Con
la velocidad que suceden los acontecimientos día a día todos sentimos
que no nos alcanza el tiempo, que se nos escapa, que todo se acelera y
que pareciera que no llegamos. Siempre estamos corriendo, enganchados en
un tren que va cada vez más rápido y sintiendo que nos quedamos atrás.
Perdemos el momento presente, no lo vivimos, lo pasamos por alto en esta
carrera diaria.
Paradójicamente
podemos ir a ese ritmo, siempre que nuestra atención esté absolutamente
enfocada en cada momento. Cuando éramos niños teníamos esta experiencia
de vivir totalmente en el momento presente, con simpleza e inocencia, y
la podemos volver a recrear.
Nuestro
intelecto vive naturalmente en el pasado o en el futuro, ésa es su
función, ya que está resolviendo lo que sea que esta dualidad le
presenta. Esto provoca un elevado nivel de estrés, temiendo repetir el
pasado en el futuro, y esto activa la adrenalina, y el control se torna
permanente. Pero en realidad no podemos controlar nada, podemos planear
pero no controlar, y sin embargo, el miedo a lo que pueda suceder no nos
deja soltar la rigidez de ese control para poder hacer los cambios
necesarios.
Entonces,
¿qué podemos hacer? Nada sale como lo planeamos, hacemos lo mismo de
siempre y vemos que ya no funciona. Tenemos una idea de cómo solíamos
hacerlo, lo aplicamos, ¡y no va! Es como utilizar los métodos de antes
de la internet a este tiempo. ¡Imposible! Pero nuestras mentes a veces
tienen esa brecha, experimentan esa diferencia. Y no se trata de decir
que no a lo que está sucediendo, se trata de abrirnos a cambiar.
Podemos
descubrir el poder del momento presente. Podemos soltar la rigidez de
las viejas formas y abrirnos a lo que es el ahora. Podemos recrearnos en
cada momento de acuerdo a lo que la vida nos presenta. Nunca es tarde,
podemos soltar el bagaje que nos limita, ahora.
En
este momento, podemos permitir que los cambios sucedan, que lo viejo
encuentre su camino de salida, y confiar en lo nuevo que se presenta, o
al menos abrirnos a ello. La insania es el hacer siempre lo mismo y
esperar un resultado diferente. Y sin embargo así vivimos a diario.
Hacemos siempre lo mismo y nos peleamos con lo que sucede porque es
siempre lo mismo también.
Hoy
les propongo ver en cada momento cómo podemos hacer algo diferente y
abrirnos a sentir, ver y experimentar el resultado, sin expectativas y
con inocencia. Tal como les cuento en mi libro y película, vivimos como
si estuviéramos mirando a través de una ventana sucia, teñida por
nuestras experiencias y viendo entonces sólo lo que nuestra percepción
nos permite ver. Al nacer, esa ventana estaba limpia. Hoy la podemos
limpiar otra vez.
La
percepción de escasez, por ejemplo, hace que demos a la vida un
poquitín, para estar seguros, y sin embargo esperamos de vuelta todo. Si
nos abrimos más, si damos más, podremos recibir más, nuestra percepción
va a ir cambiando, porque la vida se trata de aquello que tú le das, y
de aquello que tú eliges en cada momento.
Entonces,
por ejemplo, si le das a la vida, a tu experiencia, un ciento por
ciento, vas a obtener un millón por ciento de vuelta, si le das un 40%
obtendrás eso mismo, y si le das incluso un 90%, obtendrás no más que un
90% de vuelta.
Para
ejemplificar esto: ¿Vieron cuando no tienen ganas de hacer algo por x
motivo y lo hacen igual, pero a medias? ¿Han notado que generalmente el
resultado no es satisfactorio?
Entonces,
lo que harás es tu elección y lo que recibirás también. Si lo das todo,
vas a obtener de vuelta más de lo que tu imaginación pueda concebir.
Obtendrás todo, obtendrás el paraíso en la tierra. ¿Por qué? Porque no
serás ya prisionero del miedo, porque la vida la caminas con el color de
la confianza y la entrega, porque el amor incondicional en tu corazón
te guía momento a momento. Y así no podrás crear nada menos que lo mejor
para ti y los que te rodean, y sin duda crearás dicha, paz y más amor
en cada momento.
Isha
Con amor se los transmito
Dannys.
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