To bit or not to bit: ¡Advierten que la realidad se está licuando! (*)
La realidad o modernidad líquida es un concepto acuñado por el filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman. A partir de la definición científica de los fluídos, “que no se fijan ni al espacio ni al tiempo y pueden cambiar de forma con facilidad”, Bauman describe cómo la realidad social va camino a licuarse: vivimos en una matrix que no mantiene un rumbo determinado ni la forma. Cada ámbito se ve invadido por la precariedad y la incertidumbre, donde una de las principales preocupaciones es no desactualizarnos ante los cambios, que se producen cada vez más rápidamente. Los vínculos humanos se hacen carentes de compromiso, en un contexto individualista, privatizado, hiperpublicitado e hipertecnificado. Toda una distopía. ¡Haz click para saber más!
(*) La nota de hoy está garantizada 100% libre de sentido del humor.
La saga “líquida” de Bauman incluye varios libros, iniciando en el fundamental “Modernidad líquida”, y sus posteriores “Amor líquido”, “Vida líquida” y “Miedo líquido”, entre otros.
Bauman empieza su descripción a patir de la fluidez, que es la cualidad de los líquidos y los gases. El diccionario define que lo que los distingue de los sólidos es que, “en descanso, no pueden sostener una fuerza tangencial” y, por lo tanto, “sufren un continuo cambio de forma cuando se los somete a esa tensión.”
Dibujo por William Kentridge |
"(…) Los fluidos se desplazan con facilidad. 'Fluyen', 'se derraman', 'se desbordan', 'salpican', 'se vierten', 'se filtran', 'gotean', 'inundan' (…); a diferencia de los sólidos, no es posible detenerlos fácilmente –sortean algunos obstáculos, disuelven otros o se filtran a través de ellos, empapándolos–. Emergen incólumes de sus encuentros con los sólidos, en tanto que estos últimos –si es que siguen siendo sólidos tras el encuentro– sufren un cambio: se humedecen o empapan. La extraordinaria movilidad de los fluidos es lo que los asocia con la idea de ‘levedad’. Hay líquidos que en pulgadas cúbicas son más pesados que muchos sólidos, pero de todos modos tendemos a visualizarlos como más livianos, menos ‘pesados’ que cualquier sólido. Asociamos ‘levedad’ o ‘liviandad’ con movilidad e inconstancia: la práctica nos demuestra que cuanto menos cargados nos desplacemos, tanto más rápido será nuestro avance.”
Bauman usa esta metáfora para referirse al funcionamiento de la sociedad actual, en donde vivimos en una estructura caracterizada por no mantener un rumbo determinado, que no mantiene la forma. En donde cada ámbito –informativo, laboral, afectivo–, se ve invadido por la precariedad y la incertidumbre. En este contexto, en la sociedad líquida, cada vez es más difícil hablar de hábitos o de actividades rutinarias.
Mateo Girón, de la Universidad Autónoma de Madrid, agrega: “Una modernidad en la que incluso los vínculos más íntimos se vuelven líquidos e inestables; en la que el contacto humano, también el sexual y afectivo, se vuelve inconsecuente, transaccional y efímero.”
En la modernidad líquida cada cosa está etiquetada como producto de consumo, ya sea objeto, animal… o persona. Cada producto puede ser publicitado y vendido, y tiene su fecha de vencimiento, incluídos nosotros mismos. En este tipo de sociedad, entonces, ¿qué lugar ocupan el compromiso y la lealtad? La realidad líquida nos enseña a concebir el trabajo y los vínculos con otros humanos como objetos desechables.
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Gianni Sabbione
La realidad o modernidad líquida es un concepto acuñado por el filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman. A partir de la definición científica de los fluídos, “que no se fijan ni al espacio ni al tiempo y pueden cambiar de forma con facilidad”, Bauman describe cómo la realidad social va camino a licuarse: vivimos en una matrix que no mantiene un rumbo determinado ni la forma. Cada ámbito se ve invadido por la precariedad y la incertidumbre, donde una de las principales preocupaciones es no desactualizarnos ante los cambios, que se producen cada vez más rápidamente. Los vínculos humanos se hacen carentes de compromiso, en un contexto individualista, privatizado, hiperpublicitado e hipertecnificado. Toda una distopía. ¡Haz click para saber más!
(*) La nota de hoy está garantizada 100% libre de sentido del humor.
La saga “líquida” de Bauman incluye varios libros, iniciando en el fundamental “Modernidad líquida”, y sus posteriores “Amor líquido”, “Vida líquida” y “Miedo líquido”, entre otros.
Bauman empieza su descripción a patir de la fluidez, que es la cualidad de los líquidos y los gases. El diccionario define que lo que los distingue de los sólidos es que, “en descanso, no pueden sostener una fuerza tangencial” y, por lo tanto, “sufren un continuo cambio de forma cuando se los somete a esa tensión.”
Dibujo por William Kentridge |
"(…) Los fluidos se desplazan con facilidad. 'Fluyen', 'se derraman', 'se desbordan', 'salpican', 'se vierten', 'se filtran', 'gotean', 'inundan' (…); a diferencia de los sólidos, no es posible detenerlos fácilmente –sortean algunos obstáculos, disuelven otros o se filtran a través de ellos, empapándolos–. Emergen incólumes de sus encuentros con los sólidos, en tanto que estos últimos –si es que siguen siendo sólidos tras el encuentro– sufren un cambio: se humedecen o empapan. La extraordinaria movilidad de los fluidos es lo que los asocia con la idea de ‘levedad’. Hay líquidos que en pulgadas cúbicas son más pesados que muchos sólidos, pero de todos modos tendemos a visualizarlos como más livianos, menos ‘pesados’ que cualquier sólido. Asociamos ‘levedad’ o ‘liviandad’ con movilidad e inconstancia: la práctica nos demuestra que cuanto menos cargados nos desplacemos, tanto más rápido será nuestro avance.”
Bauman usa esta metáfora para referirse al funcionamiento de la sociedad actual, en donde vivimos en una estructura caracterizada por no mantener un rumbo determinado, que no mantiene la forma. En donde cada ámbito –informativo, laboral, afectivo–, se ve invadido por la precariedad y la incertidumbre. En este contexto, en la sociedad líquida, cada vez es más difícil hablar de hábitos o de actividades rutinarias.
Mateo Girón, de la Universidad Autónoma de Madrid, agrega: “Una modernidad en la que incluso los vínculos más íntimos se vuelven líquidos e inestables; en la que el contacto humano, también el sexual y afectivo, se vuelve inconsecuente, transaccional y efímero.”
En la modernidad líquida cada cosa está etiquetada como producto de consumo, ya sea objeto, animal… o persona. Cada producto puede ser publicitado y vendido, y tiene su fecha de vencimiento, incluídos nosotros mismos. En este tipo de sociedad, entonces, ¿qué lugar ocupan el compromiso y la lealtad? La realidad líquida nos enseña a concebir el trabajo y los vínculos con otros humanos como objetos desechables.
Enlace al vídeo en YouTube
Sigue Bauman: “No es casual que el mundo de hoy promueva las actitudes que tiendan a dividir y premie las actividades competitivas. Al mismo tiempo, degrada los valores de colaboración y el trabajo en equipo al rango de estratagemas temporales que deben abandonarse o eliminarse una vez que se hayan agotado sus beneficios.”
Esta relación competitiva entre personas (en lugar de la relación cooperativa) es “el resultado de la nueva técnica del poder, que emplea como principal instrumento el descompromiso. Para que el poder fluya, cualquier trama densa de nexos sociales implica un obstáculo que debe ser eliminado. Los poderes globales están abocados al desmantelamiento de esas redes, en nombre de una mayor y constante fluidez, que es la fuente principal de su fuerza y la garantía de su invencibilidad. Y el derrumbe, la fragilidad, la vulnerabilidad, la transitoriedad y la precariedad de los vínculos humanos permiten que esos poderes puedan actuar.” Toda una distopía, pero en este caso no se trata de un jueguito de video: es la realidad, y está sucediendo hoy. Basta mirar a nuestro alrededor para comprobarlo.
VIRTUALIDAD LICUADA
Todo esto, sumado al distanciamiento corporal debido a la creciente mediación de dispositivos tecnológicos, puede producir cambios en los procesos psicológicos. Podemos ver un ejemplo en lo que suele ocurrir con algunos conductores cuando se ponen al volante de un coche, una especie de Jekyll & Hyde.
Catalina Fuentes, de la Universidad de Sevilla,también ha estudiado este fenómeno, en este caso en la relación entre algunas personas en la web: “amparado en la falta de sinceridad o relación personal, el emisor se siente a salvo de cualquier agravio, y se aventura al acoso o insulto del otro, y que sabe que la posible reacción de este nunca llegará a afectarle. El otro no lo conoce, y la mera relación verbal no puede ofender a una imagen que es ficticia, creada, un personaje, en suma (…) en un continuum que va desde la cortesía a la descortesía a la agresividad manifiesta. La participación privada o anónima hace que se puedan eliminar los inhibidores propios de la comunicación cara a cara.”
Modelo clásico del "competir vs. cooperar". A la izquierda, en un dibujo que tiene ya bastantes años, los burritos compiten y luego cooperan. A la derecha, la versión del genial Quino, en donde vemos cómo suele ser la competencia en el mundo real.
¿Qué podemos hacer ante esto? Las herramientas apropiadas están en nuestras manos. Recordemos un concepto hoy en día poco publicitado: la cooperación en lugar de la competencia. Como decíamos hace poco en esta misma sección, cuando existe un contacto real entre personas, aumentan las acciones comunitarias. Conocemos los rostros de la gente y nuestra área de libertad puede extenderse más allá de nuestra puerta de calle.
Y tú, lector asaz interesado en estos menesteres, ¿qué áreas de nuestra vida diaria piensas que podrían tornarse más cooperativas?
¡Hasta el próximo TBONTB!
Fuente: NEOTE
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