Torá desde Jerusalem
Parashá Matot - Tribus
Libro Bamidbar / Números (30:2 a 32:42)
Moshé transmitió a los jefes de las Tribus, las órdenes del Eterno. Si un hombre formulare promesa al Todopoderoso, o se comprometiera con un juramento, no podrá profanar su palabra. Todo aquello que hubiera expresado o jurado, deberá cumplirlo. Sin embargo, esta regla general era restringida en los casos de una promesa hecha por una mujer bajo la jurisdicción del padre o el esposo. Así, una mujer joven y soltera que vivía en la casa del padre, o una mujer que estaba a punto de casarse o que ya lo había hecho, no estaba obligada a cumplir su promesa si el padre o el esposo (según fuera el caso), la desaprobaba. Esta reprobación debía ser expresada el mismo día en que se había enterado de la promesa, o de otro modo cargaría con la culpa por su incumplimiento. Las promesas de una viuda o divorciada creaban también una obligación.
Continúa la parashá relatando sobre el ataque a los midianitas que fue llevado a cabo por doce mil guerreros israelitas, mil por cada tribu. Fueron acompañados por Pinjás, quien llevó consigo las vasijas sagradas y las trompetas para llamar a la batalla. Durante la guerra fue matado todo midianita varón, incluso los cinco reyes de Midián y Bilam Ben Beor. Los vencedores tomaron a las mujeres, los niños, el ganado y otras posesiones de los midianitas como botín.
Pero, sin embargo, Moshé los amonestó por haber dejado con vida a las mujeres, que habían sido la causa de la plaga sobre los Hijos de Israel.
Los soldados, se tornaron impuros por su contacto con los muertos, y recibieron orden de permanecer fuera del campamento durante siete días a fin de someterse a la ceremonia de purificación. Todas sus vestimentas y utensilios fueron limpiados de acuerdo con las reglas establecidas por Elazar, el Cohén Gadol. Los objetos capturados fueron divididos en partes iguales entre los que habían ido a la guerra, por un lado, y los restantes por el otro. A su vez una parte fue separada para los Cohanim y otra para los Leviim. Los guerreros que regresaban, agradecidos por no haber caído en la batalla, hicieron una ofrenda voluntaria al Mishkán, consistente en elementos de oro.
También refiere la Torá que las tribus de Reuvén y Gad poseían grandes rebaños de ganado y pidieron permiso a Moshé para establecerse en la tierra de pasturas de Guilad, al este del Jordán. Al principio Moshé no aceptó este plan. Él temía que si estas dos tribus quedaban atrás durante la conquista de Canaán, las otras tribus podrían desanimarse. Sin embargo, cuando los reuvenitas y gaditas explicaron que tenían la intención de cruzar el Jordán y luchar junto con el resto de la Congregación, mientras que sus familias permanecerían en Guilad, Moshé cambió de opinión e indicó a Yehoshúa que se cerciorara de que esa promesa fuera cumplida de otro modo, estas tribus perderían el derecho a todo reclamo sobre su asentamiento en Guilad.
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