La clonación y la pesadilla genética.
En
este momento también tenéis que enfrentaros a la ética de la
biogenética, un asunto que inicialmente hizo que os cuestionarais las
implicaciones sociológicas de vuestras futuras tecnologías con la
llegada de Dolly, la oveja hecha por el hombre. Poco después del debate
de Dolly, los locutores de noticias os presentaron vacas trillizas
clonadas, y vuestra indignación ya se había aplacado, atenuada con la
promesa de nuevas proteínas y milagros médicos basados en leche
genéticamente manipulada.
Antes de lo que pensáis estaréis ingiriendo genes de clones en
vuestros cereales Rice Krispies, porque esto, de algún modo, en algún
nivel, se recibe en vuestra conciencia como una aplicación aceptable de
la tecnología.
Os animamos a reconocer que las hormonas, las sustancias químicas y
las proteínas genéticamente reestructuradas de vuestro suministro de
carne y leche no son saludables para el cuerpo humano. A riesgo de ser
monótonos, os instamos enfáticamente a alejaros de ellos ahora, antes de
que esta práctica se haya estandarizado en los productos alimenticios
de origen animal, haciéndolos todavía más dañinos de lo que ya son.
Más ominosa que la clonación de animales es la eventualidad de la
clonación de seres humanos, y os están preparando para que aceptéis eso
también. Considerad que poco tiempo atrás el mundo estaba lívido de
indignación por Dolly; sin embargo, una vez que la mente de las masas
fue convenientemente drogada para resignarse y aceptar su existencia, el
científico loco Richard Seed apareció de la nada anunciando su
intención de promover la clonación del ser humano.
Es nuestra observación que estáis permitiendo que también esto se
infiltre lentamente en vuestra conciencia de grupo, aceptándolo a nivel
subconsciente a pesar de vuestra resistencia, la cual se debilita a
medida que esa realidad se establece cada vez más profundamente en las
aguas de vuestro subconsciente y echa raíces en vuestra mente.
* ¿Qué posible beneficio podría derivarse de clonaros a vosotros mismos?
*
¿Son vuestro miedo a la muerte y vuestro apego a la realidad física y
sensorial tan absolutos que quisierais asegurar vuestra propia
inmortalidad con un renacimiento generacional de vuestra semilla
reproducido artificialmente?
La sugerencia contemporánea de que se podrían reproducir partes
corporales adicionales en un clon para suministrar tejido en caso de que
se necesite un trasplante es grotesca desde todo punto de vista y, sin
embargo, es una de las aplicaciones propuestas para el proceso de
clonación más difundidas.
¿Entendéis lo que interviene en la clonación?
En términos
simplistas, el núcleo de una célula del cuerpo, recipiente del ADN, se
aísla, se saca y luego se trasplanta en el huevo embrionario enucleado
de una madre portadora. Allí se gesta e, hipotéticamente, crece una
réplica exacta de la información original; el ser creado
artificialmente. Los científicos sugieren que una de las aplicaciones
médicas significativas de la clonación es que vosotros mismos podréis
reproducir un órgano que esté enfermo, tejidos, o cualquier otro
material biológico, en caso de que os encontréis necesitados de
«repuestos».
Os están vendiendo la noción de que ésta es una aplicación potencial
de la clonación, junto con otras promesas de adelantos genéticos,
proteínas milagrosas y curas para lo que antes era incurable.
En
lo referente a la idea de la inmortalidad física y los órganos
clonados, en verdad os invitamos a que prestéis más atención a la
irracionalidad de tales pensamientos.
* ¿Vais a permitir que os convenzan de la ética de clonar cuerpos de
repuesto de seres vivos (aunque sean inducidos artificialmente), si eso
implicara prolongar vuestra propia vida física?
* ¿Una raza
clonada de seres que se pueden violar y disecar, como abastecimientos
biológicos destinados a cubrir alguna futura necesidad que vuestro
verdadero cuerpo del espíritu —esa creación divina del alma—, pudiera
tener lugar a fin de extender artificialmente la vida?
* Suponed que os fuera posible reproducir otro, y otro, y otro más
todavía..., ¿seguiríais simplemente añadiendo décadas a vuestra vida,
proyectando vuestra realidad física durante generaciones, mientras
postergáis indefinidamente vuestro regreso a la luz?
Os aseguramos que decidir permanecer en la realidad física es la
verdadera condenación del alma, la cual añora regresar al Espíritu.
Sin
embargo, ésa es precisamente la campaña que han montado los científicos
defensores de la clonación, y vosotros estáis sembrando (Richard
Seed-ing (1)) paulatinamente la idea en vuestra mente de grupo.
(1) Seed-ing: «semilla-sembrando». (N. delT).
Mientras os
inducen a la aceptación, ellos ya están bien encaminados en la
manufactura de seres clonados, y nos preguntamos cuándo os plantearéis
ese futuro improbable en función de lo que significaría exactamente para
la crisis de la superpoblación, la enfermedad principal de Gaia.
* ¿Os podéis imaginar un segundo estrato de seres, cuando vuestro
mundo ha explotado en una superpoblación incontrolable y está
presenciando sus efectos catastróficos?
* ¿Estáis preparados
para cubrir las necesidades de una generación futurista de clones: seres
vivos, sin alma, que respiran y requieren exactamente el mismo espacio,
comida y necesidades básicas de la población existente que ha llegado a
su límite?
Antes de entrar siquiera en las complejas implicaciones sociológicas
de la pesadilla de la clonación genética, regresamos a nuestra pregunta
anterior: ¿qué propósito tienen las formas de vida clonadas en vuestra
atestada realidad de la Tierra? ¿Bebés clonados?
Vuestra obsesión de tener hijos es comprensible en una época en que
los conteos de espermatozoides masculinos están bajando globalmente y,
sin embargo, como ya lo hemos explicado, ésta es la manera que tiene la
naturaleza de remediar el desequilibrio. ¿Podéis prever las
implicaciones psicológicas de criar reproducciones clonadas de vosotros
mismos?
Tratad de imaginar la demencia que ocasionaría el experimentar una
fotocopia que repite paso a paso el proceso de vuestro crecimiento. ¿No
estáis ya suficientemente traumatizados psicológicamente con vuestros
dramas entre padres e hijos sin que tengáis que enfrentaros a vosotros
mismos en ambos papeles: madre e hijo?
Sabed que si os hablan del potencial de cualquier tecnología, ésta
ya existe. Podéis estar muy seguros de que la clonación humana se puso a
prueba y resultó ser un «triunfo» técnico en los laboratorios mucho
antes de que se la presentara como una posibilidad futurista a fin de
evaluar la opinión pública. Tal como la visión del adepto Einstein se
transformó en un medio de destrucción, así también se reducirán a las
vibraciones más bajas de la conciencia humana la mayoría de los ideales
humanitarios de los potenciales de la genética, una vez que se hayan
pisoteado las barreras de la ética, y los científicos sean libres de
jugar a Dios con la vida humana.
Aquellos atlantes entre vosotros, sin duda reconocéis esta
información, puesto que surge una forma de pensamiento disonante en
vuestra memoria, y puede que sintáis miedo (pero no sorpresa) de que
esto esté sucediendo nuevamente. Las generaciones posteriores de esa
civilización experimentaron estas mutaciones justamente antes del
hundimiento del continente; y no es un accidente que el Ser Supremo
pusiera a descansar el proyecto atlante, sumergiéndolo profundamente en
las aguas curativas de lo que se ha denominado apropiadamente el océano
Atlántico.
Aún no habéis vivido los horrores de la experimentación genética tal
como se desarrolló en ese entonces, pero a no ser que vuestra
conciencia colectiva altere esa realidad proyectada en el transcurso de
los próximos diez años, conoceréis aberraciones jamás imaginadas antes
de que finalice la estructuración maya del tiempo en 2012. Los
alquimistas de los tiempos modernos (los nuevos ingenieros del material
del ADN) están decididos a crear el hombre monstruoso perfecto, la
suprema ambición de vuestro arquetipo de la maldad: Adolfo Hitler.
Están ardiendo con el fuego del conocimiento todopoderoso de su
descubrimiento, sintiéndose como dioses, amos del reino biológico. Se
trata de la violación de los Anunnaki una vez más, sólo que en esta
ocasión la mente de las masas es plenamente consciente de que se está
llevando a cabo y da su consentimiento.
Ya habéis forzado la unión del espermatozoide y el óvulo en el tubo
de ensayo, y también tenéis la capacidad de especificar códigos y
estructuras genéticas, de modo que, en efecto, el sueño de Hitler ya
está al alcance de cualquiera que tenga un extenso conocimiento de
biogenética y un laboratorio relativamente sofisticado. Observamos
vuestra incapacidad de integraros racialmente como una totalidad, y sólo
podemos imaginar lo que se desarrollaría una vez que una raza clonada
de seres prediseñados, genéticamente «superiores», empezara a poner su
semilla en vuestros estados actuales de separación y las polaridades aún
no resueltas de lo femenino y lo masculino.
No obstante, el experimento fracasará otra vez, pues el hombre no
puede anular el Plan Divino, y sus formas de vida artificialmente
creadas no suplantarán la perfección de la vida como manifestación del
alma. Dicho en términos muy simples, ninguna inteligencia perfeccionada o
biología genéticamente manipulada mejorará jamás aquello que es la
conciencia de la vida en su ciclo kármico natural: la vida que vive la
encarnación según la intención que tuvo y muere, o se transmuta, tal
como lo planeó, antes de manifestarse, el alma que enciende esa vida.
Vuestros alquimistas modernos son demasiado nuevos en el juego para
saber de las distorsiones y creaciones monstruosas que evolucionarán a
partir de su invasión del proceso natural, pues están embriagados con la
ilusión de dominar los secretos de la creación. Sin embargo, no pueden
reproducir artificialmente el alma y, por consiguiente, puede que sus
fragmentos microscópicos del enigma, a la larga, lleguen a estructurar
una forma física básica, pero sin la conciencia del alma esa vida no
tiene significado ni propósito.
Por lo tanto, hablamos de atrocidades biológicas y cascarones sin alma que poblarían todavía más el planeta.
La
verdadera espiritualidad se edifica sobre una comprensión y aceptación
elementales del proceso de la muerte. Es la entrega, la disolución de la
materia a medida que se transmuta en luz, lo que constituye la clave
del significado de la vida en todos los niveles dimensionales. Muchas de
vuestras culturas espirituales más avanzadas, tales como los sacerdotes
tibetanos, los mayas y los pueblos indígenas americanos, se preparaban
para el proceso de la muerte desde los primeros instantes de su
conciencia del «yo soy».
En lugar de temer a la muerte, la exploraban y se preparaban para
ella, de modo que el paso les fuera conocido cuando el tiempo los
hiciera regresar a través del túnel: el reflejo metafísico del túnel de
la vida que vosotros conocéis como el canal del nacimiento.
Es el espejo el proceso idéntico, pero el regreso a la luz es mucho
menos traumático que la llegada a la materia. El canal de la muerte...
Una
puerta lleva adentro, la otra lleva afuera, sólo que la puerta de
«entrada» se abre desde la luz hasta la densidad física del túnel
vaginal, en tanto que la puerta de «salida», el portal del alma liberada
(de las limitaciones de la existencia física), existe únicamente como
un portal multidimensional desde el cual el alma se expande desde la
densidad material hasta la luz, liberada por el chakra de la corona.
En lugar de buscar desesperadamente la prolongación de la vida y la
solución de la enfermedad por medio de la invención artificial,
vosotros, como seres espirituales en evolución, ya estáis listos para
aprender a desprenderos de la realidad física y las ilusiones del mundo
de los sentidos.
Esto se logrará cuando reconozcáis que vuestra alma es eterna;
anhela regresar a la luz tanto como busca el retorno a la forma en el
ciclo infinito del karma y la evolución.
Extracto del libro: "El Cosmos de Alma".
Un despertar para la humanidad.
Capítulo VII - La clonación y la pesadilla genética
Patricia Cori.
trabajadores de la luz
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