Torá desde Jerusalem
Parashá Pekudé - RecuentoLibro Shemot / Éxodo (38:21 a 40:38)
Parashá Pekudé - RecuentoLibro Shemot / Éxodo (38:21 a 40:38)
"...el Tabernáculo del Testimonio..." (Éxodo 38:21)
El Tabernáculo era en sí mismo testimonio de la precisión del recuento de Moshé, porque si hubiera habido hasta la menor malversación de fondos, ciertamente la Presencia Divina no se habría posado sobre él.
Por ese motivo, se lo llama el Tabernáculo del Testimonio.
"Moshé erigió el Mishkán; colocó sus zócalos y puso en su lugar sus tablones, e insertó sus listones y erigió sus columnas" (Éxodo 40:18)
¿Dónde están los secretos ocultos del mundo? ¿En qué parte de la Creación habremos de hallarlos?
Al estudiar el Mishkán y sus vasijas, sus sogas, la Menorá, la descripción de su armado y desarmado, estamos contemplando los secretos del mundo.
Pocos son los que son capaces de penetrar en la profundidad del Mishkan. Tal vez un solo hombre sabio y santo en cada generación. Tal vez unos pocos más individuos excepcionales con la instrucción de un gran sabio de la Torá logren tener una idea de esos secretos ocultos.
Sin embargo, es deber de cada judío ahondar y profundizar y rezarle a Hashem para que le abra los ojos aunque sea un poquito, a fin de contemplar aunque sea un solo instante dichos misterios.
Porque cuando la persona se esfuerza, encuentra. La Torá está casada con el pueblo judío. La Torá quiere impartirles sus secretos a los que son dignos de ellos, porque "más que el ternero quiere mamar, la vaca quiere dar de mamar".
Cada uno de nosotros es capaz de descubrir constantemente nuevas ideas de la Sagrada Torá, siempre y cuando dirija su corazón al Cielo. Con tan solo mirar hacia arriba, Él mirará hacia abajo e iluminará nuestros ojos con la luz de Su Torá.
"Él debe hacer el lavabo de cobre... de los espejos de las legiones..." (Éxodo 38:8)
Cuando miras a otra persona, ¿qué ves? Notas todos los defectos de carácter que el tanto trata de ocultar. Cuando miras a otra persona, piensa que estás mirando al espejo. Asi como el espejo nos revela nuestras características físicas feas, cuando nosotros veamos en otros defectos en sus características personales, debemos revisar esas mismas características en nosotros mismos a modo de erradicarlos. Eso es lo que el dicho quiere decir "¿Quién es sabio? Aquel que aprende de toda persona" (Pirké Avot).
Cuando los cohanim (sacerdotes) se preparaban para el servicio a Hashem en el Mishkán, ellos se lavaban sus manos y pies. En un nivel místico, este lavado era para quedarse ellos mismos limpios de cualquier impureza espiritual, de cualquier defecto, inclinación o parcialidad. El lavabo en el que se limpiaban estaba hecho enteramente de espejos. Ellos recordaban a los cohanim que a modo de distinguir sus propias imperfecciones, ellos debían primero mirar a su vecino, que él sea su espejo espiritual. Ellos debían revisarse esas faltas en el carácter que ellos encontraban en otras personas. Porque si fuera que debían mirarse solo a sí mismos, les sería muy difícil identificar sus propias faltas.
(Toldot Yaacob Yosef)
"Este es el recuento de los gastos del Tabernáculo" (Éxodo 38:21)
El cuerpo es como un traje de astronauta. Es lo que permite que existamos en este mundo. Ese es su único propósito. ¿Quién podría confundir el traje de astronauta con la persona que hay adentro?
Con anterioridad al pecado de Adam y Javá, no existía la vergüenza, y, por consiguiente, no habia necesidad de ir vestido. Ellos eran capaces de percibir con claridad que la esencia de la persona es su neshamá, su alma, y que el cuerpo es solamente el "traje de astronauta". Pero, tras el pecado, esa distinción ya no fue tan clara, e hizo falta demostrar que el cuerpo tiene importancia únicamente en la medida en que asiste a la neshamá. Por ser el cuerpo algo visible, es muy fácil equivocarse y asumir que es la parte principal del ser humano. Es por ese motivo que la ropa, al cubrirlo, pone énfasis en el hecho de que el componente fundamental del individuo es su neshamá, su esencia espiritual interna.
El Midrash (Tanjumá Bamidbar 3) nos enseña que cuando se construyó el Mishkán, Hashem dijo que correspondía que hubiera allí tzniut (ocultamiento, recato). El propio Mishkán estaba cubierto igual que una kalá (novia), con un velo adelante y una cola por detrás. La esencia del Mishkán es la Shejiná, la Presencia Divina, que allí habita. Si solo somos capaces de percibir la gloriosa estructura externa, atribuyéndoles santidad intrínseca a los meros materiales, olvidándonos de la esencia espiritual, el Mishkán se transforma en algo asi como un ídolo.
Del mismo modo, la Torá exige un grado extra de tzniut (recato) para la mujer judía. En las culturas seculares, las mujeres están desvaloradas, y a veces, no son más que meros objetos físicos. Se pone énfasis en lo que ven los ojos, en el "traje de astronauta". Por el contrario, la mujer judía se viste de un modo tal que enfatiza su esencia interior. "Toda la gloria de la hija del Rey está adentro".
Shabat Shalom.
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