LUZBY BERNAL

jueves, 31 de mayo de 2018

Enfoques sobre la Parashá Behaalotejá



Torá desde Jerusalem



Parashá Behaalotejá - Cuando enciendas
Libro Bamidbar / Números (8:1 a 12:16)
Enfoques sobre la Parashá

"Cuando hayas de encender las lámparas" (Bamidbar 8:2)
Al final de la Parashá Nasó, Aharón estaba triste cuando todos los príncipes de las Tribus trajeron sus sacrificios  a la inauguración del Mishkán, y aparentemente él fue dejado a un lado.  Di-s lo consoló diciéndole que su parte iba a ser mayor que la de los Príncipes, porque él iba a preparar y encender las lámparas de la Menorá.
¿Por qué era más importante encender la Menorá que traer sacrificios?
El Midrash explica que los sacrificios solo pueden ser traídos mientras el Beit HaMikdash está, mientras que la Mitzvá de la Menorá es eterna.  Es verdad que el encendido de la Menorá tambien cesa cuando el Beit HaMikdash no está.  En realidad, la Menorá sigue existiendo, aun después de la destrucción del Templo, a través de los descendientes de Aharón, los Macabeos: Su victoria milagrosa sobre la tiranía de Grecia será conmemorada eternamente por medio del encendido de las lámparas.  La eternidad de la Menorá vive en cada hogar judío en las luces de Janucá.
(Rambam)


"Hizo asi Aharón" (Bamidbar 8:3)
La respuesta natural de una persona que llega alto es estar impresionada de sí mismo.  Sin embargo, Aharón Hacohén era como la Menorá, así como la Menorá ignoraba cuan alta o baja estaba, y no estaba impresionada de su alta posición, así también Aharón ignoraba y no estaba conmovido con su verdadera posición.
(Malé haOmer)


"Mas el hombre Moshé era muy humilde, más que todo hombre sobre la faz de la tierra" (Bamidbar 12:3)
Cuanto más finas son las paredes de un contenedor, menos espacio ocupan las cosas dentro del mismo, y así más grande es su capacidad.  Moshé era como la piel de un ajo, virtualmente sin sustancia, el mínimo absoluto para existir en el mundo.  De esta manera, él era casi completamente "un conteiner".  Es por eso que él podía recibir y contener la Torá en su perfección.
Verdaderamente, si hoy en día hubiese alguien que alcanzaría el nivel de humildad de Moshé Rabenu, esa persona también recibiría la Torá en toda su totalidad, como Moshé.
(Ruaj Hajaim)


"Habla a Aharón y dile: Cuando hayas de elevar las lámparas..." (Bamidbar 8:2)
Hay dos maneras de encender una vela.  Uno puede poner la llama directamente en la mecha, o se puede mantener la llama cerca de la mecha hasta que debido al calor empiece a arder. 
Hay dos maneras de enseñar Torá y pasar la tradición a la generación siguiente.  Podemos educar a nuestros hijos a ser estudiosos de la Torá y cumplir con las Mitzvot, o podemos dejar que vean nuestra pasión por la Torá y sus Mitzvot.  Podemos utilizar todas las técnicas educacionales para inspirarlos hasta que su propio interés en la Torá y sus Mitzvot se encienda.  Para simbolizar esto, se le ordenó a Aharón encender la Menorá de la segunda manera, ya que la Menorá simboliza a la Torá Oral, la transmisión personal de la palabra de Di-s.
(Rabí Uziel Milevsky)


"Moshé escuchó al pueblo llorando junto a sus familias" (Bamidbar 11:10)
Hay una Mitzvá de llevar el yugo de las malas épocas con alegría, como si fueran buenos tiempos.  Pero esto es solo para uno mismo.  En relación a otras personas, sin embargo, estamos obligados a sentir tristeza y compartir su dolor y rezar con todo nuestro corazón.  Es por eso, que durante el viaje por el desierto, los Hijos de Israel tendrían que haber dicho: "No me interesa que yo estoy sufriendo de hambre y sed.  Llevaré esta carga sobre mi.  Pero no puedo ver el dolor de mi prójimo".  Sin embargo cuando el pueblo se quejó en el desierto, cada persona se puso en la entrada de su tienda y lloró por su familia y no pensó en su prójimo.
(Jatam Sofer)


"Y el hombre Moshé era excesivamente humilde, más que todo hombre que hay sobre la faz de la tierra" (Bamidbar 12:3)
Hay dos clases de humildad, una que es falsa y una verdadera.  Una persona que actúa humildemente para que otros la respeten, abandona esa cualidad cuando se da cuenta que otros sienten que su humildad es falsa.  Una persona que es verdaderamente humilde seguirá siendo humilde aunque otros supongan que él es orgulloso y vanidoso.  Miriam insinuó que Moshé se separó de su mujer porque sobreestimó la importancia de su propio destino. 
Todos los demás profetas de la generación incluyendo a Miriam, no practicaron el celibato.  A pesar de esta acusación Moshé se mantuvo extremadamente humilde, lo que demostró su verdadera humildad.
(Ketav Sofer)


"Y Aharón así lo hizo." (Bamidbar 8:3)
¿Qué es una Mitzvá?
Una Mitzvá es un recipiente, una vasija que recibe luz del cielo.
Nuestra función en este mundo es solamente crear esos recipientes, prepararlos y dejarlos listos para que puedan recibir la luz.  Esa luz del cielo, esa energía espiritual, es transmitida en forma constante por parte de Hashem.  Nosotros no podemos concebir lo que es esa luz espiritual, o cómo llega al mundo.  En efecto, no es algo que nosotros debamos saber.  Nuestra única tarea es hacer la vasija que la pueda contener; preparar la "terminal" espiritual que habrá de recibir esa luz.  Y eso es lo que hacemos al cumplir con las Mitzvot.
El Rambam sostiene que si un no Cohén sacara la Menorá del Santuario y encendiera afuera las luces, la Mitzvá seguiría siendo valida, aunque las lámparas fueran encendidas por alguien que no es Cohén.  Sin embargo, la limpieza y la preparación de las lámparas de la Menorá solo puede llevarlas a cabo un Cohén, y si alguna otra persona realiza esta tarea, la Mitzvá carece de todo valor.  De allí se desprende que la limpieza y la preparación de las lámparas es la parte esencial de la Mitzvá.
Esto es muy difícil de entender:  ¿Cómo es posible que el trabajo de limpieza sea la esencia de la Mitzvá, y que el propio encendido sea algo secundario?
La esencia de todas las Mitzvot es preparar la vasija que habrá de recibir la luz celestial de Hashem. Asegurarnos de que la "terminal" esta encendida y lista a recibir el mensaje.  Esa es nuestra tarea en este mundo.
Nosotros no podemos crear la luz, pero podemos preparar la vasija que contenga la luz, para que esta pueda irradiarse a todo el mundo.
(Adaptado de Le Torá U Le Moadim Rabí Shlomó Yosef Zevin)


"Y el hombre Moshe era extremadamente humilde, más que cualquier otro hombre en la faz de la tierra" (Bamidbar 12:3)
En una fría mañana rusa, el Jafetz Jaim llegó a Moscú.  En la estación lo aguardaba un colega solitario.  No habia multitudes amontonándose en la plataforma ansiosas de ver aunque sea por un instante a uno de los más grandes seres humanos que jamás pisaron la tierra.  Solamente él.  Un judío solitario con gorra de tela, y una simple valija en la mano.
La razón por la cual la estación se hallaba desierta era debido a que el Jafetz Jaim le había escrito a su colega, pidiéndole que no revelara el momento exacto de su arribo.  Mientras salían de la estación, el colega se dirigió al Jafetz Jaim, y le preguntó ¿por qué habia preferido que su llegada fuera un secreto?  Porque asi había privado a las masas de darle el honor que exigía un talmid jajam de su altura.
El Jafetz Jaim respondió: "No tengo ninguna duda de que en Shabat tu comes kugel.  Pero si el viernes de pronto sintieras un irrefrenable deseo de comer kugel, y fueras a la cocina, la rebetzin seguramente te sugeriría que comieras alguna otra cosa.  El kugel es un plato delicioso, pero es solamente para comer en Shabat.  Por eso te pedí que mantuvieras en secreto mi llegada.  El honor que yo hubiera recibido de toda esa gente hubiera sido como el kugel: es solamente para el Mundo Venidero, 'el día que es todo Shabat'".
Nuestros Sabios nos advierten con gran firmeza que no debemos buscar honores.  Debemos ser extremadamente humildes.  ¿Por qué habrían de enfatizar precisamente esta característica por encima de todas las demás?
En este mundo no puede haber recompensa para las Mitzvot.  La Mitzvá es un ente espiritual.  Este mundo es un mundo físico.  Por lo tanto, por necesidad, la única recompensa que una persona puede recibir en este mundo es una recompensa física.  Pero la Mitzvá, que es absolutamente espiritual, no puede recibir la recompensa adecuada en este mundo.  Aquí simplemente no existe esa moneda.  Empero, si el individuo obtiene status y honores por haber hecho una Mitzvá, aunque el honor sea algo ilusorio, si ha recibido un tipo de recompensa, pues el status y el honor se perciben como entes espirituales.  Por lo tanto, al obtener un beneficio sustituto, en la "moneda" del honor, la persona puede llegar al Banco Nacional del Olam Habá, y encontrarse con que cambió sus valiosísimos diamantes, la recompensa eterna de sus Mitzvot, por billetes de juguete.
El kugel podrá ser más dulce que la miel, pero si lo comemos aquí, entonces no podremos disfrutarlo en el otro mundo, el mundo que es "todo Shabat".


"Y Aharón así lo hizo" (Bamidbar 8:3)
"Esto nos enseña la alabanza de Aharón: que él no cambio" (Rashi)
¿En qué reside el gran mérito de no haber cambiado?  Que lo "hizo asi".  Pero por cierto que todo el mundo hace las Mitzvot "asi".  ¿Qué fue lo que hizo Aharón de especial al encender la Menorá que lo hizo "asi”?
En Séfer Bereshit (Génesis), después de cada Creación, la Torá dice "y así fue": exactamente como debía ser: algo completo y perfecto.  Sin embargo, cuando la Torá se refiere a la Creación de la luz "Que haya luz!", no dice después "Y así fue".  Y, en realidad, no fue "así", porque esa luz especial, la Or ha Ganuz, que brilló durante los seis días de la Creacion, debía ocultarse, para que los malhechores no pudieran beneficiarse con ella.  Por eso, su creación no fue "asi": le falto algo para ser completa.
Sin embargo, durante la larga oscuridad existente entre la Creación y el desenlace final de la historia, hubo un momento en que esa Luz Oculta brillo en el mundo: cuando Aharón encendió la Menorá, la encendió con ciertas kavanot (intenciones espirituales) que atrajeron la Or ha Ganuz dentro del Beit HaMikdash y asi fue como la luz oculta brilló por un breve período en el tiempo del Beit HaMikdash, cuando Aharón encendió las lámparas.
Cuando Aharón "así lo hizo", significa que cumplió con el mismísimo propósito de la Creación de la luz.  Tal como afirma Rashi, "él no cambió", lo cual significa que la luz era la misma luz inalterada de la Creación, y no el sustituto que vemos hoy.  Cuando Aharón "así" lo hizo, le dio a la luz la calidad de "Y así fue".  Entonces, fue tan completa y tan radiante como en el comienzo.
(Adaptado de Janukat ha Torá)


"Y así hizo Aharón!" (Bamidbar 8:3) 
Uno de los rasgos menos atractivos de la vida urbana de nuestros días es el graffiti.  A veces la motivación es política; otras, anárquica.  En realidad, el abuelo del graffiti moderno son las iniciales grabadas en el tronco de un árbol junto con un corazón atravesado por una flecha: "¡Tito y Teresa!", y otras por el estilo... 
¿Cuál es el motivo que subyace a esta necesidad de grabar el nombre en la piedra, y de pintar las opiniones en medio de la calle? 
Al hombre lo aterroriza el pensamiento de su propia transitoriedad.  Al grabar su nombre, trata de extender su vida a miles y miles de años.  "Aunque yo me muera, seguiré vivo siempre que alguien lea esto".  El graffiti es un grito de angustia frente a nuestra propia transitoriedad. 
Leemos que, cuando Aharón encendía la Menorá, lo hacía sin cambiar nada.  ¿Qué tiene esto de especial?  Por supuesto que si Di-s nos ordena hacer algo, lo haremos sin alterar el orden. 
No.  Al decir que Aharón no cambió nada, significa que no se movió ni un milímetro del modo en que Di-s le ordenó hacer la Mitzvá.  La cumplió exactamente del modo en que se le ordenó.  Resistió el deseo natural de agregarle su propia impronta a lo que estaba haciendo, de agregar algo de su propia personalidad, de inmortalizarse a sí mismo. 
Aharón fue alabado porque quería hacer nada más ni nada menos que la voluntad de Di-s.  La voluntad de Di-s, que son Sus Mitzvot, no tienen fallas.  Cuando el Hombre trata de "mejorarlas", está escribiendo un "graffiti" en el edificio de la perfección divina. 
(El Rebe de Kotzk, Rabí Yehoshua Bertram) 


"Según la palabra de Hashem viajaban los Hijos de Israel" (Bamidbar 9:18) 
Cuando pensamos en la primera vez que el hombre puso pie en la luna, probablemente la primera imagen que nos viene a la cabeza es la de Edward Aldrin con los brazos levemente elevados de los costados del cuerpo a causa del bulto de su traje de astronauta.  Distorsionada por la curvatura del visor de su casco, se percibe la imagen reflejada del fotógrafo, Neil Armstrong.  Frente a él hay unas cuantas huellas que representan ese "salto gigante".  Detrás de él, la oscuridad del espacio. 
Cada vez que queremos dejar un recordatorio de un evento que marca un hito en nuestra vida, sacamos fotos para inmortalizar la experiencia.  Tanto sea una boda como un viaje por el Orinoco, dejamos recuerdos de esas experiencias.  Y al dejar recuerdos, estamos fijando dichos eventos en el mapa de nuestra vida, donde quedan estampados como postes de señalización, que nos dicen dónde estuvimos, y muchas veces nos ayudan a aclarar la dirección hacia dónde debemos dirigirnos.  
Al irse del Sinai tras la entrega de la Torá, el pueblo lo hizo de un modo imperfecto.  La Torá dice: "y viajaron del Monte Sinai el camino de tres días".  Rashi explica que "el camino de tres días lo transitaron en un solo día".  Y el Rambán dice que "viajaron desde el Monte Sinai con alegría, igual que un niño que sale corriendo de la escuela".
Pero si nos ponemos a pensar en el asunto, resulta difícil comprender qué era imperfecto en su comportamiento.  Después de todo, la persona debe correr para hacer una Mitzvá, y ellos "iban corriendo" a Eretz Israel, donde se realizaban muchas Mitzvot en forma exclusiva.
¿Acaso no cumplían meramente con el mandato de realizar las Mitzvot con diligencia?
Por otra parte, en la parashá de esta semana la propia Torá nos enseña que "según la palabra de Hashem viajaban, y según la palabra de Hashem acampaban".  Entonces ¿cuál fue su falta, si era Hashem el que determinaba cada uno de sus movimientos? 
La falta no estaba en sus actos, sino en sus sentimientos. 
Cuando ocurre algo especial en la vida, sentimos la necesidad de dejar un recuerdo que inmortalice dicho momento.  Los Hijos de Israel, a pesar de querer llegar lo más rápido posible a Eretz Israel, de todas maneras deberían haberse ido del Monte Sinai, que fue el sitio de la entrega de la Torá, con emociones encontradas, con un poquito de melancolía, por el hecho de estarse alejando del sitial en que fueron creados como pueblo judío, que era todo el propósito de la Creación. 
Deberían haber querido "sacar una foto", un recuerdo emocional, de éste, el más grande "salto gigante" de la humanidad. 
(Pirké Avot 4:2; Rabí Meir Jadash, Rabí Menajem Tzvi Goldbaum en "Moser Derej") 
Shabat Shalom

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