Contemplar el Evangelio de hoy
Día litúrgico: Jueves XXIX del tiempo Ordinario
Texto del Evangelio (Lc 12,49-53):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a prender
fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por
un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido
a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de
cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán
divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre
contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la
nuera contra la suegra».
Comentario: Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach (Vilamarí, Girona, España)
He venido a prender fuego en el mundo
Hoy,
el Evangelio nos presenta a Jesús como una persona de grandes deseos:
«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!»
(Lc 12,49). Jesús ya querría ver el mundo arder en caridad y virtud.
¡Ahí es nada! Tiene que pasar por la prueba de un bautismo, es decir, de
la cruz, y ya querría haberla pasado. ¡Naturalmente! Jesús tiene
planes, y tiene prisa por verlos realizados. Podríamos decir que es
presa de una santa impaciencia. Nosotros también tenemos ideas y
proyectos, y los querríamos ver realizados enseguida. El tiempo nos
estorba. «¡Qué angustia hasta que se cumpla!» (Lc 12,50), dijo Jesús.Es la tensión de la vida, la inquietud experimentada por las personas que tienen grandes proyectos. Por otra parte, quien no tenga deseos es un apocado, un muerto, un freno. Y, además, es un triste, un amargado que acostumbra a desahogarse criticando a los que trabajan. Son las personas con deseos las que se mueven y originan movimiento a su alrededor, las que avanzan y hacen avanzar.
¡Ten grandes deseos! ¡Apunta bien alto! Busca la perfección personal, la de tu familia, la de tu trabajo, la de tus obras, la de los encargos que te confíen. Los santos han aspirado a lo máximo. No se asustaron ante el esfuerzo y la tensión. Se movieron. ¡Muévete tú también! Recuerda las palabras de san Agustín: «Si dices basta, estás perdido. Añade siempre, camina siempre, avanza siempre; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Se para el que no avanza; retrocede el que vuelve a pensar en el punto de salida, se desvía el que apostata. Es mejor el cojo que anda por el camino que el que corre fuera del camino». Y añade: «Examínate y no te contentes con lo que eres si quieres llegar a lo que no eres. Porque en el instante que te complazcas contigo mismo, te habrás parado». ¿Te mueves o estás parado? Pide ayuda a la Santísima Virgen, Madre de Esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario