El Karma.
Todas las leyes universales (la de la
Abundancia, la de la Correspondencia, la de la Atracción, la del Ritmo,
etc.) tienen su debido cumplimiento en cualquier acción y proceso que
llegue a producirse o a no producirse en el Universo o, lo que es lo
mismo, todas se dan al unísono en absoluta compatibilidad en cada
momento. Una de estas leyes es la que se ha comentado antes, la Ley
Universal de Causa y Efecto, o también conocida como Ley del Karma. Esta
ley suele asociarse, de manera equivocada, a una reacción de castigo
por errores o atropellos perpetrados en el pasado.
Nada más lejos de la verdad.
Toda
ley universal cuenta con un origen divino, pues constituyen las
directrices con las que Dios creó y rige su Creación. Por tanto, todas
ellas son amor y están basadas en el amor, incluido la misma Ley del
Karma, que, por otro parte, no tiene otro propósito que el de brindar a
todos los seres universales la oportunidad de experimentar, de nuevo,
aquellas vivencias que no fueron capaces de armonizar en algunos de sus
pasajes de existencia, con la consecuente aportación de energías
distorsionadas que conllevan estas experiencias y que, a su vez, debían
ser compensadas con las energías del amor, el perdón y la compasión,
ateniéndonos a la premisa de que todo en el Universo tiende siempre al
estado mayor equilibrio, llegándose, así, por parte de las almas a un
estado de entendimiento mucho más completo y global del amor, vivido
desde varios de los enfoques posibles, que en todo período de evolución
se pretende.
Más allá de intentar averiguar si alguna cuestión
propia responde a algún designio kármico, conviene repetir que la Ley de
Causa y Efecto se manifiesta, al igual que el resto de leyes
universales, en cada proceso por insignificante que parezca, como si de
un nivel compensatorio se tratase en cada instante, y el hecho en sí de
procurar esclarecer si algún acto o escenario obedece a tal o cual ley o
motivo no deja de formar parte, sobre todo, de una actitud enredada en
catalogar y etiquetar la realidad, propia de una mente medrosa y ávida
de certezas y certidumbre más que de un estado de entendimiento que
trasciende cualquier drama humano y que entiende que en la Luz y en el
Amor no existe el juicio de la mente terrestre sobre lo que es bueno o
malo, por terrorífico que algo pueda resultar. En las dimensiones más
sutiles no existe el juico. Es así como se concibe todo como parte del
proceso de aprendizaje de cada ser en el Universo, que, a su vez, es
sagrado y divino.
Aquellos puntos de inflexión en una trayectoria
experimental llamados errores, fracasos o fallos no son más que el
resultado del compendio de situaciones que son atraídas por cada ser
humano debido a sus propios aspectos desajustados y no cualificados que,
de esta forma, pueden ser identificados conscientemente para que, en el
tiempo oportuno, se puedan tomar ciertas decisiones y acciones
correctoras que supongan un avance evolutivo en este sentido. Son meras
experiencias relativas al aprendizaje, sin que, por nuestras exigencias
resistentes o expectativas, tengamos que cargar contra ellas.
En
base a todo ello, son, en cambio, el amor y la compasión las energías
que hacen posible la regeneración, sanación e integración de aquellos
aspectos que salen a relucir en la realidad física, por muy cruentos y
dolorosos que se sientan, procurando, así, revisión y resolución. Son
estas energías las que facilitan la visión de la absoluta belleza que
ostenta nuestro propio camino evolutivo en sí mismo, sin dramatizar en
ninguna de sus etapas, sino más bien valorando el impulso que todas
ellas, sean cuales fueren, pudieron aportarnos en cada momento.
Téngase
en consideración que la compasión dista un abismo de lo que, a veces,
se intenta identificar como lástima, energía de victimismo por uno mismo
o por otros que responde a la idea de ser menos o no merecedores de
algo, cuando ya es sabido que la causa de todo cuanto acontece está en
el propio individuo y, además, todo responde a un proceso sagrado de
evolución basado y permitido en el amor.
La compasión es, así, el
estado del ser que se sustenta en la energía de la profunda compresión
de que todo se da según este proceso divino y sagrado existente en toda
la Creación.
Cap. III
Extracto de: 2012 El cambio del Amor.
http://2012-elcambiodelamor.blogspot.com
MENSAJES CANALIZADOS http://mensajes-canalizados.blogspot.com
MENSAJES POR RAFAEL http://rafael-mensajes-canalizados.blogspot.com
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