Torá desde Jerusalem
Parashá Vayetzé - Y salióLibro Bereshit / Génesis (28:10 a 32:3)
“Y soñó y he aquí una escalera...” (Bereshit 28:12)
“Y soñó y he aquí una escalera basada en la tierra y su cabeza llegaba a los cielos y ángeles celestiales subían y bajaban en ella”. La escalera del sueño de Yaacob se ha convertido a lo largo de la historia en un símbolo en la relación entre lo terrenal y lo espiritual, así como el concepto “sueño” como medio para el mensaje Divino, como dijeron nuestros Sabios: “No hay sueño sin profecía y no hay sueño sin tontería”. Así es como Hashem le advierte a Yaacob sobre lo que le sucederá, así como la promesa sobre su descendencia y bienestar.
No olvidemos que todo sueño tiene un componente de profecía, pero asimismo no hay sueño sin tonterías, y el subconsciente actúa como la memoria de una computadora, almacena todos los datos, fotos y conceptos recibidos durante el día, y en la noche el sueño puede relacionar un hecho con otro sin ninguna lógica, por lo que, como ejemplo podríamos soñar con la abuelita montando a caballo.
Sin embargo, es imposible en esa participación del subconsciente, soñar lo inexistente y es así como dijo el Talmud: “No sueña la persona en la noche, sino lo que vio en el día”, y es esa la razón por la que la Halajá nos considera responsables hasta de nuestros sueños.
Años más tarde Yosef explicaría al Faraón el contenido de sus sueños, y vemos que las explicaciones dadas por Yosef tienen una razón lógica, las siete vacas y las siete espigas, siete años son, y la repetición del sueño es la demostración de que esa profecía estaba cercana a cumplirse, y también encontramos en los sueños del panadero y del mesero, que tal como les explicó Yosef, así ocurrieron.
Por el relato de la Torá podríamos entender el concepto pagano determinista de que la “suerte” está fijada de antemano y nada podrá en contra de la suerte, por lo que consultan a seudo futuristas y nuevas brujas para que les lean las manos y quien sabe que más. Hemos de tener bien claro el concepto de la Torá que aunque existe una inclinación e influencia de todos los valores que nos rodean o que son parte de nuestro ser, sean componentes lógicos como la familia, educación, edad, cultura, seguramente que todos ellos son de vital importancia, pero conceptos como fecha de nacimiento y situación del horóscopo, son menos aceptados. La Torá nos enseña sobre la influencia de todos los factores, pero la decisión de la persona es la que determina los hechos. En la independencia de nuestras decisiones está la responsabilidad por nuestros hechos.
Entre los factores que influyen en nuestra personalidad se encuentra “el nombre”. La Torá nos relató en la parashá Bereshit, sobre el nombre de Adam y Javá, Adam de adamá (tierra) y Javá (procrear); asimismo nos comenta cuando el creador trajo a todos los animales y aves delante de Adam para que les pusiera nombre, y nos confirma la propia Torá que todos los nombres que les puso, fueron los correctos. Adam no tomó un libro de novelas para abrir una página y poner la primera palabra de la misma, sino que Adam sabía sobre la importancia de los nombres y sobre la influencia de los mismos sobre el carácter de cada especie, y siendo los animales que habían sido traídos delante de él los progenitores de toda la fauna del universo sobre todas las generaciones, sabía que estaba fijando la naturaleza por generaciones.
Así encontramos cómo fueron nombrados todos los personajes de la Torá como: Nóaj: descanso, Abram: ab ram, padre elevado, Sará: princesa, Itzjak: risa, Esav: hecho, terminado, Yaacob: retener, Israel: luchaste, Reubén: reu ben, vean que hijo… Así ocurre con una larga lista de nombres que la misma Torá especifica su significado y razón.
Hechos tan sencillo como los nombres, fecha de nacimiento, lugar, etc. tienen tanta influencia sobre nosotros, muchos aspectos más íntimos y de mayor contacto como profesión, amistades… pero no olvidemos que después de todo y tras esas condiciones, somos nosotros quienes tomamos nuestras decisiones y por lo tanto responsables de nuestros hechos.
Shabat Shalom.
Rab Shlomó Wahnón
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