Torá desde Jerusalem
Parashá Sheminí - Octavo
Libro Vayikrá / / Levítico (9:1 a 11:47)
Parashá Sheminí - Octavo
Libro Vayikrá / / Levítico (9:1 a 11:47)
“Vihiyitem kedoshim ki kadosh Ani” (Vayikrá 11:44)
“Vihiyitem kedoshim ki kadosh Ani”. “Y seréis Kedoshim (diferentes) pues Yo soy Kadosh”. Así termina la parashá de esta semana, tras enumerarnos los animales, aves y peces permitidos de comer y los prohibidos de consumir.
El Todopoderoso nos compara consigo en el simple hecho de cuidarnos de los alimentos prohibidos, hasta el nivel que nos advierte la Torá: “No contaminen vuestras almas”, “al tesakezu” ingiriendo reptiles. No contaminen, no impurifiquen, sean como Yo… ¡Qué importancia tienen los alimentos que ingerimos!, y la Torá nos advierte en todos los niveles espirituales y corporales culminando sus advertencias diciendo “Venitmetem bam”, y se impurifiquen con ellos, a lo que dijeron nuestros Sabios: No digas “Venitmetem” sino “Venitamtem”, y atrofien su inteligencia.
Los alimentos que ingerimos no sólo reponen las células y abastecen de energía a nuestro cuerpo, sino que les da vida no sólo física sino espiritualmente. Es por ello que el Talmud nos dice, que Di-s prueba a los justos en todas las exigencias de la Torá excepto en las prohibiciones de la comida para no dañar sus almas. El Shulján Aruj en Halajot Shabat, (halajá 343), dice que a un niño pequeño que aún no entiende, su padre tiene obligación de apartarlo de alimentos prohibidos por la Torá y no darle de comer de los mismos, y cuando llega a la edad en que comprende y come por sí mismo, se le debe explicar sobre esos alimentos prohibidos, como lo dicen nuestros Sabios.
La Torá nos maravilla con sus enseñanzas en ese pequeño espacio, que nuestra inteligencia es capaz de entender. El Talmud en el Tratado de Julín, pregunta: ¿Acaso Moshé era cazador o arquero que nos dijo: “Y les dijo el Eterno a Moshé y Aarón: Decidles a los hijos de Israel: Estos son los animales que podréis comer de entre los que hay sobre la tierra. Todo el que tiene pezuña partida y rumia podréis comer. Pero no comeréis los que sólo rumian o sólo tienen pezuñas partidas”, como el camello… el conejo… la liebre que rumia y no tiene pezuña hundida… el cerdo que tiene pezuña hundida y no rumia. La Torá nos asegura que estos son los únicos animales que cumplen con una sola condición, con las dos o sin ningunas hay muchísimos, pero con una “sola condición” solamente cuatro: el camello, la liebre, el conejo y el cerdo. Acaso, aún cuando Moshé hubiera sido cazador o arquero, ¿cómo podría haber conocido los animales existentes al otro lado del océano, o en la Antártida, tierras desconocidas hasta entonces? Comenta el Rambam, Rabí Moshé ben Maimón, hace alrededor de mil años: Todo cuadrúpedo rumiante tiene pezuñas, excepto el camello y todo cuadrúpedo que tiene pezuñas es rumiante, excepto el cerdo. ¡Qué confianza tenían el Talmud y más tarde el Rambam, para asegurar ciertos hechos que podrían haber sido contradichos siglos más tarde!. Ellos sabían que no se equivocaban, ya que sus conocimientos estaban basados en la Torá; no habían estudiado zoología en la Universidad de Harvard, ni formaron parte de ninguna expedición científica al polo norte.
La Torá continúa diciéndonos: “¡Estos peces comeréis, de todo lo que hay en las aguas, todo el que tenga aleta y escamas comeréis!”. A lo que agregó la Mishná en el Tratado de Nidá: Todo el que tiene escama tiene aleta, y hay el que tiene aleta y no tiene escama. ¿Cómo podía la Mishná asegurar una verdad científica sin la posibilidad de haber conocido las profundidades del océano?. Miles de seres acuáticos fueron desconocidos hasta que los adelantos tecnológicos permitieron investigar las profundidades marítimas. Peces capaces de vivir bajo altas presiones, faltos de luz y con escasa concentración de oxígeno, aparentes ser seres extraterrestres, que ni la imaginación humana hubiera aceptado su existencia, sin embargo no se encontró ninguno que no cumpliera lo dicho por la Mishná.
Shabat Shalom.
Rab Shlomó Wahnón
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