CRISTO
10. “No todos los que Me digan: ¡Señor, Señor!, entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que hagan la voluntad de Mi Padre que está en el Cielo. Muchos Me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor!, ¿no profetizamos en Tu nombre? ¿No expulsamos a diablos en Tu nombre? ¿No hicimos muchos milagros en Tu nombre? Yo entonces les diré: nunca os conocí; apartaos de Mí, los que ocasionáis cosas malas. (Cap. 27, 10)
Cristo explica, rectifica y profundiza la palabra:
Pero quien lleva a cabo obras desinteresadas sin esperar ni recompensa ni reconocimiento, es el que hace la voluntad de Mi Padre; pues, tal como actúa, del mismo modo piensa y habla.
Las obras desinteresadas surgen sólo a partir de sensaciones y pensamientos llenos de la plenitud de Dios. Si los pensamientos del hombre son impuros, también sus palabras serán triviales y sus actos egocéntricos.
Comprended: quien en apariencia habla desde el Yo Soy, es decir que aparentemente pronuncia Mi palabra, y en apariencia lleva a cabo obras en Mi nombre, viviendo muy bien gracias a ello, ya ha recibido su recompensa. No recibirá ninguna otra recompensa en el Cielo. Quien desinteresadamente haga obras del amor, y trabaje para ganarse el pan terrenal, recibirá en el Cielo la justa recompensa.
Comprended: el pan espiritual es el alimento espiritual del alma. El pan para el cuerpo hay que ganarlo según la ley del “ora y trabaja”.
El pan espiritual viene de los Cielos y les es dado a los que guardan la ley del amor y de la vida y también cumplen el mandamiento “ora y trabaja”.
El alimento terrenal lo regaló Dios al hombre a través de la tierra. Los frutos de la tierra necesitan ser preparados mediante el trabajo de las manos; de manera que el trabajador se merece la recompensa por su trabajo.
¡Comprended la diferencia entre el pan para el alma y el pan para el cuerpo terrenal! Es verdad que ambos proceden del mismo manantial, pero uno es espiritual y le es dado al alma, y, el otro, es sustancia densa material, y le es dado al cuerpo físico. Lo que el gran Espíritu, Dios, regala al hombre para el cuerpo físico, necesita trabajo humano; por ejemplo, hay que sembrar, cultivar, cosechar y preparar. Y, para ello, el hombre debe ser recompensado por parte del hombre.
En el Reino de Dios sólo será admitido el que lo haga todo por amor a Dios y a los hombres.
http://www.universelles-leben.org/cms/es/quienes-somos/el-sermon-de-la-montana.html
TRABAJADORES DE LA LUZ
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