LUZBY BERNAL

jueves, 30 de junio de 2011

Reevaluación de la religión.

Reevaluación de la religión.






DIFICULTAD PARA ENJUICIARLA

Pensar desapasionadamente sobre la religión propia es muy difícil. Sobre todo para aquéllos que han vivido su fe desde la niñez, pues aparte de las raíces que ella echa en el alma, todo lo que hemos creído y practicado desde la niñez se aferra tenazmente al fondo de nuestra psique y obnubila a la mente para evitar que vea cualquier cosa que aquellas creencias puedan tener de negativo. Por eso le pedimos al lector que haga un esfuerzo por dejar de lado todos sus prejuicios y le eche un vistazo desapasionado a ciertos aspectos de su propia religión.

Fijémonos primeramente en los resultados de todas las religiones. Las creencias religiosas abren un poco la mente en relación a ciertas verdades, pero la cierran con relación a otras que no están de acuerdo con esas creencias. En pocas palabras, hace fanáticos. Curiosamente fanático significa "el que va al templo" (en latín fanum = templo), contrariamente a profano (el que se queda fuera del templo).

Algunos de estos fanáticos viven sus creencias con tal rigor que se convierten en santos. De ellos, los que van por el camino del amor, son todavía aceptables, pero los que van por la vía del rigor pueden llegar a ser monstruosos. Por ejemplo, Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, más conocidos como dominicos, que organizó por toda Europa la inquisición y que fue el responsable de la muerte de miles de "pobres" brujas.

Este fenómeno de producir fanáticos es común en todas las religiones, aunque en unas es más virulento que en otras. Las víctimas mortales que este fanatismo religioso ha generado en el mundo entero a lo largo de los siglos y en todas las religiones son innumerables. Esto no deja de ser muy extraño para unas instituciones que comienzan siempre hablando del amor a nuestros semejantes.

LAS RELIGIONES SEPARAN

Otro resultado de las religiones es el aislamiento en que sumen a sus fieles. La raza humana está dividida en muchas fracciones, algunas de ellas completamente aisladas del resto, debido únicamente a las religiones.

En algunas sectas se llega incluso a prohibir el trato con gente de otras creencias. Y para encontrar ejemplos de esto no tenemos que ir a Mongolia, a la India o a Manchuria, donde habitan pueblos y castas completamente aislados por su religión, sino que nos bastará con asomarnos a nuestra Biblia en donde encontramos a un Yahvé prohibiéndole a su "pueblo escogido" relacionarse con los amorreos y cananeos pecadores. Y no sólo eso, sino que además les ordenaba que no se mostrasen nada benévolos con ellos y aun que los exterminasen sin perdonar siquiera a los lactantes.

Y no nos olvidemos de que ese mismo Yahvé era y sigue siendo el dios del cristianismo.

El aislamiento y la separación que la religión produce lo podemos ver en nosotros mismos. Ante un marroquí o un tunecino de religión musulmana nos sentimos como diferentes. Hay algo profundo que nos separa de ellos, no importa lo amables o correctos que puedan ser. Nos parece que allá en el fondo no tenemos nada que ver con ellos y pensamos que están radicalmente equivocados. Y la realidad es que hay cerca de mil millones de personas que en religión piensan fundamentalmente igual que ellos y de las que lógicamente también nos sentimos distanciados.

LA RELIGIÓN LLENA EL ALMA DE TABÚES

Otro resultado de las religiones es que tranquilizan el alma con la promesa que hacen de un más allá feliz, pero por otro lado la llenan de miedo con amenazas de castigos eternos y terribles si no se cumplen en esta vida determinados mandamientos. Esto tiene más peso en el alma de muchos cristianos que las promesas de un más allá feliz y por eso muchos fieles se han pasado la vida con temor a la muerte y a lo que les pueda suceder después de ella.

En la Edad Media los monasterios y conventos se llenaban de gentes que renunciaban a vivir como personas normales, aterradas por las predicciones de unos frailes fanáticos que hacían mucho más hincapié en los castigos que en las recompensas, y que se regodeaban en presentar a un dios terrible y vengativo. Al fin y al cabo, no hacían más que predicar al Yahvé del Antiguo Testamento. En los monasterios y cenobios se aislaban no sólo de la sociedad, sino hasta de sus propias familias. Las palabras del fundador del cristianismo, difundidas con todo rigor por sus predicadores, resonaban en sus oídos:

"El que quiera venir en pos de mí, que deje a su padre y a su madre..."

San Francisco Javier, uno de los santos eminentes de la iglesia, cuando estaba ya destinado a las Indias Orientales, de las que no volvería, pasó por Navarra cerca de donde estaba su madre y no fue a verla porque pensó que con ello agradaba más a Dios. ¡Bárbara manera de concebir la religión! Y si así piensa un "santo", que es un guía en el camino de Dios, qué les espera a los pobres creyentes que sigan sus enseñanzas?

En resumen, las religiones, aunque comienzan hablando de amor, desunen, aíslan, y llenan el alma de miedos y complejos, cierran las mentes y no permiten al ser humano disfrutar de muchas cosas buenas que hay en el mundo.

Según la doctrina cristiana tradicional, las mejores cosas de la vida son pecado, y en todas las religiones vemos cómo elsacrificio, la renuncia, la mortificación de los sentidos, la penitencia, los votos, la muerte para el mundo y hasta lostormentos son moneda común para agradar a Dios. Es cierto que al que está atribulado lo consuelan con promesas para el más allá, pero no lo ayudan a vencer la causa de su desconsuelo ni le dan una visión optimista de esta vida. Como no tienen nada que dar acá, centran todas sus prédicas en el más allá. Pero el más allá comienza en esta vida.

LA RELIGIÓN COMO ESTRATEGIA DE LAS ENTIDADES

Y ahora diremos algo fundamental acerca de las religiones, que entronca con lo que vimos en el capítulo de los otros niveles de realidad. Es algo que explica todo el misterio de ellas y su razón de ser y que, aunque sea difícil de admitir, es sin embargo la clave para explicar lo extraño del fenómeno religioso en todas las culturas de todas las épocas y de todas las latitudes.

La religión no es tanto hechura de los hombres cuanto imposición de los "señores del mundo", es decir, de aquellas entidades a las que nos referíamos en el capítulo anterior, cuando hablábamos de seres inteligentes no humanos que nos dirigen desde las sombras. Las religiones son una formidable estrategia que ellos usan para tres cosas:

1) Para mantenernos desunidos de modo que no progresemos y usemos toda nuestra energía en disputar entre nosotros
2) Para que nos hagamos la guerra de la cual algunos de ellos sacan gran beneficio
3) Para sintonizar nuestras mentes, enfocarlas hacia una idea y mantenerlas expectantes, porque a la mayor parte de ellos les interesan mucho las ondas que en ese estado de ánimo producen nuestros cerebros

De esto ya he escrito largamente en Defendámonos de los dioses y por ello no quiero extenderme aquí.

El viejo lema "divide y vencerás" tiene una perfecta aplicación en esta estrategia. Nadie puede negar que las religiones, a lo largo de la historia, han sido la principal fuente de guerras y discordias. Predican el amor (a los que piensan como ellos)hacen la guerra (a los no creyentes). Esta es una paradoja que tiene que hacer reflexionar a cualquier persona pensante.

Si la humanidad hubiese gastado tanta energía en mejorar sus instituciones y en progresar, como ha gastado en hacer templos y en guerrear por la fe, hoy la raza humana no estaría en el estado lastimoso en que se encuentra.

REPENSAR LAS CREENCIAS

En esta reevaluación de la religión los hijos de la Nueva Era tendrán que repensar a fondo sus creencias y descubrir sus profundas contradicciones. Algunas de ellas las acabamos de señalar, pero quedan todavía muchas otras que el lector tiene que descubrir por sí mismo. Deberá comparar su fe con otras diferentes para ver cómo coinciden en cosas absurdas y cómo por el contrario se contradicen en cosas básicas. Coinciden, por ejemplo, en la exigencia del dolor, en la personificación de la divinidad, en la humanización de Dios, en la virginidad de la madre del hombre-dios, en su "segunda venida", en hacer de los sacrificios de sangre el centro de la religión, etcétera.

Y en cambio, son contradictorias en cuanto a sus mandamientos concretos y ritos. Ante un cuadro así, uno deduce que no todas pueden ser verdaderas y una sola tampoco, porque esto diría muy poco de la equidad, justicia y providencia de Dios. Un hijo de la Nueva Era tendrá que repensar en particular el más allá que predica el cristianismo, con su resurrección de la carne, sus infiernos eternos y visiones beatíficas en las que no estará la mayor parte de la humanidad que no ha creído ni obrado conforme a las enseñanzas de Cristo. ¿En qué cabeza caben tantos disparates? Por lo tanto, un hijo de la Nueva Era tiene que tener el valor de destetarse de semejantes enseñanzas y perder el miedo a pensar libremente acerca del más allá.

La religión trata a sus fieles como niños que no tienen inteligencia y, en este particular, el catolicismo ha sido el ejemplo perfecto del padre sobreprotector que, a fuerza de defender a su hijo de peligros, lo convierte en un tarado que no puede valerse ni pensar por sí mismo. Las autoridades eclesiásticas prohibieron prácticamente pensar sobre los misterios de la fe. Había que limitarse a oír y a creer lo que a uno le decían. Por eso muy lógicamente prohibieron leer La Biblia, porque su lectura es capaz de quitarle la fe a cualquier persona que reflexione un poco sobre todos los disparates que contiene.

Se puede asegurar con toda certeza que las creencias de cualquier religión son un insulto a la inteligencia humana. Lo malo es que hay muy pocos aún entre las personas cultas con valentía para hacer un examen crítico detallado de todas sus creencias.

LOS MANDAMIENTOS DE LA NUEVA ERA

Entonces, ¿qué religión practicaremos? Si por religión se entiende un conjunto de creencias "reveladas" que nos sirven para alcanzar la salvación y librarnos de un castigo eterno, la contestación es: ¡ninguna!

Puede ser que en otras épocas las religiones les hiciesen falta a hombres que no sabían por qué retumbaban los truenos o por qué el sol salía todas las mañanas. Aunque muy lejos de pensar que ya lo sepamos todo creo, sin embargo, que hoy día ya hemos madurado lo suficiente como para no necesitar esas andaderas.

La única religión que estará siempre vigente será la del amor y la justicia, dándole a cada uno lo que le corresponde, respetando el derecho de los demás y teniendo el corazón abierto y generoso para todo y para todos. Todo lo demás son adornos inútiles e instrumentos de manipulación. Debemos impulsar un amor y una justicia que no estén administrados por nadie que se diga representante de Dios. Todos somos representantes de Dios.

¿Se van a perder entonces todos los valores? Falso. Conozco a gente que no practica ninguna religión y son excelentes personas, y conozco cristianos con todas las de la ley muy fanáticos y muy injustos, con los que no quisiera encontrarme ni en el reino de los cielos.




Los Hijos de la Nueva Era
Por Salvador Freixedo

(Enlace para descarga del libro: Los Hijos de la Nueva Era, por Salvador Freixedo)
https://docs.google.com/document/d/19iDX6e6VieUXdsfyNY6_2WE3gSP543We9k4jFbeqqYk/edit?hl=es

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