LUZBY BERNAL

sábado, 2 de mayo de 2015

Psiquiatría crítica: desenmascarando el dogma de la Psiquiatría biológica

Psiquiatría crítica: desenmascarando el dogma de la Psiquiatría biológica

Psicofármacos - drogas legales


Los trastornos psiquiátricos no son enfermedades médicas. No hay exámenes de laboratorio, escáneres del cerebro, rayos X o pruebas de desequilibrio químico que puedan comprobar que cualquier trastorno mental es una condición física. Esto no quiere decir que las personas no se depriman, o que la gente no pueda experimentar presión emocional o mental, pero la psiquiatría ha reenvasado estas emociones y comportamientos como “enfermedad” para vender los fármacos. Esta es una brillante campaña de marketing, pero no es ciencia.
“… la psiquiatría moderna todavía tiene que demostrar convincentemente la causa genética o biológica de por lo menos una sola enfermedad mental… A los pacientes se les ha diagnosticado ‘desequilibrios químicos’ a pesar de que no existen pruebas para respaldar tal afirmación… no hay un concepto real de la apariencia de un equilibrio químico correcto”. 
David Kaiser, psiquiatra

“No existe el desequilibrio químico. Cuando la gente viene a mí y dice: ‘Tengo un desequilibrio químico’, les respondo: ‘muéstrame tus exámenes de laboratorio’. No hay pruebas de laboratorio. Entonces, ¿qué es el desequilibrio bioquímico?”. —
Dr. Ron Leifer, psiquiatra de Nueva York 

“Todos los psiquiatras tienen en común que cuando son capturados por la cámara o el micrófono, se agachan y admiten que no hay cosas tales como los desequilibrios químicos o enfermedades químicas, ni hay exámenes o pruebas para ellos. Lo que hacen en la práctica, que se extiende en todos los casos, es revocar el derecho de consentimiento informado de cada paciente y envenenarlos en el nombre de ‘tratamiento’, lo cual no es nada más que criminal”. —
Dr. Fred Baughman, Jr. Pediatra Neurólogo 

“La psiquiatría hace afirmaciones no comprobadas de que la depresión, la enfermedad bipolar, la ansiedad, el alcoholismo y muchos otros trastornos son de hecho, básicamente biológicos y probablemente tienen un origen genético... Este tipo de fe en la ciencia y el progreso, es asombroso, sin decir que es ingenuo y tal vez delirante”. —
David Kaiser, psiquiatra 

Mientras que “no ha habido escasez de explicaciones bioquímicas para supuestas condiciones psiquiátricas... ninguna de ellas ha sido probada. Por el contrario, en cada caso donde se pensó haber encontrado tal desequilibrio, más tarde se probó que era falso”. —
Joseph Glenmullende, psiquiatra de la Facultad de Medicina de Harvard
 Blaming the brain
“Se aferran a las teorías no sólo porque no hay nada que tome su lugar, sino también porque son útiles para promocionar el tratamiento con drogas”. —
Dr. Elliot Valenstein, catedrático, autor de Culpando al Cerebro  

“No existen análisis de sangre o pruebas biológicas que determinen laMito de la enfermedad mental presencia o ausencia de la enfermedad mental, como existen para la mayoría de las enfermedades del cuerpo. Si se desarrollara una prueba de este tipo, entonces la condición dejaría de ser una enfermedad mental y se clasificaría como síntoma de una enfermedad física”.
 Dr. Thomas Szasz, profesor emérito de psiquiatría, Facultad de Medicina de Nueva York, Siracusa, EE.UU.


Sydney Walker III - A dose of sanity“Creo que hasta que el público y la psiquiatría misma se den cuenta de que las etiquetas
del DSM no sólo son inútiles como ‘diagnóstico’ médico, sino que también tienen el potencial para hacer grandes daños; en especial cuando se les utiliza como medios para negar las libertades individuales, o como armas en manos de psiquiatras que actúan como pistoleros del sistema legal”.
 Dr. Sydney Walker III, psiquiatra


Commonsense Rebellion
“Ningún indicador bioquímico, neurológico o genético ha sido identificado para el trastorno de déficit de atención, el trastorno de oposición desafiante, la depresión, la esquizofrenia, la ansiedad, el abuso compulsivo de drogas, alcohol y comida, los juegos de azar o cualquier supuesto mal, enfermedad o trastorno mental”.
 Dr. Bruce Levine, catedrático, psicólogo y autor de La rebelión del sentido común

 Tana Deneen - Manufacturing victims

“Contrario a los diagnósticos médicos que proveen una causa probable, tratamiento apropiado y un resultado posible, los desórdenes enumerados en el DSM-IV son términos establecidos por consenso”.
 Tana Dineen, Catedrática, Psicóloga canadiense 


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“En la psiquiatría no hay pruebas objetivas, no hay rayos X, pruebas de laboratorio, o exámenes o descubrimientos que definitivamente digan que alguien tiene o no tiene un trastorno mental”. 
— Allen Frances, Ex-Jefe del Grupo de Trabajo del DSM-IV

Loren Mosher
“El DSM-IV es la fabricación tras la cual la psiquiatría busca aceptación por parte de la medicina en general. Los asociados saben que es más un documento político que científico… El DSM-IV se ha convertido en una biblia y en un best-séller para hacer dinero, a pesar de sus grandes fracasos”.  
— Dr. Loren Mosher, Profesor Clínico de Psiquiatría

 Colin Ross pseudoscience in biological psychiatry
“La forma en que algo se introduce en el DSM no está basada en pruebas de sangre, exámenes estructurales del cerebro o descubrimientos físicos. Está basada en descripciones del comportamiento. Y esto es lo que representa el sistema completo de la psiquiatría”.
— Dr. Colin Ross, psiquiatra
“Podemos fabricar suficientes etiquetas de diagnóstico sobre la variación normal del estado de ánimo y el pensamiento para poder suministrar continuamente medicamentos… Pero cuando se trata de fabricar enfermedades, nadie lo hace como la psiquiatría”.
— Dr. Stefan Kruszewski, psiquiatra de Pennsylvania entrenado en Harvard, 2004

“En resumen, todo el negocio de crear categorías psiquiátricas de ‘enfermedades’ formalizándolas por consenso, y subsecuentemente atribuyéndoles códigos de diagnóstico, que a su vez guían a su uso para cobro de seguros, no es más que un fraude continuo que le otorga a la psiquiatría un aura pseudocientífica. Los perpetradores, por supuesto, están alimentando al público con esto”.
— Dr. Thomas Dorman, internista y miembro del Royal College of Physicians of the UK, Fellow, Royal College of Physicians of Canada

Dr. Peter Breggin:

Los psicofármacos son más peligrosos de lo que jamás hayas imaginado

https://youtu.be/BCX4YtQ4lbg
En esta nueva entrega de Verdades Psiquiátricas, el Dr. Breggin repasa los perjuicios de los psicofármacos como el antidepresivo Prozac, los estimulantes, los sedantes, las benzodiazepinas, los antipsicóticos o los estabilizadores del ánimo. Breggin nos recuerda lo peligrosos que son estos fármacos y nos insta a dejarlos, con precaución y supervisión clínica, pero lo antes posible.

Dr. Peter Breggin:

¿tiene usted un desequilibrio bioquímico?


https://youtu.be/UCoIkG9s9uQ
El Dr. Peter Breggin desmonta el mito del desequilibrio bioquímico y examina lo que se conoce de la enfermedad mental. El Dr. Peter Breggin es autor de varios libros, incluyendo “Toxic Psychiatry” y “Dejar los Psicofármacos, una guía para prescriptores, terapeutas, pacientes y sus familias”.

Dr. Peter Breggin:

La tragedia de los niños diagnosticados TDAH



https://youtu.be/5D0agAA76ho
El Dr. Breggin describe cómo tal diagnóstico lleva al consumo de estimulantes y a menudo a una vida entera consumiendo fármacos psiquiátricos. El resultado es que muchos niños terminan con una discapacidad inducida por los fármacos, menos logros vitales y una calidad de vida pésima.

Entrevista

Hablando Claro con la Dra. Joanna Moncrieff

Joanna Moncrieff

 
Víctor Amat

Joanna Moncrieff es una psiquiatra controvertida, hace unos años empezó a mover conciencias con su
 primer libro llamado “El mito de la cura química”. Durante este tiempo, laJoanna Moncrieff - The myth of the chemical cure Dra. Moncrieff ha investigado con profundidad los estudios que se han realizado sobre los diferentes tipos de psicofármacos y ha puesto en marcha estudios rigurosos acerca de cómo estos medicamentos afectan a los pacientes. Los tratamientos y seguimientos que realiza con pacientes que padecen trastornos psicológicos la ha llevado a exponer sus teorías acerca de cómo la industria farmacéutica ha influido en el pensamiento de los médicos y los pacientes para poder aumentar y garantizar su éxito a la hora de vender sus productos.


Profesora de Psiquiatría en el University College de Londres, ejerce también la práctica clínica. Es fundadora y presidenta de Critical Psychiatry Network, entidad que agrupa a psiquiatras que se oponen al modelo biologicista tradicional y su enfoque de coacción sobre el paciente. A pesar de que puede parecer una mujer frágil, critica con determinación el uso excesivo de los medicamentos psiquiátricos y denuncia la influencia negativa de  la industria farmacéutica sobre los médicos y sus pacientes.


Ha viHablando Claro - Joanna Moncrieffsitado nuestro país con motivo de la presentación de su segundo libro publicado titulado: “Hablando Claro”. En él sigue explicando su visión acerca de los medicamentos psicoactivos y alentando a sus lectores a ejercer una opinión activa y crítica frente a la prescripción masiva de estos tratamientos. Aprovechando su presentación en el Colegio de Médicos de Catalunya, Cuerpomente la ha entrevistado para poder conocer más a fondo su trabajo y sus opiniones. La Dra. Moncrieff es una mujer decidida y su mirada transparente nos indica que es una profesional comprometida con el bienestar de sus pacientes.






CM: Dra. Moncrieff ¿cómo le vino la idea de escribir este libro?
JM: Bueno, la verdad es que siempre he sido muy observadora y curiosa, ya cuando estudiaba medicina, durante mi residencia de psiquiatría, me daba cuenta de que algo no cuadraba entre lo que me decían mis profesores y los libros que leía y lo que observaba en los pacientes. La cuestión era que cuando los miraba, solía ver a personas que actuaban como zombies y me preguntaba si realmente eso era lo que pretendíamos ver como la cura de una enfermedad, todo eso me resultaba contradictorio. No veía a la gente curada, la veía aturdida.
CM: ¿Qué ocurrió entonces?
JM: Empecé a leer mucho sobre esto. Descubrí muchas cosas que relato en mi libro. Estudié artículos científicos e investigaciones sobre cómo los fármacos afectaban a las personas. Luego empecé a promover algún estudio con el que empecé a emitir mis propias opiniones.
CM: ¿Cuándo empezó a pensar diferente del resto de sus colegas?
JM: Ahora que lo pregunta, nunca me había detenido a pensar cómo empecé a prestar atención a esas cosas. Quizá al tener en cuenta el efecto placebo, comparando los resultados con el efecto placebo me sorprendí al ver que los resultados no estaban siendo demasiado significativos. Cuando tomaban los tratamientos veíamos cambios en los pacientes, pero no siempre eran los esperados. Por ello, empezamos a pensar que en realidad el fármaco provoca estados que son diferentes a los trastornos sobre los que actúan. No hacen aquello que se suponía que deben hacer. Según el pensamiento tradicional, el medicamento debía restablecer un equilibrio químico. Sin embargo no tenemos pruebas de que eso ocurra.
CM: ¿Entonces qué es lo que ocurría?
JM: Los medicamentos crean un estado diferente al que el paciente tiene. Si hacen eso, no podemos pensar que la persona tiene el trastorno, tiene otra cosa. Algo creado por el fármaco que no es la normalidad. Como consecuencia de esas observaciones cambiamos el foco de atención de la enfermedad a los efectos creados por el medicamento. Al hacer eso, todo cambió y nos dimos cuenta de que esos fármacos podrían ser perjudiciales.
CM: Los médicos prescriben a sus pacientes estos medicamentos argumentando que curan las patologías que sus usuarios padecen. Dicen que estos productos proporcionan al cerebro sustancias químicas de las que el cerebro carece. ¿El mito de la cura química?
JM: Si, Hay muchos médicos que dicen eso. Toma esta droga, dicen, puesto que tienes falta de serotonina o cosas así podemos presuponer que entonces la cura a través fármaco viene al restablecer el nivel de la química cerebral, sin embargo eso no funciona de ese modo. Para explicar cómo funciona, veamos, por ejemplo, el caso del alcohol. Es popularmente conocido que tomar un par de copas puede ayudar a una persona tímida a desinhibirse y poder mantener una conversación. En muchos casos, la persona tímida, puede sentir, tras tomar cierta cantidad de alcohol que es una persona mucho más interesante. Sin embargo, a nadie se le ocurriría argumentar que el alcohol cura la timidez, ¿verdad? El alcohol crea un estado alterado que “tapa” la dificultad, pero que puede generar problemas posteriores graves, ¿no cree?
CM: En ocasiones, la gente que toma estas medicinas, no se reconoce a sí misma ¿Pueden tener estos fármacos efectos indeseables?
JM: Si, por supuesto. Los psicofármacos afectan de muy diversas maneras al sistema nervioso de las personas. En ocasiones, esa afectación es mejor que el trastorno que la persona padece, pero en otras no es tan eficaz. Queremos decir que, el efecto del psicofármaco es la creación de un estado que se solapa con el del paciente, esa es la idea del modelo centrado en el fármaco. La pastilla genera un estado alterado que tiene ventajas pero que también puede tener grandes inconvenientes. La mayoría de los usuarios de estos fármacos no son conscientes de crean estados alterados. Algunos de ellos son tan tremendos que no justifican su utilización puesto que son peores que el propio trastorno que pretenden tratar.
CM: ¿Significa eso que los pacientes desconocen el impacto real de esos tratamientos?
JM: Es conveniente saber que muchos pacientes, cuando dejan de tomar esos productos es cuando se dan cuenta realmente de cuán alterado estaba su estado de conciencia mientras consumían el fármaco, y sienten un tremendo efecto de carencia del producto que se confunde con una recaída. Esta recaída justifica de nuevo el tratamiento con el fármaco. Se convierte en un bucle que puede ser pernicioso. La persona se siente mal, se le prescribe un tratamiento que crea un estado alterado de conciencia pero cuando deja de tomarlo, la persona sufre un efecto rebote, es decir, tiene un empeoramiento en su estado que puede ser causado por la carencia del fármaco. Esta recaída justifica de nuevo la utilización de fármaco, puede que hasta en mayor dosis, creando así la posibilidad de una cronificación.
CM: ¿Cuál es, entonces, el origen de este enfoque terapéutico?
JM: La industria farmacéutica tuvo mala prensa cuando la gente empezó a hacerse adicta a algunos medicamentos. Por ello tuvo que pensar en nuevas justificaciones que permitieran a la gente tomar medicación. Creó la gran idea de que tu cerebro carece de ciertas sustancias y que para poder subsanar el problema había que consumirlas. Sin embargo todo eso carece de fundamento, como demuestro en mi libro. No es cierto que, por ejemplo, una persona que está aquejada de depresión carezca de ciertos niveles de serotonina. No se ha demostrado que eso sea así. Lo que se ha demostrado en cierta manera es que tomando un antidepresivo la persona tiene un estado alterado de conciencia que se solapa con su depresión. Ese nuevo estado no podemos llamarlo depresión, pero tampoco es una recuperación completa e ideal. Tomar un antidepresivo no equilibra tus niveles de serotonina, solo enmascara la depresión.
CM: Entonces ¿No hay que tomarlos?
JM: No digo eso, en ocasiones el nuevo estado es más interesante que el anterior para el paciente. Por ejemplo, algunos tranquilizantes, pueden ayudarte puntualmente para sobrellevar situaciones. Pueden permitir que la persona enfrente el problema más eficientemente. ¿Por qué no tomarlos, si son útiles? La cuestión es en que el usuario de un producto como ése desconoce toda la información acerca de los efectos secundarios, el efecto rebote, o peor aún no se le ha dicho nada acerca del efecto que causará la retirada del fármaco si la persona se encuentra mejor, que en algunos casos es un puro síndrome de abstinencia.
CM: ¿Pueden provocar “adicción psicológica”?
JM: Por supuesto. Ése es uno de sus peores efectos. Las personas que toman medicación, por definición, empiezan a desconfiar de ellos mismos y de su capacidad para enfrentar situaciones sin ella. Algunos psicofármacos pueden convertirse en una falsa ayuda. La persona que, por ejemplo, enfrenta una reunión tomando una pastilla puede llegar a la conclusión de que sólo si consume ese producto puede enfrentar dicha reunión. Muchos estudios muestran que una buena psicoterapia puede ser de más ayuda que un tratamiento con psicofármacos.
CM: ¿Cómo ven sus colegas sus propuestas? ¿Tienen aceptación?
JM: Poco a poco voy dando a conocer los resultados de mi trabajo. Hay controversia y las opiniones son diversas. Muchos están en desacuerdo conmigo, pero algunos de mis compañeros psiquiatras se muestran interesados en privado pero suelo ser ignorada. Afortunadamente hoy en día, cada vez hay más profesionales comprometidos con nuestro enfoque y eso nos ayuda a estar esperanzados con el futuro.
CM: Imaginemos un escenario sin tanta medicación ¿Qué es lo que sugiere que podemos hacer con alguien con una depresión moderada, por ejemplo?
JM: Es importante contar con todas las personas que están involucradas, la familia, los médicos, pero lo que es crucial es encontrar lo que a esa persona le sucede. Cuando ponemos una etiqueta, como por ejemplo la depresión, convertimos a la persona en una foto fija. ¿Qué es lo que le pasa? Sin duda, ese es un trabajo esencial. Ayudar a un ser humano a ver qué es lo que tiene que mejorar o cambiar en su vida. Una pastilla no va a cambiarle la vida y sabemos que no va a devolverle ningún equilibrio químico. Necesitamos actuar con la intención  de hacer que la persona sea responsable de su vida.
CM: En el libro habla de dejar la medicación cuando no ha resultado útil o cuando hay una mejoría evidente ¿Usan en su centro algún enfoque especial para “desintoxicar” al paciente que ha sido tratado durante mucho tiempo?
JM: Cada persona tiene necesidades diferentes, tenemos pacientes que han precisado de meses, incluso años, y nos adaptamos al tipo de problema que tienen y pueden ser tratados de manera puntual. Por ejemplo, pacientes graves con esquizofrenia, deben de ser tratados con mucha delicadeza al retirarles la medicación y debemos estar pendientes de su evolución por si necesitan ser apoyados farmacológicamente durante un episodio de recaída. Sin embargo, es vital para nosotros estudiar cada caso para poder comprender que causa el trastorno de nuestro paciente para poder ajustar todo el tratamiento a cada individuo.
M: ¿Qué encuentran principalmente cuando estudian esos casos?
JM: Es increíble el número de personas jóvenes que visitamos que padecen trastornos importantes como resultado de un uso de drogas “recreativas” como el cannabis, las anfetaminas y sus derivados. Muchos jóvenes quedan atrapados en un tipo de trastorno grave como consecuencia de consumos de sustancias psicoactivas. La cuestión es que son tratados por fármacos tan potentes que pueden cronificar su situación. Los estados generados por este tipo de medicación son tan alterados que impiden que el paciente pueda hacer una vida normalizada. Tal vez, esta nueva situación permita a sus familias gestionarlo mejor, pero vemos muy a menudo como estos casos son empeorados con algunos de estos tratamientos.
CM: ¿Qué hay sobre los tratamientos naturales? ¿Qué tipo de experiencia tienen con ellos?
JM: Bueno, no tratamos a nuestros pacientes con un tratamiento específico. Lo más importante es que aprendan a llevar una vida saludable. Una revista como la suya, sin duda aporta información sobre como mejorar algunos aspectos de la salud. Una buena alimentación es vital, conseguir una vida libre de estrés y hacer actividades que permitan a la persona mejorar su autoestima. Esto, claro, depende de cada caso, y no tenemos una recomendación estándar, escuchamos a nuestros pacientes y los alentamos a tener una vida sana. Tener capacidades para gestionar la ansiedad es algo que se ha mostrado útil, practicar ejercicio y, sobre todo, encontrar actividades donde el paciente se sienta útil.
CM: Cuando hablamos de medicación y de trastornos hay que hacer un punto y aparte para hablar de los niños. Hoy en día todos escuchamos sobre los trastornos que aquejan a las criaturas, pero sobretodo parece que la hiperactividad y el déficit de atención van al alza. Los médicos intentan controlar estos trastornos pero ¿Cuál es su opinión sobre este tema?
JM: Bueno, no creo que en España sea muy diferente que en Inglaterra. No parece que los entornos escolares sean muy propicios para niños que sean muy movidos, dispersos o que puedan tener necesidades específicas. Intentar controlar a los niños dándoles anfetaminas no nos parece muy buena idea. La falta de flexibilidad del sistema educativo y la vida estresada de muchas familias son un potente caldo de cultivo para trastornos de este tipo. Necesitaríamos grupos más reducidos y mayor variedad de enfoques educativos, sin duda alguna.
CM: Un conocido psicólogo, experto en salud infanto-juvenil, suele decir que hay muchos críos que se curan en septiembre, con el cambio de profesores.
JM: Claro. Es una visión inteligente pero no hay que olvidar que la industria presiona mucho puesto que los tratamientos logran generar estados en los niños en los que los niños están quietos y atentos a las explicaciones. Debo decir, no obstante, que no hay evidencias de que la hiperactividad sea una enfermedad en estricto sentido de la palabra, por tanto hay muchos casos en los que se está prescribiendo un tratamiento que no es necesario y que causa muchas secuelas a las personas que los consumen.
CM: Pues parece que cada vez hay más trastornos que pueden diagnosticarse
JM: Esa es una estrategia de la industria farmacéutica. Equiparan un síndrome, que no es más que una agrupación de síntomas, a una enfermedad. Un síndrome de ataque de pánico, por ejemplo, no es una enfermedad. Creo que tiene que ver con un complejo de inferioridad de los psiquiatras.
CM: ¿Complejo de los psiquiatras?
JM: En el inicio de la psiquiatría no existían los fármacos y los trastornos mentales se trataban de manera muy rudimentaria, con internamientos en centros cerrados y terapias de choque. Eso consideraba la psiquiatría como una disciplina poco avanzada y casi policial. El diseño de estos fármacos y la creación de nuevos trastornos ha potenciado la percepción de la psiquiatría como una disciplina muy científica. Ha disparado la autoestima de los psiquiatras.
CM: Frente a este poder de la industria y de una visión como la que impera ¿Qué podemos hacer?
JM: Como titular periodístico podríamos decir que lo importante es saber que frente a la industria farmacéutica y el lobby médico el paciente tiene derechos. Sería ideal si los facultativos pudieran informar sobre las potentes drogas que prescriben. Informar sobre los efectos que cabe esperar de esa medicación.
CM: ¿Cómo podemos ejercer esos derechos?
JM: Debería existir un diálogo médico-paciente sobre las consecuencias a medio y largo plazo de esos efectos y  sobre los devastadores resultados del consumo de estas sustancias. Los pacientes y sus familias deben preguntar acerca de los fármacos y de cómo afectarán a sus vidas. No debemos olvidar tampoco las dificultades relacionadas con el hecho de dejar de tomar este tipo de fármacos y de cómo abandonar un tratamiento crea problemáticas que pueden ser confundidas con recaídas. Tomar psicofármacos es un asunto de gran importancia y debemos tener precaución y conocimiento antes de entrar en un tratamiento de este tipo. A todos nos gustaría poder dar con una pastilla mágica que arregle nuestro sufrimiento, pero no existe ese tipo de pastilla por el momento. Existe el sentido común de los profesionales y sus pacientes.
Fuente: www.cetebreu.es
 Hablando Claro - Laporte
Hablando Claro - Moncrieff

https://youtu.be/WX-wmacqgWk
Resumen de la presentación de este libro IMPRESCINDIBLE de la editorial Herder para comprender qué son los psicofármacos (con traducción simultánea al español, sólo los primeros minutos son en catalán). 

Los psicofármacos no solo constituyen la base principal del tratamiento psiquiátrico moderno, sino que son recetados a millones de personas.

No obstante, la psiquiatra Joanna Moncrieff rechaza la forma de usar los psicofármacos centrada en la enfermedad, carente de evidencias que la apoyen, y propone redefinir la relación entre el paciente y el prescriptor, valorando de forma más realista los probables riesgos y beneficios del consumo de dichas sustancias, y teniendo en cuenta que su capacidad para mejorar la vida de las personas es limitada.

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