LUZBY BERNAL

sábado, 27 de enero de 2018

2 Comentario Parashá Beshalaj



Torá desde Jerusalem



Parashá Beshalaj - Al dejar salir
Libro Shemot / Éxodo (13:17 a 17:16)


Comentario sobre la Parashá

¡Y fue cuando envió Paró al pueblo...! (Shemot 17:1)
“Y fue cuando envió Paró al Pueblo y no los condujo Hashem por la tierra de los filisteos ya que era cercana, pues dijo Hashem: No vaya ser que se arrepienta el Pueblo cuando vean guerra y regresen a Egipto”.
Nos enseña la Torá en este relato la obligación que todos tenemos todos en evitar la prueba, no solamente para con nosotros sino mismo para con el prójimo: “Delante del ciego no pongas el tropiezo”. 
La prohibición de poner un obstáculo delante de quien no lo ve, abarca un amplio campo de situaciones físicas como intelectuales así como espirituales, y llegan a ser consideradas de mayor gravedad a veces que el propio hecho, como dijeron nuestros Sabios: Quien equivoca al compañero y lo desvía del buen camino es peor que quien lo mata, pues el asesinato le hace perder este mundo, pero quien lo equivoca le hace perder la eternidad.  Por esa razón consideró el Rey David al burlón o payaso, quien se comporta sin razón de hechos, como el peor, pues la perdida del tiempo de manera premeditada niega la razón de la existencia.
Nos encontramos en el mundo de los hechos.  Es cierto que el error es humano, y es por eso que no existe error que no pueda ser corregido excepto el que hace equivocar al prójimo, y mucho peor cuando hacer equivocar al publico, pues mismo si quien reconoce su error y se arrepiente de lo que hizo, ¿quién le asegura que el afectado reconozca y se arrepienta?, y la responsabilidad por nuestros hechos nos hace responsables de las equivocaciones ajenas de las que fuimos causantes, aún si no lo fuimos directamente.
Entonces cantaron Moshé y los hijos de Israel este cántico al Todopoderoso: “Pues Altísimo es, al caballo y a su jinete lanzó al mar”.  Preguntaron nuestros Sabios, si el jinete egipcio mereció ser castigado por sus crueldades, ¿qué culpa tuvo el caballo para ser castigado junto con su jinete?, a lo que respondió Rabí Akiva: la Torá nos enseña que Hashem consideró culpable al caballo por ayudar a su jinete en su maldad, entonces cuanto más es considerado merecedor al que ayuda a hacer una buena obra.
A diferencia de una sociedad económica en donde el reparto lógicamente es a cuenta de los socios, en la sociedad espiritual el reparto no es matemático sino todo lo contrario, cuantos más participan en la mitzvá más reciben los participantes en la misma.  Pues “Gadol Hameasé min Haoshé”.  Más valor tiene el que hace hacer que el que lo hace, pues al participar a otros en la Mitzvá los está predisponiendo a que puedan hacer mas mitzvot, como la que se acostumbraron a hacer.
Preguntaron los comentaristas del por qué, del castigo de los egipcios si en verdad Egipto recibió al Pueblo de Israel cuando el hambre reinaba en la zona y les dieron de comer, por lo que le salvaron las vidas.  Considerando que la esclavitud era una forma aceptada de trabajo en aquella época y seguramente preferible que al hambre y la muerte, ¿dónde está la culpabilidad de los egipcios?, a lo que nos señala la Torá que Egipto fue castigada por hacer trabajar al Pueblo de Israel cruelmente, por encima de lo necesario.  Abodat Parej, les hacían construir y destruir lo construido, les hacían trabajar trabajos impropios, trabajos de jóvenes a ancianos y de ancianos a jóvenes, trabajos pesados a mujeres y trabajos femeninos a los hombres...
Quisieron destruir el orden de la Creación, a lo que vino la respuesta del Creador para demostrar al mundo que existe orden, pero ¿acaso no ocurre lo mismo hoy en día?  Intentamos destruir todos los órdenes naturales con respuestas filosóficas sin bases, como el derecho a la igualdad, a los diferentes y respeto a los desvergonzados, tumbando todos los límites que fundaron nuestra sociedad convirtiéndola en una suciedad y en donde la inteligencia se convierte en estupidez y el placer en un principio.  No nos equivoquemos, la Torá es anti-masoquista, no solamente que considera que todo lo que fue creado como que se hice para el placer del ser humano, sino que prohíbe todo sufrimiento innecesario, pero sí exige orden y control: dónde, cuándo, cuánto y cómo, son de las preguntas que debe hacerse toda persona antes de realizar cualquier acto.
Es cierto que la naturaleza tiende al desorden, el universo contrariamente a quienes no saben, no se creó por casualidad, la complejidad y la exactitud son condiciones antinaturales pero totalmente necesarias.  La hemoglobina nunca se hubiera formado por un encuentro causal sino casual de unos cuantos átomos de carbono, hidrógeno, oxigeno y hierro perdidos en el espacio.  Es nuestra mente atrofiada por los placeres sin control la que quiere hacernos creer lo que lógicamente es imposible, con teorías que nos crean más preguntas que respuestas.  Pero por lo visto el grito freedom, salió de boca del humano antes de que su cerebro entendiera las consecuencias. 
Rashi en diferentes momentos de su comentario a la Torá nos indica que donde el desorden reina, encontramos la idolatría, tal vez nos quiso decir que el desorden es su pilar. 
Shabat Shalom.
Rab Shlomó Wahnón


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