LUZBY BERNAL

lunes, 13 de septiembre de 2010

LA DEPENDENCIA AFECTIVA




“Que dos amantes se amen, pero no conviertan su amor en una atadura. Màs bien permitan que sea un mar que se mueve entre las playas opuestas de sus almas. Que colmen mutuamente sus copas, pero no beban de una sola copa; que compartan el pan, pero no coman del mismo pedazo. Que canten y dancen juntos y juntos sean felices, pero prmitiendo que cada uno de ellos sea solo”. K. Gibran


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En la dependencia afectiva, el amor hacia el otro presenta varias caracterìsticas en comùn con las dependencias en general, aunque hay una diferencia fundamental: la dependencia se desarrolla hacia una persona y esto hace que sea màs difìcil reconocerla y combatirla.

Es normal que en una relaciòn, en particular durante la fase del enamoramiento, se sienta una especie de dependencia, el deseo de “fundirse” con el otro; pero este deseo, a medida que la relaciòn se estabiliza, tiende a disminuìr. En la dependencia afectiva, en cambio, el deseo de fusiòn permanece inalterado con el pasar del tiempo y es màs, tiende a aumentar.

El dependiente se dedica completamente al otro, buscando exclusivamente su bienestar, sin considerar el propio, como en cambio deberìa suceder en una relaciòn “sana”. Los dependientes afectivos, ven en el amor la resoluciòn de sus problemas, que con frecuancia tienen origen profundo, como los “vacìos afectivos” de la infancia. La pareja asume el rol de un salvador, se convierte en el objeto de la existencia; su ausencia, aùn temporal, dà la sensaciòn al sujeto de no existir (Du Pont, 1998). Quien sufre de dependencia afectiva no logra vivir y disfrutar el amor en toda su dimensiòn de profundidad e intimidad. A causa del miedo al abandono, a la separaciòn, a la soledad, se tiende a negar los propios deseos y necesidades.; se usa una “màscara” para repetir antiguos libretos del pasado, los mismos que han obstaculizado el propio crecimiento personal.

Justo por estos motivos, casi siempre este tipo de personalidad dependiente escoje parejas “problemàticas” que sufren, a su vez, de otros tipos de dependencia (drogas, alcohol, juego, etc.). Esto siempre con el fin de negar las propias necesidades, porque es el otro quien necesita ayuda. Pero esta es una ayuda “enferma” que se convierte en “co-dependencia”; es màs, refuerza la dependencia del otro, para que asì pueda ser siempre “nuestro” (obviamente, todos estos son mecanismos inconcientes). En estos casos la persona no es absolutamentente capaz de salir de una relaciòn que, ella misma admite, es sin esperanza, insatisfactoria, humillante y a menudo autodestructiva. Ademàs, desarrolla una verdadera sintomatologìa como ansia generalizada, depresiòn, insomnia, falta de apetito, melancolìa, ideas obsesivas. Casi siempre hay incompatibilidad del alma, falta de respeto, proyectos de vida diferentes si no opuestos, necesidades y deseos que no se pueden compartir, ademàs de pocos momentos de uniòn profunda y de satisfacciòn recìproca. (Ver tambièn artìculo sobre la CODEPENDENCIA )

Quien sufre de este tipo de dependencia se identifica con la persona amada. La caracterìstica en comùn de los dependientes de amor es el miedo a cambiar. Llenos de miedo hacia cualquier tipo de cambio, impiden el desarrollo de las capacidades individuales y sofocan todos sus deseos e intereses. Los dependientes afectivos estàn obsesionados por deseos irrealizables y aspectativas irreales. Consideran que estando siempre ocupados con el otro, la relaciòn se puede volver estable y duradera. En cambio, las situaciones de desilusiòn y resentimiento que se pueden ferificar , los precipita hacia el miedo de que la relaciòn no pueda ser estable y duradera y asì el cìrculo vicioso recomienza, a veces “amplificado”. No nos damos cuenta que el amor tiene necesidad de honestidad e integridad personal, porque el amor es un crecimiento mutuo, un dar y recibir recìproco entre personas que se aman. Los afectos que implican miedo y dependencia, tìpicos de la dependencia afectiva, estàn destinados, por el contrario, a destruìr el amor. Quien sufre de esta dependencia vive tan atento de no herir al otro, que no se dà cuenta que en este modo acaba hirièndose a sì mismo.

Con frecuencia, aunque no siempre ni necesariamente, la persona amada es inalcanzable para aquel que depende de ella. Es màs, en estos casos se puede afirmar que la dependencia se basa sobre el rechazo y aùn, si èste no se verifica, el supuesto amor no durarìa. En efecto, la dependencia se alimenta del rechazo, de la negaciòn de sì mismo, del dolor implìcito causado por las dificultades y crece en modo proporcional a cuànto èstas sean irresolvibles. Cabe citar a propòsito las consideraciones de la psiquiatra Marta Selvini Palazzoli, quien considera que aquello que encadena a la dependencia afectiva es la injustificada, absurda, desconsiderada presunciòn de poder resolver la situaciòn. La presunciòn de lograr, tarde o temprano, hacerse amar de quien no quiere amarnos, o nos ama en un modo que no es el que pretendemos.

La dependencia afectiva se presenta sobre todo (pero no exclusivamente) en el sexo femenino y en todas la edades. Son mujeres fràgiles que, buscando continuamente un amor que las gratifique, se sienten inadecuadas. Son mujeres con dificultad a ser concientes de sì mismas y de su derecho al bienestar, que no han aprendido aùn a amarse y no a amar demasiado, que amar significa poder estar en una relaciòn sin depender y sin limosnear atenciòn y continuos pedidos de afirmaciòn. En las relaicones afectivas, estas personas limosnean atenciones y afirmaciones continuas porque èsto las ayuda a sentirse seguras y fuertes, contrastando asì la impotencia, el malestar, el vacìo afectivo que perciben a nivel personal.

Actualmente, la dependencia afectiva no està clasificada como una patologìa en los diversos sistemas de diagnòstico psiquiàtrico, como el DSM IV, pero se està tratando de incluìrla entre los varios trastornos contemplados en ellos, aunque investigaciones al respecto como la de Giddens, la consideran un trastorno autònomo. Segùn este ùltimo, la dependencia presenta algunas caracterìsticas especìficas: -La “ebriedad” (el sujeto dependiente, en efecto, siente una especie de ebriedad en la relaciòn con la pareja, quien es indispensable para sentirse bien). -La “dosis” (el sujeto, en efecto, busca “dosis” siempre mayores de presencia y de tiempo que pasa con la pareja. Su ausencia lo arroja en un estado de prostraciòn (similar a la abstinencia de droga). El sujeto existe sòlo cuando està la pareja y no basta el pensamiento para tranquilizarlo, siente la necesidad de manifestaciones concretas y continuas. No es raro que el aumento de estas “dosis” excluya la pareja del resto del mundo. Si la dependencia es recìproca, la pareja se “alimenta” de sì misma. El otro es visto como una evasiòn, como la ùnica forma de gratificaciòn en la vida. Las actividades normales cotidianas vienen descuidadas regularmente. La ùnica cosa importante es el tiempo transcorso con el otro porque es la prueba de la propia existencia, sin èl no se existe, es inimaginable pensar la vida sin el otro.todo esto revela un bajo nivel de autoestima, seguido de sentimientos de verguenza y remordimiento. En algunos momentos de “lucidez”, se logra ver la realidad de la relaciòn, se intuye que la dependencia es nociva y que es necesario acabarla. Pero regresa la sensaciòn de vacìo, de ansia, de ser dependiente y esto refuerza el bajo nivel de autoestima personal, impulsando aùn màs hacia el otro que acoje y perdona, a veces felìz de poseer. Asì, cada intento por salvarse de la propia dependencia falla.

A estas caracterìsticas comunes a todas la dependencias, elaboradas por Giddens, yo agreagarìa otra: el MIEDO. Miedo obsesivo y fòbico de perder la persona amada, que se alimenta y crece enormemente con cada senal negativa que se percibe. A veces basta encontrarse inesperadamente solo o no recibir una llamada para sentir miedo de un abandono definitivo.

Ademàs, en el sujeto que sufre de este tipo de dependencia es posible encontrar una especie de ambivalencia afectiva que se puede resumir en la màxima del poeta latino Oviedo: “No puedo estar contigo ni sin tì”. “No puedo estar contigo” por el dolor que se siente con las humillaciones, maltratos, traiciones y todo lo que se soporta. “No puedo estar sin tì” porque es indescribible el miedo y la angustia que se sienten sòlo pensando que se pueda perder la persona amada.

En resumen, son sìntomas de la dependencia afectiva:

Miedo de perder el amor
Miedo del abandono, de la separaciòn
Miedo de la soledad y de la distancia
Miedo de mostrarse tal y como se es
Profundo sentimiento de culpa y/o rencor y rabia
Sensaciòn de inferioridad de frente a la pareja
Implicaciòn total y vida social limitada
Celos y posesiòn
Quisiera concluìr con una consideraciòn personal:

Un amor autèntico nace del encuentro entre dos unidades y no entre dos mitades.

“Cuando justificamos sus malhumores, su mal caràcter, su indiferencia, o los consideramos consecuencias de una infancia infeliz y tratamos de convertirnos en su terapèuta, estamos amando demasiado.

Cuando no nos gustan su caràcter, su modo de pensar ni su comportameinto, pero nos adaptamos pensando que si seremos bastante atractivas y afectuosas èl querrà cambair por nuestro amor, estamos amando demasiado.

Cuando la relaciòn con èl mete a riesgo nuestro bienestar emotivo y aùn, nuestra salud y nuestra seguridad, estamos sin duda amando demasiado”. (Robin Norwood)

A propòsito de estas citaciones de Norwood, veamos la siguiente metàfora: Quien sufre de este tipo de dependencia tiene la esperanza, como en la historia de La Bella y la Bestia , de que un dìa la bestia se transformarà en un bellìsimo prìncipe gracias a nosotros. Pero a diferencia del final feliz de la historia, en la realidad de la dependencia afectiva se corre el riesgo de que despuès de mil intentos por salvar al otro (“la bestia”) sin èxito, terminemos volvièndonos como èl; perdiendo asì la ocasiòn de abrazar algùn otro prìncipe que nos està esperando en alguna parte. Perdònenme la “crudeza” de la metàfora, pero es necesario ser concientes de èsto.

Dr. Roberto Cavaliere

Cusi Huasi
 

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