LUZBY BERNAL

jueves, 19 de julio de 2018

Enfoques sobre la Parashá DEVARIM



Torá desde Jerusalem



Parashá Devarim - Palabras

Libro Devarim / Deuteronomio (1:1 a 3:22)
Enfoques sobre la Parashá

"Mas yo les había manifestado en aquel tiempo diciendo: No voy a poder, yo solo, soportaros a vosotros.  Hashem, vuestro Di-s los ha multiplicado, y he aquí que vosotros sois hoy, cual estrellas del cielo en profusión" (Devarim 1:9-10)
Los Hijos de Israel son comparados con la arena del mar y con las estrellas de los Cielos.  La naturaleza de la arena es que cada grano está ligado a su vecino.  Completamente lo contrario son las estrellas del cielo que forzadamente están a años luz unas de otras y cada estrella es un mundo aparte.  Cuando los Hijos de Israel están unidos, ligados en una unidad, es todavía posible para Moshé llevar su carga.  Pero cuando están divididos y distantes unos de otros, y cada uno es un "mundo aparte", la tensión del que tiene que liderarlos se hace insoportable.
(Adaptado de Afike Iehuda)


"No habréis de ser condescendientes, con conocidos, en el juicio.  Tanto al pequeño como al grande habréis de escuchar; no habréis de temer por causa de hombre, ya que el juicio ante Di-s es.  Empero, el caso que les sea difícil, me lo habréis de presentar a mi y yo lo entenderé". (Devarim1:17)
El Ramban dice que cuando una persona es estricta en determinar si la Torá le permite o prohíbe hacer una acción en particular, en primer lugar va a salirse de la situación completamente, imaginando que esto no le está pasando a ella.  Solo después podrá clarificar la verdad y determinar si lo que quiere hacer es realmente la voluntad de Di-s.  Esto es el significado de este versículo: "Empero, el caso que les sea difícil"--si es difícil para ustedes decidir si es correcto o no hacer algo, "me lo habréis de presentar a mi"--no miren a la situación con sus propios ojos, sino que solamente desde el punto de vista de lo que Di-s quiere, y así la verdad les será revelada.
(Sefat Emet)


Moshé le está diciendo al pueblo que los casos difíciles se los lleven a él para juzgar.  Pero cuando Itró le dio el mismo consejo a Moshé, viendo que Moshé estaba colmado de casos legales, dijo que los grandes asuntos deben ser traídos a Moshé y los pequeños reclamos deben ser dejados para un sistema legal jerarquizado.  Esto marca una interesante distinción entre la ley judía y la ley secular.  En el mundo secular, personificado aquí por Itró, un caso es juzgado de acuerdo a la suma de dinero en juego.  En los casos que está en juego una gran suma se llega hasta la autoridad judicial suprema del país aunque el procedimiento para ese caso sea rápido y no competa más que a un juez regular.  En el judaísmo, sin embargo, si la ley es clara, el caso puede ser resuelto por cualquier autoridad halájica; solo cuando el caso es "difícil" de juzgar es llevado a manos de una autoridad halájica más conocedora y experimentada (aun si el caso es por una pequeña suma de dinero).


"Y lo que te sea demasiado difícil, tráemelo a mí, y yo lo escucharé" (Devarim 1:17)
"Problema compartido es medio problema", dice el adagio. En el mundo de la psiquiatría, es bien sabido que parte del proceso de ayudar a la gente con sus problemas es alentarlos a que los verbalicen. El tener alguien que escuche nuestros problemas es en sí un alivio, a pesar de que el problema aun no se haya resuelto.
El Rebe de Gur señala que esta idea tiene su origen en las palabras de Moshé: "y lo que te sea demasiado difícil, tráemelo a mí, y yo lo escuchare". Moshé no dice "Yo te resolveré el problema", sino más bien "Yo lo escuchare". El dejar que una persona expresa su problema es terapéutico en sí mismo, y además puede ayudarlo a hallar una solución permanente.
(Adaptado de Rabí Abraham J. Twersky)


"Atended a los pleitos entre vuestros hermanos, y juzgareis en forma justa" (1:16)
 El juez no puede escuchar a un litigante en ausencia de su oponente (Sanhedrin 7b)
Un bebé. No hay nada más puro que un bebe. Nada más inocente. Nada que pueda simbolizar todo lo bueno más que un bebe... O... ¿tal vez si?
Desde el momento en que el bebe abre la boca y emite sus primeros gritos, expresa un egoísmo sin oposiciones. "¡Quiero comer!" "¡Quiero dormir!" "¡No quiero dormir!" "¡Quiero más de comer!". La vida del bebe no es mas que una letanía incesante de egoísmo. Veinticuatro horas por día. Hasta la edad de 12 o 13 años.
Cuando el niño o la niña se transforman en Bar o Bat Mitzvá, el mejor regalo que recibe no es una lapicera a fuente, o una computadora. El mejor regalo que recibe es el ietzer tov (la buena inclinación). Porque hasta ese momento, el ietzer hará (mala inclinación) gobierna sin ninguna oposición. (Rashi Kohelet 4:13).
Rabí Jonathan Eybechuetz fue un niño prodigio. Inclusive en su temprana infancia, domino su deseo natural de ir a jugar, y prefirió sumergirse en el estudio de la Tora. Cuando llego su Bar Mitzvá, le preguntaron cómo había podido evitar el ietzer hará cuando todavía era tan pequeño.
El pequeño Reb Jonathan respondió: "La Tora nos enseña que el juez no puede escuchar el testimonio de un litigante si el otro no se encuentra presente. Por eso, cada vez que el ietzer hará trataba de incitarme a que me alejara de mis estudios, le decía que no podía escuchar su planteo hasta que cumpliera trece años, y el otro litigante, mi ietzer tov, también pudiera estar presente para exponer su punto de vista".


"Moshé comenzó a explicar esta Torá..." (Devarim 1:5)
Cuando Moshé comenzó a explicar la Torá, lo hizo en los 70 idiomas básicos. ¿Para qué? Después de todo, los israelitas sabían la Lengua Santa, y no hacía falta que Moshé tradujera  a los otros idiomas...
Hashem sabía que el pueblo judío debería atravesar una larga noche de exilio disperso entre las naciones del mundo. Por eso, Moshé explico la Tora en los 70 idiomas, para que cada idioma y cada nación y cada tierra poseyeran una chispa de la Torá.
(Jidushei ha Rim)


"Porque el juicio es de Di-s"
"Imitatio Dei" no es una cantata de Bach. Ni tampoco es  un fresco de Donatello de la Capilla Sixtina. Imitatio Dei es una mitzvá de la Tora, según la cual nuestros actos deben emular a los de Hashem. Dice el Talmud: “Así como Él viste a los que no tienen ropa, uno debe vestir a los que no tienen ropa... Así como Él visita a los enfermos, uno debe visitar a los enfermos... Así como Él consuela al que está de luto, uno debe consolar al que está de luto... Así como Él entierra a los muertos, uno debe  enterrar a los muertos. (Sota 13b).
Resulta muy interesante que todos los rasgos mencionados en esta guemará son rasgos positivos. Por ejemplo, en ningún momento dice "Así como Él juzga a los malvados, uno debe juzgar a los malvados". No. El énfasis está puesto en nuestra obligación de cumplir con la justicia.
¿Por qué?
Porque cuando hablamos de virtudes, debemos parecernos a Di-s lo más posible, ser "imitatio Dei", ser como Hashem. Sin embargo, cuando se trata del juicio, debemos saber que "el juicio es de Di-s". Nosotros no somos más que sus agentes.
(Rabí Moshé Eisman, basado en el Ramban, oído de boca  de Rabí Moshé Zauderer)

"Y lo que sea demasiado difícil para vosotros..." (Devarim1:17)
Moshé le dice al pueblo que le traiga los casos difíciles, para que él los juzgue. Pero cuando Itró aconsejó a Moshé en un tono parecido, al ver que Moshé se veía inundado con tantas demandas legales, le dijo que le trajeran a él los casos grandes, mientras que los casos pequeños deberían ser juzgados por un sistema legal jerárquico.
A partir de esto podemos apreciar una interesante distinción entre el sistema legal judío y el sistema legal secular: en el mundo secular, personificado en este caso por Itró, el caso se juzga de acuerdo con la cantidad de dinero que hay en juego. Los casos que tienen que ver con una suma importante de dinero suelen alcanzar a la autoridad judicial suprema, aunque la propia ley sea muy clara y dentro del margen de competencia de un juez corriente.
Sin embargo, en el judaísmo, si la ley es clara, puede ser arbitrada por cualquier autoridad halájica calificada. Pero si el caso es "difícil", si exige una fina delineación y una profunda evaluación, entonces puede llegar a los más  encumbrados árbitros halájicos, aunque estén en juego  solamente unos pocos pesos...
(Rabí Mordejai Perlman) 
"Ya no puedo transportaros yo solo. Que Hashem, vuestro Di-s, os incremente, y os coloque hoy como las estrellas del Firmamento por su número". (Devarim 1:9,10)
Los Bnei Israel se comparan con la arena del mar y las  estrellas del Cielo. La naturaleza de la arena es que cada  grano esta unido a su vecino. Con las estrellas del cielo  ocurre exactamente lo contrario, pues allí cada una está  separada de la otra por  millones de años luz, y cada  estrella es un mundo entero en sí misma.
Cuando el pueblo judío esta unido, conformando una sola  unidad, Moshé puede transportar su peso; pero cuando  están divididos y distantes los unos de los otros, y cada  uno es un mundo en sí mismo, entonces aquel que debe  conducirlos siente que la carga es insoportable.
(Afiki Yehuda) 

"Estas son las palabras que Moshé le dijo a todo Israel, del otro lado del Jordán, respecto del Desierto, respecto de la Arava, frente al Mar Rojo, entre Paran y Tofel y Lavan, y Jatzerot y Dei Zahav" (Devarim 1:1)
Cuando uno le tiene que decir a alguien algo que no es  precisamente un elogio, lo peor que puede hacer es  decírselo en forma directa. El oyente inmediatamente se  opondrá a lo que percibe como un ataque, apelando a todo  tipo de justificativos.
Mucho mejor es aludir al tema en forma sutil, implantando una inferencia en el inconsciente del oyente. De ese modo, no activa su mecanismo de defensa, y la idea queda implantada en su inconsciente, donde podrá crecer igual que una semilla que ha sido enterrada.
Eso es lo que hace Moshé en las primeras frases del Libro de Devarim. Los nombres de los lugares que se mencionan son los sitios donde se registraron todo tipo de pecados y rebeliones del pueblo judío: "respecto del desierto" (cuando codiciaban las ollas de carne de Egipto); "respecto de la Arava" (cuando se comportaron en forma inmoral con las hijas de Moab); "frente al Mar  Rojo" (cuando no tuvieron confianza en Hashem para cruzar el mar); "entre Parán y Tofel y Lavan" (todas sus quejas acerca de la comida milagrosa, el Man) "y Jatzerot" (la rebelión de Kóraj); "y Dei Zahav" (el becerro de oro).
Moshé se dirige a Bnei Israel en las últimas cinco semanas de su vida. Les quiere dejar un mensaje potente y duradero: que tengan cuidado con tendencias inherentes que ya en el pasado les causaron un enfrentamiento con Hashem.  Pero en vez de atacar el tema en forma directa, arriesgándose a que lo negaran de plano, Moshé planta las semillas del auto-examen en la psiquis colectiva del pueblo judío, para que, mucho después de su partida, aquellas todavía sigan dando frutos.
(Rashi, Jatam Sofer, oído de boca de Rabí Naftali Falk)
 
Shabat Shalom.

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