LUZBY BERNAL

martes, 31 de marzo de 2015

Publicado 26/03/2015 09:51
OPINIÓN
Barack Obama reacciona por los últimos acontecimientos
Las idas y vueltas de Netanyahu enojan a la Casa Blanca 
Bernardo Ptasevich

 
Si alguien pensaba que los desplantes de Bibi Netanyahu al Presidente de EEUU eran inocuos y no iban a tener consecuencias o respuestas, sabe ahora que estaba equivocado. Esto recién empieza, los tiempos de la política suelen ser pacientes y esperan el momento preciso para golpear. Barack Obama quedó en shock y se siente traicionado. Si llegó al cargo que tiene es porque no se va a comer semejante sapo (situación) sin reaccionar. Más allá de que a su propio país no le convenga en algún sentido va a hacer todo lo posible por hacer pagar caro a Bibi su desprecio. Pensó que las elecciones israelíes le darían la revancha pero los resultados fueron diferentes. Ahora está buscando otros canales para confirmar y demostrar a sus propios ciudadanos, a sus seguidores y a sus oponentes que su poder está intacto. Esto traerá grandes luchas internas alguna de las cuales tendrá como cuadrilátero el propio Congreso de los Estados Unidos.
Discusiones y el último desplante 
No es esta la primera vez que discuten. Ni siquiera vamos a entrar en el análisis de quién tuvo razón en cada ocasión, porque como es lógico cada uno defenderá su posición. B. Obama no ha demostrado demasiado interés por nuestra causa y tiene un discurso para cada platea. A todos les dice lo que quieren escuchar. Pero la gota que desbordó el vaso fue el discurso de Netanyahu en el Congreso de los EE.UU. rompiendo todas las reglas del protocolo y olvidando la necesaria diplomacia que es imprescindible en las relaciones internacionales. Una cachetada en la cara, una trompada al mentón que Obama no va a dejar impune. No hubo nock out, pero hubo conteo hasta nueve por la caída. El momento pasó y ahora sentiremos la reacción y el contraataque. Lástima que sus consecuencias ya no serán personales sino que las sufrirán Israel y todos los habitantes del país. Los que creen que EEUU no es importante ni imprescindible para el futuro de Israel no entienden cual es la situación. Hasta ahora el derecho a veto del que goza en la ONU ha sido utilizado a nuestro favor sin preguntas y sin dudar. No podemos afirmar que las cosas seguirán de esa forma.
Declaraciones de Netanyahu respecto a los palestinos
Mahmoud Abbás está al acecho y no quiere negociar. Aunque diga que quiere, no es cierto y lo demostró cada vez que hubo un adelanto en las conversaciones. Está seguro que sacará mejor rédito acudiendo a los organismos internacionales en busca de apoyo para la creación de un Estado Palestino. Esas gestiones lo hacen ver frente al mundo como alguien que prefiere la diplomacia antes que la guerra, pero es un espejismo que él mismo genera por conveniencia propia. Trata de mantener la porción de poder que le queda y que es amenazada en forma permanente por los fundamentalistas del Hamás. Esta embestida de Obama contra Netanyahu se traducirá en una embestida de los EEUU contra Israel, dará impulso a los reclamos palestinos y Abbás tratará de sacar ventaja de ello. El Primer Ministro israelí podría ahora decir lo que quiera pero sus afirmaciones de que bajo su nuevo mandato “no habrá Estado Palestino” recorrieron el mundo. Por más que ahora diga que está comprometido con la solución de dos estados, nadie le cree. Es absolutamente razonable que no le crean cuando una de las características de su campaña política fue mentir a sabiendas con tal de conseguir los votos necesarios que
lo lleven de nuevo al gobierno. Una persona puede cambiar de opinión de acuerdo a las circunstancias internacionales, a los hechos que modifican el tablero en el que se manejan estas cosas, pero esto no fue lo que sucedió. Antes, “solución de dos estados”, durante la campaña electoral, “no habrá estado palestino”, y ahora otra vez, “solución de dos estados”. ¿Cuál es la verdad que hay en su cabeza, qué es cierto y qué es mentira? El hombre es esclavo de sus palabras y dueño de su silencio. Netanyahu debería saber que "todo lo que diga será usado en su contra". El vocabulario de la Casa Blanca ha cambiado, ya habla de los territorios ocupados dando por sentado que es la situación que se toma como punto de partida para cualquier negociación.
El acuerdo con Irán como eje de la disputa
El acuerdo con Irán programado por el gobierno de EEUU y sus socios, debería ser un tema de Estado, tanto para ellos como para Israel. Sin embargo las rencillas personales están jugando un papel importante en las negociaciones y las decisiones serán tomadas sin aviso ni consultas al gobierno israelí. Estamos en un punto en el cual la opinión de Netanyahu no será tomada en cuenta. A pesar de que Barack Obama declaró al diario en línea The Huffington Post que la victoria de Biniamín Netanyahu en las elecciones de Israel no tendrán un impacto significativo sobre las negociaciones en torno al programa nuclear iraní, está claro que el Presidente de EE.UU. no siente la necesidad de participar a los israelíes de la marcha del proceso hasta que este culmine. Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania siguen negociando para sellar un acuerdo sobre el programa nuclear de Teherán y no quieren interferencias.
Obama manifestó que "su país no permitirá que el gobierno de Irán consiga armas nucleares", pero ese objetivo obedece a los intereses propios. Dijo también que "muchos israelíes desconfían de Irán ya que este ha manifestado posturas infames, antisemitas y vociferó sobre la destrucción de Israel" (está equivocado, todos los israelíes desconfiamos de Irán). Señaló también que para llegar a un acuerdo Irán deberá demostrar que no está desarrollando el arma nuclear y que lo podamos verificar. Esto no ha pasado aún pero Obama cree que hay adelantos en las tratativas y necesita mostrar logros ya que últimamente todas sus apuestas políticas se complicaron.
Dirigentes del gobierno norteamericano dejaron entrever que Israel espía las negociaciones y que intercepta mensajes o llamados para estar al tanto de lo que sucede.
No hay mal que dure cien años
Barack Obama y Bibi Netanyahu deberán comprender que están representando a dos países amigos y aliados, que no pueden anteponer sus peleas o discusiones casi personales y mucho menos sus intereses políticos. Tendrán entonces que buscar la forma de tolerarse, ya no pensemos en que sean grandes amigos ni que funcionen en la misma sintonía. Los ciudadanos de ambos países ven este juego de caprichos perjudicando sus intereses. Si esto continúa, ambos tendrán muchos inconvenientes a la hora de sumar apoyo para sus proyectos y a la larga en los próximos pasos de sus carreras políticas. Confiemos en que va a primar la cordura, el interés común, la inteligencia y que este asunto tomara el cauce normal. Hace falta curar las heridas pero los heridos tienen que permitir que eso suceda.

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