Sor Juana Inés de la Cruz
(1648-1695)
Arguye de inconsecuentes el gusto y la
censura de los
hombres que en las mujeres acusan lo
que causan
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis. con presunción necia, hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser tan raro que el que,
falto de consejo,él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana; pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templadala que vuestro
amor pretende,si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto
refiere,bien haya la que no os quiere
y quejáos en hora buena.Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera
mal haga:la que pega por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que
tenéis?Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra
arrogancia,pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
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