Torá desde Jerusalem
Parashá Jukat - Precepto
Libro Bamidbar / Números (19:1 a 22:1)
El Todopoderoso ordenó el precepto de que los Hijos de Israel debían traer una vaca bermeja (pará adumá) sin defecto alguno que sería presentado a Eleazar (el Cohén) para cierto rito de sacrificio para la purificación de aquél que haya estado en contacto con un cadáver. Todo el ritual finalizaba el séptimo día en que quedaba purificado. Este día debía lavarse sus ropas e introducirse en la mikvé.
El Pueblo de Israel llegó al desierto de Tzin, acampando en Kadesh, y en ese lugar murió Miriam, hermana de Moshé y Aharón, y allí fue sepultada. A su muerte dejó de manar el agua del pozo que había acompañado milagrosamente, a los Benei Israel, durante su travesía. Nuevamente comenzaron a protestar contra Moshé por la falta de agua. El Todopoderoso dijo a Moshé y a Aharón que reunieran a la congregación y hablaran a una determinada roca, que de ella manaría agua para todos, gente y animales.
Así cumplieron lo dispuesto por el Eterno, pero ante la impaciencia del Pueblo, Moshé golpeó con su vara, dos veces a la roca y así fluyó agua. Pero eso disgustó al Todopoderoso ya que Él había ordenado hablarle y no golpearla, lo que significó no haber creído en Su palabra y así decretó que ese pueblo no entraría a la Tierra Prometida como tampoco Moshé y Aharón, ya que habían deshonrado al Eterno frente al Pueblo.
Comenzaron las etapas finales de la travesía del Pueblo hacia Eretz Israel. Era necesario atravesar la tierra de Edom al sur del Mar Muerto, por lo que Moshé envió mensajeros desde Kadesh hasta el rey de Edom, solicitando permiso para transitar únicamente por el camino real. Pero la respuesta fue negativa y amenazando enfrentar con su ejército al Pueblo de Israel.
Así los Benei Israel se vieron obligados a cambiar su rumbo, llegando al monte Hor, lugar donde el Eterno designó a Eleazar como Cohén Gadol, sustituyendo a Aharón quien murió en ese lugar y sepultado allí. Durante treinta días el Pueblo hizo duelo por él.
Cuando los israelitas continuaron desplazándose por el camino de Atarim, enfrentaron un ataque del rey cananita de Arad, al que vencieron, exterminándolos. Nuevamente se quejaron por la falta de agua y alimentos, pero Hashem envió como castigo una plaga de serpientes. El pueblo reconoció su error y el Eterno indicó a Moshé hacer una serpiente de bronce sobre una vara, para que aquel que hubiera sido mordido, al mirarla se curaría y así viviría.
Continuaron marchando por el sur, el este y hacia el norte, y acamparon en junto al río Arnón, frontera entre Moab al sur y Ermón al norte. Sijón, el rey de Emor, no les permitió pasar por su tierra y los atacó con su ejército, pero éste fue derrotado por los israelitas.
Posteriormente, debieron enfrentarse al ejército de Og, rey de Basan, a quien también derrotaron y tomaron sus tierras.
Las tierras al este del río Jordán quedaron conquistadas por el Pueblo de Israel y allí acamparon, cerca de Jericó.
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