Anastasia adaptó su actividad matutina a las condiciones de una parcela de dacha:
―Por la mañana, mejor al amanecer, hay que salir descalzo a la parcela, acercarse a las plantas que te apetezca. Puedes tocarlas. No hay que hacerlo siguiendo un patrón riguroso, ni como un ritual severo que se reitera día a día, sino movido por las ganas que te surjan espontáneamente, según tu deseo. Y es imprescindible hacerlo antes de lavarse.
Así, las plantas van a percibir los olores de las sustancias segregadas por el organismo a través de los poros de la piel durante el sueño. Si hace buen tiempo y hay cerca un pequeño espacio con hierba –es deseable que lo haya– deberías tumbarte sobre ella y estirarte unos tres o cuatro minutos. Si haciendo esto se te metiera algún bichillo en el cuerpo, no hay que espantarlo. Muchos de los bichos destapan los poros en el cuerpo del Hombre y los limpian. Como regla, destaponan aquellos poros a través de los cuales salen las toxinas que sacan a la superficie de la piel todas las posibles afecciones internas, para permitir a las personas eliminarlas con el lavado. Si en la parcela hay algún aljibe, es necesario sumergirse en él. Si no lo hay se puede uno verter el agua sobre sí. Haciendo esto, hay que estar descalzo, no lejos de los bancales y las plantas, mejor aún entre los bancales, o por ejemplo, una mañana, cerca de las frambuesas, otra mañana, de los groselleros, etc. Después de mojarse, no debe uno secarse en seguida.
Hay que lanzar las gotitas de agua sacudiendo las manos y diseminándolas por las plantas de alrededor. Las gotitas de agua de las otras partes del cuerpo también se tienen que esparcir sacudiéndolas con las manos. Después de esto, se pueden hacer los procedimientos habituales de lavado y usar los dispositivos a los cuales estáis acostumbrados.
Los hábitos vespertinos
Por la noche, antes de acostarse, indispensablemente hay que lavarse los pies, usando agua en la cual se añade unas cuantas gotitas de savia de atríplex o de ortiga. Se pueden añadir las dos cosas juntas, y no se debe utilizar ni jabón ni champú. Hay que verter el agua donde se hayan lavado en los pies en los bancales. Si hay necesidad, se pueden lavar los pies con jabón después. Este procedimiento vespertino es importante por dos motivos. A través de la transpiración de los pies salen las toxinas llevando fuera del organismo sus enfermedades interiores, y es necesario lavarlos para limpiar los poros.
La savia de atríplex y de ortiga va a ayudar en ello. Vertiendo el agua en los bancales, estáis dando información complementaria a los microorganismos y plantas de vuestro estado de hoy. Esto también es muy importante. Sólo recibiendo esta información, el mundo visible e invisible que os rodea puede elaborar todo lo necesario para ayudar al funcionamiento normal de vuestro organismo, escogiendo lo que necesite del Cosmos y de la Tierra.
Autor: Vladimir Megre. (Rusia)
Traducido al español por Iryna O´Hara (bielorusa) Y Rocío Madreselva (española).
Para más información visite nuestra web: www.cedrosresonantesderusia.es
Extracto de:
ANASTASIA por Vladimir Megré.
Libro 1 de la serie Los Cedros Resonantes de Rusia.
Capítulo 11.
TRABAJADORES DE LA LUZ
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