ESPACIO CUÁNTICO VERSUS UNICIDAD
Por Roberto Maruri Ampuero
Enviado por Lida Spears lidaspears@gmail.com
No existe el espacio finito, limitado, es ilusión. No existe
una célula con un contorno físico limitado. Solo existe el canto infinito del
viento atravesando las praderas insostenibles.
Las auras eran glóbulos virtuales que contenían los sueños
de un ser real en la dicha plena que trascendía la sensatez y los vientos de
una tierra y un cosmos, de los pequeños hologramas y halos.
Las geometrías flotaban en los vientos de lo creado, los
campos electromagnéticos geometrizados sacramente. La geometría era un impulso
sagrado en lo tocable. La geometría “pensaba” y así pulsaba en sus pensamientos
inmateriales sin el más mínimo esfuerzo.
Por otra parte, los pensamientos mortales crearon los
escenarios de Dante, los escenarios de las odiseas, las escenas que contenían
las sombras hasta que estas fueron desaparecidas en la pureza incondicional.
Solo la persona era oposición a la luz, a los santuarios
inmortales de la luz prístina.
Hoy el espacio quántico evanece el vacio infinito. El vacio
es un templo que contiene la perfección en expansión permanente. Elvacio es lo
único que contiene la perfección. El vacio es lo único, es la belleza completa.
La pureza hablaba en las células. El fondo de los quarks no
contenía medidas.
Las auras semi-fisicas eran un campo electro-cristalino que
contenía los destellos de inteligencia pura vacía impeliendo la energía de
creación a través de los chakras-portales aceleradores de pensamientos-partículas
que creaban y habían creado la forma.
Las auras eran unas caracolas que emitían el sonido del
silencio inundo, el canto del mar amante, el “somnífero” sonido esencial.
Elsoñador habitaba al fondo de un aura. El aura era una pulsación lumínica de
la conciencia.
El hombre contenía –o incontenía- el invisible en la
expectación del color.
El hombre era incontención y amaba primitivamente, caudales
eran sus ojos.
Las matrix eran las cavernas primitivas donde el amor jugaba
con su propia sombra.
Las matrix eran nidos de entretención, las matrices donde el
Ser velaba “algo” que lo propulsaba a crear, a volver a sí mismo y a recordar
quién Es, a volver a la Ayoidad (en forma desesperada).
La magia era la exaltación del recuerdo, del recuerdo
primero, del recuerdo del Uno.
El espacio quántico devenía la sublimidad de los patrones
perfectos. Las biologías contenían el amor sin saberlo, solo un mínimo recuerdo
susurrando en sus corazones, en sus espacios sagrados.
La divinidad hablaba en las glándulas. El timo, la
pituitaria, la pineal, las suprarrenales “profanaban” el invisible, eran hacia
el espacio abierto, hacia el no-espacio, un beso al cielo.
El amante era cuántico y su ser cuántico tendía al infinito,
a la inundación más poderosa de la belleza. Los templos hablaban. La luz
cantaba en los corazones humanos. El corazón del hombre era un sol, un templo,
un templo fuera del espacio, un rio infinito, un desnudo. Desnudo estaba el
hombre en el hoy. El hombre no tenía raza y su corazón ni siquiera era cósmico.
El Cosmos era solo un periplo en fuga hacia el Uno. Todo estaba en fuga hacia
el Uno. La divinidad era el soplo de la Vida. La Vida una epifanía en los
caudales del ahora. Cada hoja soplaba el viento inmortal. Y allá en los
torrenciales los respiros de los albatros. Y los caparazones de los
instrumentos, de las violas, eran las cúpulas de los silencios: un corazón
inundo de hombre, el final de un hombre.Hoy solo las hojas hablan, hablan en el río de las
estrellas. Y este espacio es cuántico, es un espacio-Uno.
Y ese hombre amaba. Pudo haber amado
odiosamente, pero amaba.
Y el corazón romántico es solo un sueño, la vacuidad
derramada en la luz, en las plumas de la luz que hoy amorosamente se unifican,
a pesar del cansancio de este humano que virtualmente muere. La muerte es la
profusión de la vida. No hay muerte en el Canto, en las voces del misterio, la
Vida canta con esas voces. La Vida canta con esas voces. Y el hoy es solo el
templo de ese Amor, de ese amor que hace saltar las auras, que pulsa la música.
Toda la luz era una mancha en el vacío.
Y el Cosmos fue un conjunto de matrix que nacían, se
trasparentaban y se extinguían, un divertimento en vidas, en vidas que amaban y odiaban,
arreciaban y surgían, en los absolutos. Y lo
cuántico es tensión hacia la unicidad, hacia el reino perfecto que aúna los
paraísos perdidos.
Atte eduardoduendes.
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