LUZBY BERNAL

sábado, 2 de mayo de 2020

SHLEMAZL: EL ARTE DE FRACASAR ……PERO AL ESTILO JUDÍO


 

en

Raul Voskoboinik

 
PERSONALIDADES JUDIAS DE TODOS LOS TIEMPOS 


SHLEMAZL: EL ARTE DE FRACASAR ……PERO AL ESTILO JUDÍO 


(Un casi-cuento para la era del coronavirus)  Por Egon Friedler.

 Me desperté sobresaltado en mitad de la noche como si hubiera pasado algo muy malo o demasiado bueno. Pero no. Solo era un amargo reproche a mí mismo. ¿Qué había hecho yo digno de ser mencionado para mis familiares y amigos judíos? Nada. Ni siquiera pude reunir un minian para rezar. Hoy los que sabían rezar ya se olvidaron y los que todavía saben, lo usan solo para fiestas. Además reunir 10 judíos para rezar en mitad de la noche era más imposible que conseguir un paquete de matzes en Yom Kippur. ¿ Qué hacer entonces? Decidí recurrir a mi viejo amigo Menajem Mendel. El no podría escaparse. Está encerrado en un libro de Sholem Aleijem que compré hace muchos, muchos años en Buenos Aires en la famosa edición de las 100 obras maestras de la literatura Yidish compilada por Shmuel Rozansky. Lo voy a despertar y pedir consejo, o mejor dicho una “eitze” es decir un consejo totalmente kasher avalado por un consejo rabínico, en el que hay algunos particularmente distinguidos que no solo creen en Dios, sino que además están tan bien informados que saben que últimamente el Altísimo está un poco sordo.
Quizás no fue una buena idea. Nunca se me ocurrió que un libro, elegante, tranquilo, acostumbrado a dormir parado en un estante, podría reaccionar tan ruidosamente y con tanta indignación. Es cierto que no es una costumbre aceptada tomar un libro, al que nadie toca durante años, en mitad de la noche y empezar a hacerle preguntas. Pero después de muchos gritos, una discusión interminable con su mujer, una prédica moral de aproximadamente una hora contra los enemigos del sueño, la tranquilidad, las buenas viejas costumbres judíos y mil otras causas nobles que me es imposible recordar, hubo un largo silencio. Esperé un rato y nada. Me resigné al fracaso, después de todo eso del fracaso es una vieja costumbre mía. Cuando ya iba a poner el libro de vuelta en el estante, Menajem Mendel, comenzó a hablar. “Lo que necesitamos es una escuela de schlemasolismo”.
¿ Shlemasolismo? Pregunté asombrado y mis neuronas comenzaron a trabajar. ¿ A mí me va a hablar de schlemasolismo, cuando soy un verdadero artista del fracaso? ¿Que cuando me piden pan, traigo harina y que cuando me piden que traiga carne traigo leche? ¿ A mí que siempre se me caen las cosas, aún las más inofensivas? ¿ A mí que siempre digo lo que no hay que decir, a la gente a quien no debo decirlas y en el lugar exacto donde pueden causar la peor impresión? ¿ A mí que me honro en romper cuanto inocente artefacto cae en mis manos? En fin, me hirió en lo más profundo de mi orgullo profesional. El libro dejó pasar un buen rato y luego reaccionó con una voz profunda más digna del propio Sholem Aleijem que de Menajem Mendel que después de todo era un pobre diablo…….casi, casi superándome en esta singular categoría.
Una vez más hubo un silencio largo y después una irrupción de ruidos estruendosos. Era la política israelí que irrumpió en plena noche en mi casa : la izquierda derechista, contra la derecha izquierdista y el centro descentrado. Después las instituciones judías y sus líderes, los ideólogos y los antí-ideólogos, las corrientes religiosas que como suelen concordar en decir “Gracias a Dios” todos están en total desacuerdo. En suma, la querida y familiar eterna discusión de judíos con judíos, que gritan con toda la fuerza de los pulmones pero nunca se tocan ni se van a las manos. Por fin, me sentí realmente tranquilo. Si vamos a fundar una escuela de “schlemasolismo” no nos van a faltar maestros.
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