LUZBY BERNAL

lunes, 13 de septiembre de 2010

LOS MANDÁN Y LOS HIDATSA

Se adaptaron al territorio del curso superior del Mississippi en Dakota del Norte, y aprendieron a explotado; era una región de fértiles valles fluviales y praderas abiertas, con veranos cálidos e inviernos crudos. Construyeron aldeas permanentes de barro apisonado en las altas riberas del río y cultivaban las tierras bajas. La mitad de su sustento procedía de las cosechas, como, por ejemplo, el maíz; y la otra mitad, de la caza del búfalo, vital en verano. Para afrontar el frío invernal, levantaron sus casas a lo largo del río, donde había leña abundante para el fuego. Los mandán y los hidatsa fueron los agricultores típicos de las tribus de las praderas, igual que los dakota lo fueron de las tribus de las altas llanuras. Fueron bravos luchadores, cosa muy necesaria para defenderse de las cuadrillas de merodeadores dakota.


El cultivo de las tierras era tarea de las mujeres, pero los hombres ayudaban a desbrozar los campos o a recoger las cosechas. Una mujer de las Llanuras, junto con su parentela femenina, podía cultivar algo más de una hectárea al año, cosechando maíz, alubias, calabazas, girasol y melones. La siembra se hacía en primavera, y la recolección, en septiembre, cuando se doblaban las hojas de las mazorcas del maíz para trenzarlas en ristras que se colgaban para secar (derecha); parte de la cosecha se guardaba en silos cavados en el suelo de la vivienda.

Maqueta de una barca de piel de búfalo

Asentados junto a los ríos de la, llanuras, los mandán utilizaban estas barcas circulares hechas de una piel de búfalo tensada alrededor de un bastidor de sauce; eran muy ligeras, pero suficientemente fuertes para llevar cargas pesadas. Apropiadas para aguas poco profundas, solía manejarlas una sola persona que, para avanzar, se arrodillaba y hundía el remo en vertical. A fin de evitar que la barca girase, se dejaba, sujeto a una madera, el rabo del búfalo, que hacía de estabilizador.



En 1833, un príncipe alemán, Maximilian von Wied-Neuwied, recorrió el Oeste americano estudiando las tribus. Pan conservar testimonio gráfico de su, hallazgos, el príncipe se hizo acompañar en su recorrido por el pintor suizo Karl Bodmer (1809-1893). Remontaron el río Mi suri y llegaron hasta las tribus mandán e hidatsa. En este apunte de Bodmer (arriba), vemos el interior de una vivienda mandán en la que aparecen guerreros con las armas al alcance de la mano, junto con perros, gatos y caballos, a la media luz del hueco de la chimenea



1 - La entrada era un pasillo techado, cerrado por dentro con una piel
2 - Tejado de cabrios de madera, cubierto con varillas de mimbre, cepellones de hierba y una capa de barro
3 - El hueco de la chimenea cubierto por un bastidor de barca circular, dejaba pasar la luz
4 - El Pabellón, hecho de la mitad de la cubierta de un tipi, procuraba cierta intimidad en la parte dedicada al descanso
5 - El templete sagrado se hallaba al fondo de la vivienda, en el lado opuesto a la entrada
Las chozas de barro apisonado eran de forma abovedada, de más de 15 m de ancho; construidas sobre todo por mujeres, servían de hogar a sus copiosas familias, además de sus pertenencias, y los perros, gatos y caballos. Se consideraba que un hogar era un sitio sagrado, y por ello su construcción se acompañaba de diversas ceremonias. Todas las actividades sociales tenían lugar en tomo a una hoguera central



Retrato de Cuatro Osos, el último gran jefe mandán, por Karl Bodmer


El príncipe Maximilian creía que los mandán eran descendientes del príncipe galés Madoc, que al parecer viajó a América en 1770, leyenda que hace tiempo se demostró que era falsa. El invierno de 1833¬1834, tan frío que se le helaron las pinturas, Karl Bodmer realizó varios retratos, como éste del jefe mandán Mato-Hope (Cuatro Osos). Mato-Hope ya debía de estar acostumbrado a posar, pues el año anterior le pintó el artista George Catlin (1796-1872).



La historia de los hidatsa fue relatada brillantemente por Buffalo Bird Woman (1839?-1920) y su hijo Edward Goodbird (1869-1938), que fueron fotografiados con Hijo de una Estrella (derecha) en 1906. Gran parte de su relato fue narrado a un antropólogo (persona que estudia las culturas) que colaboraba con el Museo Americano de Historia Natural. Aparte del valiosísimo conocimiento de la vida y costumbres de su tribu, contaron detalladamente su traslado a una reserva federal (1885-1888) Y los problemas que eso acarreó.



El pemmican era un alimento del que en las Llanuras se echaba mano cuando no había nada fresco. Se hacía mezclando tasajo (carne seca) de búfalo, tuétano hervido y chokecherries (bayas de un arbusto de por allí). Para moler el tasajo y cascar los huesos para sacar el tuétano, se le aporreaba con una gran maza de piedra forrada de cuero. El pemmican era muy nutritivo, y podía conservarse durante años.



Para desyerbar los maizales, los hidatsa preferían las horquillas hechas de puntas de cornamenta de venado (como los dientes de un tenedor). Esto se debía en parte a que creían que las horquillas de madera producían los cocos (gusanos que dañaban la cosecha). Los relatos tribales también hablan de ciervos que desyerbaban el huerto de su antepasada, la Eterna Abuela, y que por ello hicieron la~ primeras horquillas con su cornamenta.

Cusi Huasi

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