LUZBY BERNAL

jueves, 26 de mayo de 2011

Temores diarios

Temores diarios

2011-05-25 00

opinion
Alguien afirmaba, tal vez sin mucho rigor científico, pero sí con valor de símbolo, que en la Biblia figuraba unas 365 veces el vocablo: "no tengas miedo" dicho en singular y plural; como quien dice una vez para cada día de un año o lo que es lo mismo, todo el año Dios dice al hombre que no tenga miedo, que no se deje dominar por él porque le paraliza y empaña la existencia.
Es de resaltar sí que después de Resucitar Jesús casi siempre saluda a sus discípulos con esa consigna: "no tengan miedo", "vayan y anuncien"; es un envío pero para ir no con aire derrotista o desganado sino con el corazón ardiente y el afecto abierto a todos en búsqueda de la vida fraterna, comunitaria, solidaria y justa como sendero para que sea posible la anhelada paz.
Hoy nos estamos dejando invadir por el miedo: nos golpean las profecías de acá y de allá, las previsiones sobre catástrofes, ataques terroristas, infamias, desadaptados sociales que pueden hacer el mal a los hijos, al ambiente, al entorno; casi todo el mundo va a la calle con miedo y ni siquiera en su casa lo suprime; a ello se añade el temor a no ser bien juzgado, saludado, mirado, tratado.
Esta actitud lleva a una inseguridad casi permanente de existir, de hacer, de proseguir; ya Camus lo expresa en "la peste"; "continuar, amigo, tan solo continuar es lo difícil" y Quino lo dice cuando pone a Mafalda en lo alto de una montaña gritando solitaria: por favor, sáquenme de aquí".
El abandono del entusiasmo vital, la recurrencia al dopaje, a la droga, al alcohol, lo sicodélico y hasta llegar al suicidio se están haciendo ya noticia frecuente y universal; en el fondo de todas estas actitudes está la soledad y el miedo ante las existencias; ya ni siquiera nos miramos como compañeros sino como competidores y nos lanzamos a combatir a todos con el temor de perder.
Tal vez eso explica el gusto por programaciones que alejen de estos miedos y nos presenten personajes que logran vivir con éxito y fortuna así como lujo y amoríos; casi siempre los programas que presentan estos ideales capturan seguidores y suben la teleaudiencia.
Carlos de Foucauld, convertido francés, anota en sus escritos que expresan su experiencia de vida, que desde que conoció a Jesús de Nazaret y leía el Evangelio, aprendió a "no tener miedo a nada ni a nadie".
Nada de esto quiere decir que desaparece el dolor, el tropiezo, la enfermedad, la dificultad, pero sí nos dice que todo puede mirarse con un prisma de reflejos infinitos, reales y profundos.
Desde siglos atrás esta actitud ha sido vivida, como lo anota el corto y bello salmo 131(130): "sereno y silencio mi anhelo como un niño recién alimentado junto a su madre, como un niño junto al Señor. Espere Israel en el Señor ahora y por siempre".


Manizales,
jueves 26 de mayo de 2011

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