LUZBY BERNAL

jueves, 23 de junio de 2011

Parashá Kóraj - KORAJ 5770


Koraj(Números 16-18)

Koraj 5770

La parashá comienza con el pasuk: Vaikaj Koraj” ("Y tomó Koraj"; Bamidbar 16:1) ¿Qué tomo Koraj? Dice Rashi: “Se tomó a si mismo [y se hizo] a un lado para apartarse de la congregación”.
Agrega Baal Haturim: Vaikaj Koraj, que su guematria (432) es igual a Ze bemekaj Ra (Mala compra). La mala compra que hizo Koraj, fue haber dividido al pueblo de Israel, crear problemas y diferencias, así como también Majloket. Si tomamos la letra Kuf y la ponemos al final de su nombre, nos queda la palabra Rajok (lejos) y eso fue lo que hizo, se alejó.
Cuando una persona sube el tono de voz, grita, le cambia el color de la cara y se le seca la boca, ¿saben qué esta pasando? Hashem se está alejando de él, porque Hashem es Paz (Shalom) y donde hay paz, está Dios, y donde Hashem está no falta nada.
Cuando existe una búsqueda insaciable de honor y poder ¡CUIDADO!, es un peligro inminente que el camino trazado no es el de nuestra Torá. Los pleitos acaban con las personas, con familias y con comunidades enteras, así como con nuestro Beit Hamikdash que aún no se reconstruye (Vaikaj Kamtza y Bar Kamtza).
* * *
En la ciudad de Frankfurt (Alemania), en el siglo XIX, vivían dos importantes familias de Cohanim. La familia Kahn y la familia Kohlb. Todo empezó como una pequeña discusión en el Beit Hakneset del Jatam Sofer (1753-1830), aparentemente sin mayores trascendencias. Sin embargo esta diferencia fue subiendo de tono poco a poco.
Primero dividió a las dos familias. Después, este altercado dividió a todo el Shul, y finalmente a la ciudad entera, en la cual sólo se hablaba de quien tenía la razón en el pleito. Unos tomaban un bando y los otros el bando contrario, sin darse cuenta de la gravedad de la diferencia.
El siguiente paso, fue que los Rabanim mandaron a sus hijos a estudiar fuera de la ciudad, para que los niños y los muchachos no se vieran afectados por el Majloket, y después de 2 generaciones, pasó lo increíble. Después de que Frankfurt había sido cuna del Idishkait, se volvió una ciudad reformista. ¿Por qué? Vaikaj Koraj(y Hashem se fue).
* * *
Cuentan los Jasidim, derej hadrush, que dos hermanos que se querían mucho, un día se pelearon por una discusión aparentemente sin importancia.
Se dejaron de hablar y parecía que no se conocían. No se saludaban y se alejaron por completo. Cuando uno tenía una Simjá el otro no iba, y cuando el otro tenía también una fiesta, el primero tampoco asistía. Así pasaron los años y cada vez la distancia fue mayor y mayor. Pero ninguno cedía a su honor y su poder. (Vaikaj Koraj).
Finalmente llegó el momento tan esperado. El hermano mayor casaba a su último hijo, ya no eran tan jóvenes y las canas asomaban en sus cabellos como aviso de que “no somos residentes de este mundo”.
El hermano mayor fue a ver a su hermano menor y le dijo así: “Yo se que nos hemos alejado, nuestras diferencias han apartado a nuestras familias, sin embargo, recuerda a nuestros padres”.
“Estoy casando a mi último hijo y es nuestra última oportunidad de reconciliarnos. Te pido por favor, por el recuerdo de nuestros padres que vengas y dejemos de una vez por todas estas diferencias atrás”.
“Ya veremos”, dijo el hermano menor. Pensó: “Ya flaqueó mi hermano mayor, se está haciendo viejo, claro, él sabe que yo siempre tuve la razón y por fin lo admite (Vaikaj Koraj).
Llegó el día de la boda. Sin duda, la riqueza desbordaba por doquier. Los mejores platillos, servicio de primera, la mejor orquesta, flores como no se habían visto y la decoración del lugar digna de una boda de cuna real, las bebidas importadas de lugares lejanos y demás.
El hermano mayor no se movía de la puerta y solo pensaba, “Todo esto no vale la pena si mi hermano menor no llega. Primero Dios va a venir”. Leía Tehilim y clamaba al cielo: “¡Que venga mi hermano, por favor Hashem, que venga mi único hermano!”.
Uno de los violinistas, se acercó y le dijo: “Perdone usted, ¿Por qué no está feliz, patrón?, está casando a su último hijo, goce la boda, le está costando mucho dinero”. “¿Cómo dice? Está usted equivocado, estoy muy contento”. “No”, dijo el violinista, “yo conozco a la gente y usted está triste”. Él lloró y le dijo: “Es cierto, sufro mucho. Sólo tengo un hermano y no llega”. Abrió su corazón y le contó al violinista la historia de lejanía entre ambos.
“No se preocupe”, le dijo el músico “¿Me da usted una caja de vino? ¡Yo se lo traigo!”. “¿Qué? ¡Le doy 5 cajas! ¡Corra y haga que venga! Sepa usted, querido violinista, mi hermano menor ama el sonido del violín con frenesí, y si lo escuchara le encantaría”.
Mientras tanto, el hermano menor en su casa, debatía en su mente. “Debo ir, es mi único hermano y ya me dio la razón” “No, mejor no voy, ¿por qué le voy a dar en el gusto?, él nunca fue a las Simjes de mis hijos, bueno, no lo invité”. Así seguía sin parar: “Sí voy, no voy”. Finalmente, se tomó una botella de vino, se quedó dormido y ganó el “no voy”.
Tocaron una y otra vez a su puerta y finalmente se levantó. “¿Quién es?”, preguntó, aún bajo los efectos del alcohol. “Soy un mendigo Iehudí que busca un pedazo de pan y un vaso de agua”, respondió la voz afuera de la puerta. “¿Qué? ¡Hajnasat Orjim! ¡Pase inmediatamente!”.
Lo sentó en su mesa, le sirvió de comer y de beber como rey, y finalmente le dijo: “Veo que trae usted un violín, ¿Podría hacerme el favor de tocar algo? Yo soy amante del violín”. Comenzó el violinista a tocar con toda su alma. Con un sentimiento como nunca lo había hecho, con una verdadera inspiración divina.
El hermano menor cerró sus ojos, se salió de sí mismo y empezó a bailar al ritmo de la música del violín. Si se movía el violín, él se movía atrás de él. Al ver esto el músico, se dirigió a la puerta de la casa, la abrió y salió a la calle.
Seguía tocando, y tras él, el hermano menor. Se deslizaron como en un sueño por las calles y lo trajo con su música, su sensibilidad, hasta que llegaron a la boda. Lo trajo el violinista hasta el Maagal (rueda de baile) y paró de tocar. Abrió el hermano menor sus ojos y vio frente a él los ojos de su hermano mayor. El silencio llenó el salón y el hermano mayor le dijo cruelmente en voz alta: “Tenías que venir vestido como un príncipe, no en pijama” (Vaikaj Koraj).
Cuantas veces tenemos la oportunidad de hacer algo como Dios manda y al final lo hacemos a la fuerza y quedamos mal. Koraj hoy en día grita Moshé emet beTotató emet. ¿No hubiera sido más fácil si hubiera reconocido desde un principio?
A veces, con sólo quedarnos callados y bajar la cabeza, podemos ganar tanto.


No hay comentarios: