LUZBY BERNAL

sábado, 30 de julio de 2011

La historia de una patrullera que se infiltra...

La historia de una patrullera que se infiltra como una colegiala

Patrullera

Greins desea seguir creciendo en la Policía. Su familia la apoya ciento por ciento.
Foto: Néstor Gómez / EL TIEMPO
 
 

Greins, la patrullera más joven del país, se infiltra en barras de fútbol y colegios de Kennedy.

Vestida de colegiala o disfrazada de hincha de Millonarios o Santa Fe la patrullera Greins pasa inadvertida.

Su aspecto de adolescente -cumplió 18 años el pasado 13 de febrero- es su tiquete para infiltrarse en instituciones educativas de la localidad de Kennedy, como una estrategia para detectar la posible venta y consumo de estupefacientes.

Tampoco tiene problema en vestir la camiseta de un equipo de fútbol, con la misión de obtener información que permita evitar eventuales riñas entre las aficiones.

Sin embargo, lo que sus ex compañeros de pupitre y de barra no saben es que ella es la patrullera de la Policía más joven del país.

Del colegio a la Policía
Luego de graduarse en un colegio de la localidad de Bosa, Greins empezó a estudiar enfermería. "Hice tres semestres, pero después me di cuenta de que quería ayudar a la gente, pero de otra forma: desde las calles", dice la suboficial de ojos claros y rasgos delicados.

Motivada por el trabajo de su padre -un agente retirado de la Policía- y sus dos hermanos mayores, un subintendente y un patrullero, Greins decidió ingresar a la Escuela Provincial Sumapaz para convertirse en policía. "Entré cuando tenía 17 años. Después de cumplir los 18 me asignaron a la estación de Kennedy", recuerda.

Desde entonces, trabaja en uno de los cuadrantes del CAI Techo y vigila las calles a bordo de una motocicleta de 200 centímetros cúbicos que, por su tamaño, parece indomable, pero que ella maneja con audacia.

"Es la consentida de la estación. Su apariencia es de una mujer frágil, pero asume su trabajo con el rigor que deben tener los policías", dice el coronel José Baquero, comandante de la Policía local.

Como una anécdota, la patrullera recuerda que hace poco un estudiante se enamoró de ella, pero que al sentirse rechazado se encargó de hacerle varios desplantes delante de los demás estudiantes. Ella sonríe y dice que "son simples gajes del oficio".
CARLOS GUEVARA
REDACTOR DE EL TIEMPO

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