Torá desde Jerusalem
Parashá Behar - En el MonteLibro Vayikrá / Levítico (25:1 a 26:2)
"Proclamareis la libertad a lo ancho de la tierra a todos sus habitantes" (Vayikrá 25:10)
El 8 de julio de 1776 sonó en la torre del Salón de la Independencia de Pennsylvania un sonar de campanas que cambió al mundo entero. La Campana de la Libertad convocó a los ciudadanos a oír la primera lectura pública de la Declaración de la Independencia, que llevaría a cabo el Coronel John Nixon.
Cerca de veinte años antes la Asamblea de Pennsylvania había ordenado la construcción de la Campana en conmemoración del quincuagésimo aniversario de la Carta de Privilegios de William Penn de 1701.
En la campana había inscripto un versículo de la parashá de esta semana: "Proclamareis la libertad a lo ancho de la tierra a todos sus habitantes". Siendo que la campana habría de conmemorar el "jubileo" (del hebreo "yovel") de la Carta de Pennsylvania, esta cita de la Biblia se consideró sumamente apta, ya que el versículo precedente reza: "Y santificareis el quincuagésimo año".
Uno de los aspectos más famosos de la Campana de la Libertad es su rajadura. Cuando se colgó la Campana para ensayar su sonido el 10 de marzo de 1753, Isaac Norris escribió: "Tuve la mortificación de oír que se rajó con un golpe del badajo"
La campana fue fundida y remoldeada. Y se le agregó unos ochenta gramos de bronce por kilo de peso, para que fuese menos frágil.
El 29 de marzo de 1753 fue colocada la nueva campana en el campanario. A nadie le gustó como sonaba. "Da la impresión de que le agregaron demasiado bronce". Esta segunda campana tambien se rajó, y la rajadura creció más y más hasta que, finalmente, el día del cumpleaños de Washington, en 1846, la campana ya no se pudo hacer sonar más. Hasta el presente, todos los 4 de julio se "toca" la Campana de la Libertad en forma simbólica.
Si uno se pone a pensar, resulta sorprendente que un símbolo tan famoso sea algo tan imperfecto. Es más: su propia imperfección es parte de su fama.
A veces, cuando contemplamos la vida que vivimos, es fácil estar abatidos. Nos parece que el reloj avanza cada vez más rápido. Hay tanto por alcanzar, y hemos logrado tan poco. "lo que nos parecía una imperfección mínima ahora nos parece cada vez mas un defecto de enorme importancia.
¿Acaso alguna vez llegaremos a dominar nuestros malos impulsos? ¿Alguna vez nos libraremos de las reacciones reflejo de nuestra bajeza, para tomar la rueda de nuestras vidas en conformidad con los deseos del Creador? Es fácil desesperarse...
Tal vez no sea simple coincidencia que la campana rajada "proclame la libertad a lo ancho de la tierra".
No somos perfectos. Todos tenemos nuestras "rajaduras". Pero hasta el más defectuoso de nosotros, incluso aquel cuyos meritos no suenan como una campana, tiene el potencial de proclamar la libertad, la verdadera libertad. Porque la verdadera libertad es cuando controlamos nuestros impulsos en vez de que ellos nos controlen a nosotros. No obstante, solo podremos lograr la libertad si estamos dispuestos a grabar profundamente en el corazón las palabras de la Torá. La Torá es capaz de dejar una impresión hasta en el corazón de hierro. Hasta la persona menos sensible y más solitaria vera que, si estamos dispuestos a grabar las palabras de libertad de la Torá en nuestros corazones de hierro, oiremos la proclamación de la libertad como una campana que resuena en nuestras vidas.
Shabat Shalom.
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