LUZBY BERNAL

lunes, 7 de marzo de 2011

Colombia. A escena, una nueva generación del teatro

 
Colombia. A escena, una nueva generación del teatro
Jóvenes dramaturgos dan aire fresco a las obras teatrales colombianas. Aquí, cuatro ejemplos.
Influenciados por el cine, formados en el exterior, 'hijos' del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá y transgresores de las reglas tradicionales.

Estas son algunas de las características de los nuevos directores teatrales y dramaturgos nacionales, que se han consolidado en la escena del país.

Pedro Salazar, Jorge Hugo Marín, Pedro Miguel Rozo y Laura Villegas han llamado la atención de la crítica y del público, con sus diferentes estilos, que se mueven entre lo clásico, lo multidisciplinario y lo experimental.

EL TIEMPO habló con estos artistas sobre sus principales obras, las características de su trabajo y su relación con los actores.

Pedro Salazar, detrás de los clásicos

Para el director bogotano Pedro Salazar, el teatro es una gran apuesta: "Cada obra es un salto al vacío, un verdadero riesgo. Uno nunca sabe cómo le va a quedar".

Esta apuesta, en su caso, ha arrojado resultados positivos. Ejemplo de ello es su último montaje, The Pillowman, elegido por los lectores de Eskpe y Vive.in
como el mejor del 2010.

Salazar fue asistente del maestro francés Patrice Chéreau en la ópera Tristán e Isolda, que, según él, le abrió los ojos al mundo de la dirección. "Fue una enseñanza impresionante, me demostró toda la paciencia, el rigor y la atención que se requieren para esto. Además, me ayudó a ver que los grandes clásicos siguen vivos y que hay público para ellos", dice.

Por eso, ha llevado a escena obras como La vida es sueño, del español Pedro Calderón de la Barca, y tiene planeado montar una trilogía de William Shakespeare.

Estudió en la escuela de dirección de Columbia University, de Nueva York, y en la escuela de Teatro de Jacques Lecoq, en París. Asegura que una de las claves para la evolución del teatro en Colombia es el Festival Iberoamericano de Bogotá. "El Festival nos hizo ver el teatro del mundo, nos ha ayudado a soñar en grande y a entrar en diálogo con el teatro contemporáneo", añade.

A la conquista de espacios no convencionales

Cuando tenía 12 años, Jorge Hugo Marín era monaguillo en la iglesia de Sabaneta (Antioquia) y entre las plegarias surgió su amor por el teatro. "Me encantaba ver la reacción de la gente cuando el padre doblaba la hostia o cuando sonaban las campanas. Ahí empezó un gusto por esos actos que influencian al público", dice Marín.

Este dramaturgo antioqueño suele usar espacios no convencionales. Los autores materiales, su última obra, se desarrolla en la cocina real de una casa. "Creo que lo que cambia es la parte actoral y la manera como nos confabulamos a partir del trabajo vivencial, que es mucho más cercano a un
performance que a una representación", dice el director.

Marín se formó en la Facultad de Arte de la Universidad de Antioquia y se define como un hijo del Iberoamericano de Teatro: "A partir de esos escenarios, una generación de personas inquietas de este oficio empezamos a cuestionarnos en qué consiste lo que hacemos, qué es lo que se ha hecho y qué es lo que nosotros quisiéramos decir".

Busca el balance perfecto entre diseño y teatro

Además de ser directora de teatro, Laura Villegas es diseñadora, dos disciplinas que, según ella, se mezclan perfectamente. "Diseño principalmente para teatro. No concibo dirigir sin intervenir el espacio y todo lo que se ve, se oye y se siente", comenta.

Se formó en la escuela Philipe Gaulier, en Londres, y fue directora asociada de la compañía Theatre Cryptic, en Escocia.

En sus obras explora los aspectos formales y la mezcla de diferentes disciplinas, en especial lo audiovisual. "Yo creo en los actores con un texto y dos tablas, pero no es mi tipo de teatro. Trabajo mucho con la imagen y en ese sentido me inspira mucho el lenguaje cinematográfico", dice.

Entre sus montajes están El deber de Fenster, que codirigió con Nicolás Montero, y En la calle Greifswalder.

Los límites de la representación, según Pedro Miguel Rozo

"Casi nunca se gana plata con el teatro, pero este es un espacio de total libertad, en el que hablo de cosas que en otros formatos no se puede". De esta manera, el dramaturgo y director quindiano Pedro Miguel Rozo define su interés por el teatro.

Por ello en sus obras se tocan temáticas polémicas, como en Nuestras vidas privadas, en la que se habla del abuso infantil.

Sin embargo, uno de los aspectos más llamativos de su trabajo es la experimentación con los intérpretes. En Nuestras vidas... los cinco actores se rotaban los personajes, incluso en ocasiones dos actores interpretan un solo rol. "Tratamos de encontrar las convenciones teatrales para que el público entienda este tipo de propuestas, porque el objetivo es sorprender y no confundir", afirma.

Club suicida busca, Viceversa y El testamento son algunas de las obras que ha dirigido Rozo, quien estudió en la Academia Superior de Artes de Bogotá.

Además, ganó un premio India Catalina a mejor libreto, en el 2009, por la telenovela El último matrimonio feliz.

• Yhonatan Loaiza Grisales | | 2011-03-02

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