LUZBY BERNAL

viernes, 15 de julio de 2011

PARASHA PINJAS 5770

 

Pinjas(Números 25:10-30:1)

Pinjas 5770

La parashá de Pinjas nos habla del acto heroico, sin precedentes, que realizó Pinjas, hijo de Eleazar, nieto de Aarón Hacohen. El cual calmó la ira de Hashem sobre el pueblo de Israel (Números 25-11).
El sagrado Zohar nos explica así: “¿Cómo se puede decir que Pinjas calmó la ira del Creador, si está escrito explícitamente que murieron 24,000 judíos? Si hubiera muerto uno solo y se detiene el decreto, entonces es entendible, pero miles, ¿Cómo se puede explicar? La respuesta es: “Pobre de aquel que no cuida que sus hijos no se revuelvan con gentiles”.

En realidad sucedió así: Del pueblo de Israel no murió ni uno solo. Más no así de la tribu de Shimón. Cuando vino el “Ereb Rav”, estos se mezclaron con las hijas de la tribu de Shimón. Se convirtieron al judaísmo y tuvieron hijos, de estos, algunos murieron en el pecado del becerro de oro y otros también murieron aquí. Por eso está dicho: “Y fueron los muertos en la epidemia que murieron, o sea muertos que en principio se les llamaba muertos. No así, el resto del pueblo de Israel, que cuidaron con mucho recelo su Brit-Kodesh. Por eso continua el pasuk diciendo: “Y no golpeé al pueblo de Israel en mi enojo” (Números 25-11).
Como resultado de su heroísmo, continua la Torá diciéndonos: “Y fue para él (Pinjas) y su descendencia posteriormente, un pacto de sacerdocio para siempre” (Números 25-13).
Sobre este pasuk, Rabi Shimón dice: Hay tres coronas, la corona del sacerdocio, (esta sólo pertenece a los Cohanim y a su descendencia), la corona del reinado (David y su descendencia exclusivamente) y la corona de la Torá (todo aquel que la quiera, que venga y la tome). Sin embargo, más grande que todas ellas: La Corona de un buen NOMBRE.
Un aspecto importante del verdadero buen nombre de un Iehudí, se obtiene cuidando nuestro Brit-Kodesh. Es decir, la pureza familiar es la que le da a la persona un buen nombre, que es ejemplo para su descendencia, después de él.
Cuando un esposo respeta a su mujer, ella lo sabe y lo siente. Aunque pasen tormentas de todo tipo en esa casa, o vientos de gran velocidad, está familia saldrá victoriosa, gracias al respeto del Brit-Kodesh, que es vital en la vida judía. Un buen nombre en ese sentido, no es público, es algo que nadie sabe, es sólo entre el verdadero Iehudí y su Creador. Un hombre cuida su Brit-Kodesh, porque es así la voluntad de Hashem.
Él está más allá de las tentaciones mundanas, ya que en todo momento dice: Mi buen nombre es primero a cosas vanas, pasajeras y vacías.
* * *
A principios del siglo XIX, el Jatam Sofer (1753-1830), mandó una expedición de sus mejores alumnos, al gobierno de Alemania, ya que este había decidido cerrar escuelas judías, Ieshivot y Kolelim.
En el camino, el grupo paró en una hostal. En la entrada de la misma, había un enorme espejo (recepción). Uno de los Talmidim, el más sobresaliente, Rav Iehudá Asad, repentinamente exclamó: “Vamos a tener mucho éxito”. “¿Cómo sabes?”, le preguntaron sus compañeros. 
“Veo frente a mí un ángel que nos acompaña”.
“Es tu imagen reflejada en el espejo”, respondieron ellos.
Este Tzadik nunca había visto su propia imagen.
Cuanto menos nos vemos en el espejo y en cambio vemos hacia fuera, hacía los demás, más nos alejamos de la vanidad y formamos un cerco que resguarda nuestra Kedushá.
* * *
Sucedió en Yemen. Un Iehudí talmid jajam de nombre: Shalom Mizraji Sharabi (1720-1777), de bendita memoria, había perdido a su padre (Itzjak), y a pesar de ser muy joven, luchaba por el sustento vendiendo hilos, botones y otras mercaderías, de ciudad en ciudad. Tenía la responsabilidad como hijo mayor, de mantener a su madre y a sus hermanos.
En una ocasión, llegó a una pequeña ciudad en Yemen, se le aproximó un hombre de aspecto noble y le dijo: “Mi patrona desea que vengas conmigo a su palacio ya que ella requiere comprar del tipo de productos que tú traes. Acompáñame”. Sin dudar, Shalom lo siguió hasta el gran palacio. Entraron y llegaron ante una mujer árabe.
En principio, ella preguntó por la mercancía y después, también trató de hacerlo caer y obviamente él se rehusó. Ella lo amenazó diciéndole, que si se rehusaba, no saldría vivo de ahí.
Él le pidió permiso para ir al tocador del lugar y entró, corrió hacia la ventana y dijo: Dios mío, me voy a arrojar por la ventana, pero no voy a pecar (haré tú voluntad, cuidando mi Brit-Kodesh). Si me salvo (poca probabilidad por la altura), prometo irme a Jerusalem y dedicarme a estudiar Torá toda mi vida. Saltó y salió ileso. Volvió a casa, empacó sus pertenencias y se fue a Jerusalem.
Dicen, que Rab Shalom Sharabi, más conocido como el “Rashash”, era un Nitzotz del gran Ari Hakadosh y escribió el Sidur HaRashash. Llegó a ser un mekubal y un Cabalista de grandes alturas.
Como vemos, muchas veces, no es fácil ser integro (cuidar el Brit-Kodesh) y mantenerse como se debe, pero la recompensa es muy grande. Hagamos que la Kedushá, la Tahará y nuestro buen nombre, sean las metas de nuestra vida. Vale mucho la pena hacer siempre “Ratzón Shamaim”.
 

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