¡Oh María auxilio de los Cristianos!
nuestra esperanza en las amarguras de la vida,
y nuestra fortaleza en todas nuestras dificultades,
hija privilegiada de Joaquín y Ana,
esposa castísima de José, no te olvides
que al pie de la Cruz fuiste nuestra Madre;
de rodillas ante vuestra milagrosa imagen
y con nuestros corazones animados de la
más dulce confianza, concluimos nuestra
plegaria, rogándote por el triunfo de
la Iglesia, por el Sumo Pontífice,
por los sacerdotes, por las órdenes religiosas,
una cariñosa mirada a nuestros países,
la bendición para nuestras familias.
Virgen María, madre de Dios, ruega a
Jesús por nosotros para que después
de haberte coronado aquí en la tierra
tengamos la dicha de contemplarte en el
cielo por toda la eternidad.
Así sea.
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