torá desde Jerusalem
Parashá Behaalotejá - Cuando enciendasLibro Bamidbar / Números (8:1 a 12:16)
Parashá Behaalotejá - Cuando enciendasLibro Bamidbar / Números (8:1 a 12:16)
“Cuando enciendas las velas del candelabro...” (Bamidbar 8:2)
“Y hablarás a Aharón y le dirás: “Cuando enciendas las velas del candelabro…”. A lo que comenta Rashi sobre la relación de las parashiot, diciendo: La parashá del encendido de las velas del candelabro continúa a la de los sacrificios que debían ofrecer los príncipes de las tribus en la inauguración del Tabernáculo, por lo que Aharón llegó a resentirse pues su tribu no fue incluida para ofrendar, y por ello el Eterno le anunció: “Aharón tu obligación es de mayor importancia que la de los príncipes de las tribus”.
Los comentaristas se preguntan sobre este comentario de Rashi: ¿Cómo se demuestra que la importancia de la obligación de la tribu de Aharón, de preparar el encendido de las velas es mayor a la de la ofrenda de los sacrificios? El encendido de las velas puede ser hecho por un Israel no perteneciente a la tribu de Aharón, pero solamente el preparativo de las velas es privilegio de su tribu. Asimismo encontramos que en Shabat todos los sacrificios obligatorios, como los Temidim, los Musafim suponían una profanación a las leyes sabáticas, pero, sin embargo, los preparativos de los mismos debieron ser hechos anticipadamente, no pudiendo realizarse durante el Shabat. En cambio, el encendido de las velas del candelabro del Santuario se podía realizar en Shabat como también sus preparativos, por lo que el Eterno dijo a Aharón: “Tu obligación es mayor que la de ellos”, pues ellos solamente podían realizar la mitzvá y no los preparativos.
La luz en la Torá tiene un gran simbolismo: “Pues la vela es la Mitzvá y la Torá la luz”, y así como una pequeña fuente de luz puede rechazar la oscuridad de un gran espacio, así un dicho de la Torá puede contrarrestar mucha ignorancia.
Vemos en el concepto del candelabro del Tabernáculo, que el preparativo de las velas llega a ser más importante que el propio encendido; asimismo lo vemos en los conocimientos de la Torá, en la que el valor no se encuentra en el conocimiento en sí, sino en el esfuerzo realizado para alcanzarlo y en la intención para el estudio. “Tanto el que alcanzó a conocer mucha Torá como el que no llegó a ello. Lo importante se encuentra en su intención”, así dijeron nuestros Sabios.
El Talmud nos comenta sobre el maestro de Rabí Meír (Baal Hanés) Elishá Ben Abuyá “Ajer” que llegó a niveles de conocimiento de Torá que ni el mismo Rabí Meír llegó a alcanzar. Cómo podemos entender que con tanto conocimiento de Torá, llegara a profanar el Shabat a conciencia y en público. A lo que responde el Talmud que todo radica en la intención, a lo que comenta: Abuyá acostumbraba invitar a los Sabios a su casa. Un día en el entusiasmo del estudio, vio Abuyá cómo una llama se encendía entre las cabezas de los Sabios y ponía en peligro de que se incendiara el techo de madera, a lo que le advirtieron que el fuego de la Torá no daña; observó Abuyá cómo la llama llegaba hasta el techo y no lo quemaba. Se dijo a sí mismo: Si los Sabios son capaces de producir un fuego que no quema, mi hijo para ellos. Toda la intención con la que fue encaminado Elishá por su padre en el estudio de la Torá, fue por el deseo de grandeza, por lo que el estudio de la Torá no hizo efecto en su persona, sino que lo convirtió en un almacén de libros y datos, un sencillo disco duro de computadora.
Muchos programas de estudios se han innovado en las escuelas, con una periodicidad tal que a veces pareciera que la educación se ha convertido en una moda de ropas, cada año una idea nueva o renovada; parecería que no estamos contentos con los alcances educativos de nuestros niños. Educación o enseñanza, existe una gran diferencia entre ambas expresiones. Ya no existen mas centros educativos, pues lo maestros no se sienten responsables ni con derechos a educar, hoy son solamente vendedores ambulantes de conocimiento, escuelas de enseñanza, nuestros hijos saben muchas más materias que nosotros, estudiaron más matemáticas y tal vez hasta más historia, el Internet les “abrió los ojos” a muchas fuentes, pero en verdad creemos que el Internet educa, a quien le importa.
La Mishná en Pirké Avot nos dice: Toda Torá que no es acompañada de un oficio terminará suprimiéndose y acarreará el pecado; una Mishná muy querida por todos a los que les gusta trabajar y no dedican esfuerzo al estudio de la Torá, pero por lo visto olvidan el orden de preferencias que está escrito en la Torá: Lo primordial la educación, la Torá debe ir acompañada por la “necesidad”, pero “si olvido la Torá para qué quiero la necesidad”. Rabí Moisés HaRambam ejerció como médico en la Corte del Sultán de Egipto y ciertamente estudió y practicó para llegar a ese puesto, pero olvidamos que mucho antes ya había alcanzado los niveles mas altos de conocimiento y cumplimiento de Torá, como lo testimonian una larga lista de libros y respuestas, así como su gran obra “Mishné Torá”.
No convirtamos nuestros centros de educación, donde los valores y principios son primordiales, en escuelas de enseñanza, donde los conocimientos y la tecnología son los que determinan el nombre del lugar. Alemania llegó a ser el centro de las ciencias, las artes, tecnología, etc., pero por lo visto les faltó lo único que no tenían y los resultados tristemente los conocimos mas tarde.
Es cierto: “Si no hay pan, no hay Torá”, ya que difícilmente se puede estudiar si no existe ese mínimo para poder vivir, pero no olvidemos la continuación del dicho del pérek: “Si no hay Torá, no hay pan”, ese pan sin Torá puede convertirse en “tóxico”.
Shabat Shalom.
Rab Shlomó Wahnón
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