LUZBY BERNAL

jueves, 23 de febrero de 2012

Templos sagrados. Parte II

Varios/Otros
Templos sagrados. Parte II
 
¿Y qué hay del uso de la luz y el sonido en las esferas de la curación?

A lo largo de vuestra historia —y con eso nos referimos a aquello que está registrado, y a un tiempo más lejano, cuando los continentes eran una sola masa de tierra—, los seres que sembraron Gaia y sus descendientes han utilizado el sonido como un gran catalizador.

Es apropiado en este momento de vuestro despertar que entendáis el poder del sonido para abrir portales, liberar energía, alterar la materia y despejar el camino de la ascensión. En la antigua civilización de Atlántida, antes de que la vibración de Nibiru perturbara la armonía que reinaba allí, los seres eran sumamente receptivos al sonido y experimentaban la música de Gaia, que se elevaba por las plantas de sus pies como los «acordes graves» de su identidad. Cada planeta, en verdad cada capa dimensional, vibra con su sonido semilla, y así los seres de Atlántida, descendientes de otros mundos, trajeron a la Tierra su identidad cultural en forma de sonido.

Tenéis que saber que Atlántida fue una cultura multiétnica, compuesta de muchas civilizaciones, que habían venido como pioneros al Nuevo Mundo. Fue una época que no se diferencia de la siembra de las Américas, tan sólo que los inmigrantes eran seres venidos de muchos niveles dimensionales y sistemas estelares más allá del plano terrestre.

Cada alma tenía su propia frecuencia musical, y al fusionarse con la música de Gaia creaba una especie de sonido individual específico en cada célula del cuerpo, al que nos hemos referido como el wam, la música del alma. La armonía entre los seres de Atlántida iba mucho más allá de la interacción emocional, pues en aquel tiempo, en esa civilización, uno podía oír la música del alma de los demás y, dado que toda música, de una u otra forma, fluye hacia sí misma, no había disonancia. Como tal, esa cultura prototipo de la Tierra se consideró uno de los triunfos más grandes de la galaxia, un lugar donde los seres multidimensionales se sintonizaban con la vibración gaiana en coexistencia pacífica, y la grandeza se alcanzó en muchos niveles.

Con el transcurso del tiempo, la vibración tridimensional de la realidad sensorial y la atracción gravitatoria de Gaia empezaron a interferir en el wam individual, desafinándolo, y se hizo necesaria la curación.

Esto se llevaba a cabo en las cuevas cristalinas de las playas atlantes, donde las sacerdotisas sanadoras afinaban el wam simplemente tocando la matriz de cristal correspondiente, lo que generaba un tono resonante que devolvía la armonía al individuo. Ahora estáis recordando el uso de los cristales en la curación, pero aún tenéis mucho que aprender con respecto al uso de las claves musicales de los cristales, pues es en extremo sutil, y la mayor parte de la humanidad, atada a la tercera dimensión, ha dejado de oír la música del prójimo.

La intervención de los Anunnaki en generaciones posteriores no sólo desafinó la sutil vibración individual, sino que, al ser tan poderosa su agresión, sumió la frecuencia de sonido (el wam de Gaia) en una violenta disonancia, muy parecida a la de hoy. Con la fuerza del guerrero omnipotente, utilizaron el conocimiento de la clase sacerdotal sobre el sonido y los cristales a una frecuencia tan devastadora, que podían hacer detonar el sonido igual que vosotros detonáis vuestras bombas de guerra actuales.

Y os recordamos que la guerra de sonido (metodología de los Anunnaki) aún se sigue usando para controlar y dominar. Lo que aún no sabéis acerca de la destrucción de ese continente y de la subsiguiente inundación, es que la perturbación de las frecuencias de sonido de Gaia es lo que hizo que se perdiera el equilibrio en el planeta; y aquí os ofrecemos otra clave para entender qué es lo que mantiene la cohesión de vuestro planeta y lo que desplazará las arenas una vez más.

Tres de los Sumos Sacerdotes de Atlántida escaparon de la devastación final de ese continente y llegaron a las orillas de lo que hoy en día son las montañas del Himalaya, donde establecieron el conocimiento del sonido y de la forma geométrica sagrada.

En el florecimiento de la civilización atlante, los seres que poblaron esa inmensa isla operaban en una conciencia multidimensional; por este motivo, hay cierta confusión en cuanto a la realidad material de esa tierra. Atlántida, en sus muchas generaciones, realmente existió en la tercera dimensión, y si su importancia ahora está aflorando a la superficie en vuestra memoria es simplemente porque, desde que emprendisteis vuestra procesión a la Era de Acuario, habéis empezado a redescubrir los secretos de vuestros antecesores.

Al mismo tiempo, se está recuperando el así llamado «ADN basura», lo que hace que toméis plena conciencia como seres galácticos que habitáis el planeta verde-azul. El libro akásico, vuestros viajes personales, y una visión general del futuro previsto se hacen Uno en el despertar, y está a vuestra disposición ahora que el velo de la oscuridad está desapareciendo.

Los Tres del Himalaya acordaron preservar el conocimiento de la música del alma para las futuras generaciones de Gaia, pero había que ocultarlo de aquellos que, como en Atlántida, abusarían de la energía para controlar y distorsionar la frecuencia, tal como había ocurrido con las formas cristalinas sintéticas de la tecnología vibratoria avanzada atlante.

Su legado para esa cultura en lenta evolución consistió inicialmente en implantar portales de sonido, los que sólo se podrían abrir cuando el alma hubiese llegado a la resonancia, y luego el uso de formas geométricas sirianas como puertas sagradas a los reinos más elevados. Estos símbolos se entremezclan en la arquitectura de muchas estructuras del misticismo tibetano, y aparecen en el arte de los templos en forma de esculturas geométricas y mándalas. Éstos contienen la frecuencia de una época cuando la vibración musical se unía a la forma sagrada para abrir los portales de tiempo y dimensión en esa cultura.

Lamentablemente, ese conocimiento prácticamente ha desaparecido de ese poderoso vórtice a causa de la invasión china a la más sagrada de vuestras culturas del siglo XX. Los lamas han escapado de las montañas nevadas del Tíbet, huyendo de la tiranía del dictador, y la mayor parte del conocimiento y los instrumentos sagrados ha sido retirada de esta tierra santa. Quedan pocos que verdaderamente entiendan el poder del sonido en los símbolos sagrados, el cual quedó en las efigies de una época cuando la humanidad tenía en su poder muchas de las claves.

Los primeros maestros tibetanos, descendientes de los atlantes, desarrollaron una manera de reproducir y conservar el wam externamente mediante la creación de ciertos implementos sagrados, que incluyen el dorje, la campana y el cuenco tibetano, un objeto sumamente sagrado que lleva en sus armonías el wam del maestro para quien había sido creado.

En esa época, estos implementos simbólicos se elaboraban con materiales extraídos de esa rica tierra, un vestigio de la sabiduría atlante de los cristales. Posteriormente utilizaron los siete y los nueve metales preciosos que corresponden a los chakras, el teclado musical del wam.

Durante muchas generaciones, los líderes espirituales más desarrollados de esta civilización dominaron la frecuencia con tal maestría que, al igual que los faraones, podían viajar en el cuerpo a universos paralelos y eran visitantes frecuentes de otras dimensiones. Mediante la activación de las frecuencias grabadas en los cuencos, ellos también podían experimentar las vidas simultáneas como conciencia del alma, a lo largo de la experiencia de sus vidas en la Tierra y de otras.

La música del alma permanecía viva en el cuenco místico, una forma de Bodhisattva listo para ayudar a cualquiera que hubiese desarrollado la habilidad de separar esa frecuencia inaudible de su manifestación física, frecuencia que se liberaba al tocar el instrumento.

Muchos de vosotros que habéis entrado en contacto con los cuencos de los tibetanos, si bien encantados con su belleza mística, no sois conscientes de que realmente tenéis acceso a la música del alma de los maestros tibetanos, que resuena hasta vosotros en muchas capas y ondas armónicas.

Sólo unos pocos seres muy especiales tienen la memoria y pueden activar el wam en los cuencos, y ellos son los canales capacitados entre vosotros, que actualmente están preparándose y que pronto serán llamados a unirse a los pueblos indígenas (localizados en centros geográficos estratégicos alrededor del globo) en la tarea de sostener el wam de Gaia mientras ella se mueve hacia su octava más alta.

La maestría del sonido se ha exaltado en muchas civilizaciones de vuestra rica historia, y el conocimiento todavía está con vosotros, gobernado por los seres de luz de ciertos pueblos nativos como los mayas, los indios de las Américas, los Dogon, los lamas y los Seres Delfín, quienes trabajan unidos para sostener la vibración de Gaia. Lamentablemente, también la sostiene la élite de poder, quienes nuevamente abusarán del conocimiento para manteneros bajo su control.

Al igual que los Sacerdotes Oscuros de Atlántida, el Poder tiene la capacidad de detonar la vibración.

Sus guerreros no tienen amor por Gaia, ni tampoco respeto por la vida y la humanidad, y siguen con la intención de atraparos en la oscuridad de vuestra ignorancia, donde han intentado manteneros a lo largo del tiempo terrestre, luego de su intervención en Atlántida.

Como hemos dado a entender, la manipulación del sonido es una parte esencial de su tecnología, y mientras los trabajadores de luz están uniéndose para reverberar con la música de los campos existenciales de la Tierra, el poder está tendiendo la nueva red de frecuencias de control justo debajo de vuestros pies, y así adormecen aún más vuestra capacidad primordial de oír a través de esos chakras, y están violando el rico suelo y los depósitos minerales de Gaia con los acordes de sus dispositivos insípidos.

Reiteramos que el conocimiento del sonido y su asombroso poder está tambaleándose entre los polos de la luz y la oscuridad, como lo estáis vosotros, en los momentos previos al amanecer de vuestra transformación.


¿Qué nos proponemos cuando hablamos de utilizar el sonido para alterar la materia?

No tenéis más que mirar con detenimiento el Gran Octaedro de Giza o las antiguas murallas de Machu Picchu para reconocer que vuestro desconcierto ante el movimiento y ubicación de monolitos de proporciones tan colosales está justificado.

La arqueología convencional fracasa rotundamente a la hora de explicar cómo hicieron los mortales de esas sociedades «primitivas» para transportar, rodar con poleas y levantar estructuras tan gigantescas.

En el caso del Gran Octaedro, la perfección de su obra de albañilería —bloques monumentales de caliza y granito, a menudo adosados a menos de un milímetro— desmiente los cuentos de la clase dirigente acerca de esclavos nubios que trabajaban bajo el despiadado sol del Sahara a base de pura fuerza muscular y el látigo del amo.

Adjudicar un comportamiento de esa naturaleza a la evolucionada civilización de Egipto es menoscabar el legado de una de las culturas más significativas de la historia de la humanidad y, sin duda, es negar la abrumadora evidencia del apoyo brindado por seres galácticos, presentes en esa época de la evolución de Gaia.

Una mínima sensibilidad ante las energías de Giza sólo puede afirmar que en la conciencia superior, que ha quedado grabada como formas de pensamiento y campos de energía en las sutiles grietas entre los bloques de la Gran Pirámide, residen un gran espíritu, misticismo y humanidad. En ninguna parte encontraréis sepultada en la piedra la ira del duro trabajo del hombre, los presuntos esclavos de Egipto.

Confirmamos la hipótesis de algunos de vuestros nuevos pensadores.

En verdad, la labor de estas estructuras fue una simple y fácil unión de mentes, la cual recurrió a los poderes de la clase sacerdotal para establecer la frecuencia de sonido necesaria para elevar los bloques. Ellos tenían el conocimiento atlante del poder del sonido, como también los mayas en sus obras similares, y los tibetanos, quienes utilizaron su comprensión del sonido y la voz humana con el sumo propósito de sostener la vibración de Gaia que, de hecho, ha mantenido al planeta en una sola pieza durante muchos, muchos milenios,.

Los Seres Delfín son entidades altamente evolucionadas, cuya materialización en la Tierra se produjo como parte de la encarnación del alma de Gaia. Su misión de luz en el teatro evolutivo ha sido supervisar la frecuencia de los océanos, pues allí también el sonido mantiene la coherencia de todo. Os aseguramos que la reciente disminución de su población está estrechamente vinculada a la exacerbación de las aguas borrascosas de El Niño.

V
uestro estudio de los ecosistemas aún no ha ampliado su conocimiento sobre la importancia del sonido en el equilibrio; sin embargo, el Gobierno Secreto lo sabe. ¿Habéis oído de las extrañas mutilaciones en los cuerpos de los delfines, cuyos cadáveres, recientemente traídos por la corriente a la playa, revelaron huecos perforados debajo de la garganta, en el mecanismo de la voz?

Al igual que en una película de ciencia ficción, la élite de poder está intentando utilizar el patrón de sonido de los delfines. Han estado realizando experimentos en los instrumentos vocales de estos seres en un intento de adquirir y utilizar el conocimiento, pero el desatino con que practican este ejercicio está alterando la tensión dinámica de los océanos, lo cual motivará la partida del clan Delfín, quienes están empezando a suicidarse.


Como seres de luz altamente evolucionados, no pueden ser manipulados para servir a la fuerza oscura, y a menos que os movilicéis para detener el siniestro trabajo de su explotación, pronto presenciaréis la muerte en masa en vuestros mares.


Que sea una advertencia. La pérdida de los Seres Delfín y de las magníficas ballenas, que ya han sido asesinadas casi hasta el punto de su extinción, acarreará el fin del equilibrio y la destrucción final del ecosistema.






Extracto del libro: "El Cosmos de Alma".
Un despertar para la humanidad.
Capítulo VI - Templos sagrados.
Patricia Cori.

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