LUZBY BERNAL

jueves, 30 de junio de 2011

Parasha Semana.-JUKAT

 

Jukat(Números 19:1-22:1)

Jukat

La parashá Jukat sella trágicamente el destino de Moshe Rabenu y Aarón Hacohen (ellos no entrarán a la tierra de Israel), cuando Hashem les encomienda tomar el maté (bastón en hebreo), juntar a la congregación y hablar con la piedra, para que subsecuentemente la roca diera agua. (Bamidbar 20-8).
Nos dice Rashi (Bamidbar 20-12), que si le hubieran hablado a la roca, entonces habría emanado agua por medio verbal y se habría santificado el nombre de Hashem ante todo el pueblo. La gente hubiera dicho: “La roca que no puede ni hablar ni oír y que no necesita sustento, cumple con la palabra de Hashem, cuanto más nosotros como yehudim debemos cumplirla”.
Si el pueblo de Israel hubiera visto que el bastón no jugaba un papel relevante y que no poseía poderes milagrosos, sino que era la palabra de Hashem la que sacaba agua de la roca (finalmente todas las rocas dieron agua), hubiera sido un Kidush Hashem gigantesco, habríamos subido a un nivel espiritual muy elevado, Moshé habría entrado a la tierra de Israel y se habría construido un Beit Hamikdash indestructible.
El pueblo de Israel relacionaba el poder de los milagros con este maté. El Midrash nos dice que éste fue el mismo maté con el que nuestro patriarca Jacob paso el río Yardén, y el mismo maté con el cual Moshé ejecutó todos los milagros en Egipto (las 10 plagas), partió el mar y ahora golpeó 2 veces a la roca. El mismo maté que tuvo cada uno y uno de los reyes de Israel en su mano, hasta la destrucción del Sagrado Templo de Jerusalem, y el mismo maté que en un futuro tendrá el Melej HaMashiaj (midrash yelamdenu). Pronto en nuestros días con el favor de Dios.
De esta manera, a los ojos de los yehudim, existe una seguridad tremenda arraigada en el maté, e inconscientemente creemos en su poder, y sin maté, pareciera como que no hay milagros.
Este maté, se puede interpretar como la seguridad que nos dan nuestros bienes materiales (dinero, casas, propiedades), el poder, las influencias y muchas otras cosas a las cuales asignamos equivocadamente poder, creemos que hacen milagros y nos dan tranquilidad y seguridad.
Por lo tanto, cuando Hashem le dice a Moshé: toma el maté y habla con la piedra, Él quería desarraigar por completo nuestra confianza en poderes materiales para que sólo confiáramos en la palabra divina, al golpear Moshé la piedra, el pueblo reafirmó nuevamente su pensamiento: “Ven, el maté sí que tiene poder”.
Hablar con la piedra, quiere decir, que cada uno de nosotros debe empezar a hablar con la piedra interior que lleva dentro, con esa parte dura, que nos aleja de nuestro creador, aunque tengamos nuestro maté, no te olvides de no pegar. Pongamos la confianza en Daat Torá, en nuestros sabios, en nuestras Tefilot y bakashot y así sabremos que vamos bien.
* * *
Cuentan que a fines de la segunda guerra mundial (1944), la gloriosa Ieshivá de Mir, aún en Shangai (China), era uno de los últimos lugares que quedaban en pie, la guerra se tornaba cada día más ruda, ya que Japón no se rendía, y declararon: “Hasta el ultimo soldado, pero no nos rendiremos”.
Las bombas caían sobre la ciudad constantemente sin parar y las paredes de la Ieshivá temblaban al estruendo de los ataques.
Por primera vez, muchos de los Bajurim fueron a hablar en un tono fuerte con los Roshei Ieshivot. Dijeron: “Esta situación es intolerable, tenemos que irnos a Tientzin, en cualquier momento una bomba puede caer sobre la Ieshivá y será el fin. (Esa era la forma lógica y objetiva que se deben ver las cosas).
Sin embargo, el Rosh Ieshivá  Rav Jaim Leiv Shmulevich (1902-1979), y el Mashgiaj Rujaní ,  Rav Yejezkel Levenshtein (1885-1974), contestaron: moverse de aquí e irse a otro lado son varios días y es mucho Bitul Torá, en tiempos difíciles y en tiempos de guerra, lo peor es hacer Bitul Torá, no nos vamos. (Daber el HaSela, Habla con la piedra).
Rav Yejezquel se paró y dijo: Sí yo fuera Rabino, les diría que bajo mi responsabilidad queda: Los que se queden aquí estudiando Torá, no les va a pasar nada. Como todos sabían que era un de los Gedolei Hador, se sentaron a estudiar con más ganas y nadie se movió. (Daber el HaSela). Poco tiempo después, hubo en Tientzin una revuelta política y murieron decenas de miles.
Posteriormente, uno de los bajurim se enfermó gravemente, parecía que no había esperanza para él (Cero medicinas, sin doctores y muchas epidemias).  Rav Yejezquel abrió el Aarón Hakodesh de la Ieshivá y dijo: Ribonó shel Olam, depósito toda mi confianza en ti, para la refuá del bajur, te imploro que lo cures. (Daber el hasela). Yo les dije a todos, que los que se quedaran, nada les pasaría. Ahora todos vamos a estudiar Torá, para la refuá de este joven. “Cúralo”, por favor.
Este bajur sanó y la Ieshivá de Mir, se salvó por completo, todos llegaron después de la guerra a sus destinos, sanos y salvos.
Quizás, ya es hora de regresar a la Sela (roca), agregar a nuestros rezos este Dibur (palabra), que Hashem encomendó a Moshé y que sea sólo el Dibur de Emuná en Hashem el que enseñemos a nuestros hijos para la reconstrucción del Beit Hamikdash, pronto en nuestros días.

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