LUZBY BERNAL

domingo, 13 de marzo de 2011

¿En qué momento se instala la preocupación?.
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Tomemos la palabra ‘preocupación’ y separemos el prefijo. ¿Qué sucede? El prefijo ‘pre’ quiere decir antes, a priori, para empezar.

Según el diccionario, los prefijos, añadidos al inicio de una palabra, forman una palabra nueva. Según la Academia Española el prefijo pre del latín prae significa anterioridad local o temporal, prioridad. Ejemplos: prefijar, prehistoria, prepotente.

Al entender lo que este prefijo significa nos es claro que la preocupación no es otra cosa que “una ocupación a priori”. Es la constante actividad de la mente que insiste en permanecer en el pasado o situarse en el futuro. Ocuparse a priori es el mejor ejemplo de estar en el futuro, en la ilusión, en maya como dicen en la India; es decir, se trata de algo totalmente irreal, todavía no ha pasado eso que estamos pensando… lo estamos fabricando.

Nos ocupamos de un tema, que en este caso tiene como sinónimo la aflicción, porque nos han enseñado a sufrir. Muchas religiones nos sitúan en el pesar, en el flagelo al ser ésta una actividad que nos mantiene prisioneros no sólo en la irrealidad, sino en la culpa. Más adelante daré mi opinión sobre la culpa.

Después de siglos de obligarnos a retorcer nuestras manos, inmersos en la impotencia y el miedo, implorando una ayuda externa (la del Creador, los santos, la Virgen, Alá y una larga lista de dioses que algunos podrían llamar paganos), ahora es probable que muchos más entendamos lo que significa vivir en el presente… respirar, gozar, observar el ahora.

Desde hace algunos años, los investigadores científicos dedicados al desarrollo humano, a la psicoterapia y a la filosofía de la vida, nos han hablado del ‘observador’. ¿Quien es el observador? Cuando el ser humano está en el presente y pone toda su atención en cualquier cosa ésta se transforma. Se trata de la física cuántica, el modo en el que los átomos y todas las partículas todavía más pequeñas actúan -y se manifiestan- al momento en el que la mente humana pone su atención en un punto determinado. Los experimentos en laboratorio han constatado que si la persona que está viendo por el microscopio electrónico detiene su mirada, los átomos y nanopartículas empiezan a moverse, cuando un instante antes, parecían inmóviles Según se ha establecido, al detener nuestra atención en algo específico, la realidad cambia. Podemos decir que nuestra intención –por el hecho de estar atentos- hizo que todo se viera diferente. En suma, nuestros pensamientos, hijos de la actividad de observar algo que nos atrae o nos interesa, crean nuestras experiencias.

Voy a dar un ejemplo. Digamos que me encuentro en mi jardín. Al momento de tomar asiento en una cómoda silla, todo lo que ha conformado la realidad de ese lugar parece cobrar vida: me estoy dando cuenta de ello siendo que un minuto antes, al estar dentro de la casa, no me percataba de lo que sucedía afuera. En el momento en el que empiezo a observar aparecen pequeñas mariposas revoloteando por las flores. ¡Cuantas! En seguida, mi mirada se posa en las pequeñas macetas que tienen nuevas semillas, sembradas hace dos semanas, al inicio de la primavera. ¡Ah, puedo ver los minúsculos brotes! El viento mueve el follaje de los árboles más grandes. Alcanzo a ver algunas abejas, pequeñas lagartijas y lentos, lentísimos caracoles. ¿Qué es todo esto? ¿Qué me está ofreciendo esta escena? Estoy dentro de la realidad, en medio de lo que ocurre en este mundo completo de la naturaleza que está presente en mi pequeño jardín. Si no estoy observando, parece que nada se mueve, nada cambia en las plantas, flores, árboles, insectos o aves. Pero si estoy en LO QUE ES, entonces el mundo adquiere vida, se transforma y yo soy parte fundamental de ese mundo. No pienso en nada más, miro lo que está sucediendo y las escenas me nutren.

Si estamos en el momento actual, en la realidad del presente, ocurre algo sorprendente: podemos alejarnos de nuestro sistema de creencias limitantes y quizá nos demos cuenta de lo malsano que resulta aferrarnos a los viejos hábitos. Observar lo que acontece a nuestro derredor no es otra cosa que permanecer en el ahora y permitir que nuestra mente deje de deambular por caminos repetidamente hollados en los que no encontramos la salida que buscamos; dicho en otras palabras, nuestras emociones se mantienen en el reino de la desesperanza porque la historia nos lleva a la tristeza, al miedo o al enojo. Ya conocemos el tema; lo tenemos más que repasado y, sin embargo, algo nos impide salir de esa rutina que siempre nos deja el mismo sinsabor.

Cualquier tema negativo del pasado representa un muro que nos impide avanzar. En ocasiones nos regodeamos en ese evento y no importa el número de veces que lo hayamos traído a colación, siempre tenemos algo más que agregar: las frases que no pudimos externar, los giros que pudieron haber tenido lugar, si tan sólo… o las escenas que nos hubiera gustado vivir. Bajo los efectos de una emoción limitante, neciamente volvemos a aquella escena pensando que la historia va a cambiar cuando lo que sucedió está ya en el pasado, nada lo puede modificar. Y el pasado, advierto, puede ser un evento del día de ayer o de hace diez años.

La emoción limitante más frecuente es el pesar. Se dice que la aflicción es un proceso en el cual exploramos nuestros miedos más profundos y nuestras falsas creencias que, en este caso, son parte de un sistema de creencias que heredamos en sangre. No obstante, podemos descartarlas para convertirnos en un ser libre, en un verdadero individuo, ese que es singular, ese que soy lo que mas anhelo ser, ese cuyo interior no se parece a nadie más. El individuo que describo, puede utilizar su libre albedrío a través de auto confianza y de pleno convencimiento en lo que puede lograr, porque su intención es poderosa, guiada por la calma, por la claridad de pensamiento, no por emociones negativas acumuladas a través del tiempo, provenientes de modos de decir y de hacer que vamos copiando. Se trata de un ejemplo fiel de todo lo que la sociedad nos ha inculcado.

La mortificación, otro sinónimo de aflicción, preocupación o pena, es una creencia que al parecer no sólo ha crecido sino que ha engordado, al igual que otras creencias que llevamos a cuestas, y ese enorme peso no nos deja mover hacia ese sitio que anhelamos: el lugar donde respira la calma y donde reina el éxito, la prosperidad, la abundancia y la salud. Hablo de estar en la dicha.

Si tan sólo, antes de volver al pasado y repetir -una vez más- un evento lacerante, hiciéramos una pausa antes de actuar, las cosas cambiarían y abandonaríamos esa inútil costumbre de estar pasivos ante algo que ya no existe, que no está en el presente y, por ende, nos secuestra para no vivir el ahora. Avanzar requiere de un cambio y esto representa viajar desde esos temblorosos días de tribulación hacia un lugar de profunda calma, el hogar de la salud.

Cada vez que tu ansiosa mente decida viajar al pasado para revivir una historia te sugiero repetir mentalmente la siguiente frase: “Esto no existe, prefiero poner mi atención en lo que está pasando ahora mismo”. ¿Qué puede estar sucediendo ahora mismo que te brinde el suficiente interés para alejarte de ‘lo que ya pasó’? Yo misma he hecho este ejercicio para cancelar un recuerdo negativo y puedo decir que después de pedirle a mi mente que repita:
“Esto no existe, prefiero estar en el presente”, lo primero que hago es observar el lugar en el que me encuentro… puede ser mi recámara o estar sentada frente a la computadora.

Escribir me puede transportar hacia escenas del pasado, sin duda, pero si se trata de un recuerdo doloroso estos días hago dos cosas: una es repetir mentalmente la frase que acabo de mencionar o hacerme una rápida sesión de tapping, la herramienta más poderosa de las Técnicas para la Liberación Emocional (EFT en sus siglas en inglés). Después de eso, tengo la certeza de que puedo pensar en otra cosa, como por ejemplo, disfrutar las flores que corté hace unas horas, y contar cuántas de ellas viven en mi jardín. Eso me aporta una alegría indescriptible pues son el resultado de un cuidado especial que le dedico a mis cultivos. O puede suceder que, al escribir en mi computadora, me asalte un recuerdo que no es nada agradable… ya sabemos que el inconsciente trabaja febrilmente y de pronto aparece algo totalmente inesperado, algo que necesita ser trabajado y eliminado ¡ya! En ese momento vuelvo a mi tarea o hago una respiración profunda, cierro los ojos o elijo pensar en lo que más me agrada. Este cambio mental sólo tarda unos segundos. Se necesita disciplina para volver a la realidad y empezar a alejar la terca manía de complacernos en repetir escenas llenas de dolor o decepción.
Extracto del Ensayo de Martha Sánchez Llambí
Ciudad de México
Abril 2009
Registro Público del Derecho de Autor
Núm.032009 – 060510551700-01
http://lucesdevirgo.blogspot.com/2011/02/la-preocupacion-un-desperdicio-de-vida.html






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