Lo llaman el árbol Frankenstein. El término nos llama de inmediato la atención, puesto que todo árbol, al igual que cualquier criatura creada por la Naturaleza, dispone de esas raíces que lo nutren con fuerza y vitalidad. Así que no, no pienses en una especie de planta siniestra realizada por las hábiles manos de Víctor Frankenstein, a través de distintas partes de cadáveres sin vida; no.
En realidad lo llaman así porque es un árbol «hecho con varias piezas». Muchas variedades para engendrar una criatura única y especial.
Ahora bien, nuestro protagonista de hoy es un claro resultado del capricho humano. Algo fascinante, bello y a la vez curioso, pero digamos que muy «natural». Es el objetivo cumplido de un deseo de un profesor, que además de científico, es artista. Y de ahí este árbol sacado casi de una de las páginas de Alicia en el País de las Maravillas.
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