LUZBY BERNAL

jueves, 3 de noviembre de 2011

PARASHA SEMANAL Lej Lejá 5771


Lej Lejá(Génesis 12-17)

Lej Lejá 5771

La parashá Lej Lejá (literalmente “Ve hacia ti”), marca la aparición histórica de nuestro patriarca Abraham, que fue el primer hombre que creyó en Dios y así, cambió la historia de la humanidad para siempre. Abraham es el máximo representante de Dios en la tierra. Dios le ordena dejar atrás su lugar donde nació, la casa de sus padres y todo su pasado para ir a la tierra que Él le mostrará.
Continúa la parashá diciéndonos, que Abraham fue con Lot al salir de Ur-Kasdim, (Bereshit 12:4), y después dice que Abraham tomó a Sarai y a Lot hijo de su hermano (Bereshit 12:5). Rav Iehudá Dvir Shlita, basado en el Rambán pregunta así: “Primero dice que Lot fue con él y la segunda vez dice que Abraham tomó a Lot, entonces, ¿fue con él o fue llevado?”.
La respuesta nos enseña un musar muy grande: Por un lado Lot pensó, “mi tío Abraham es el Gadol Hador, me ha enseñado tantas cosas buenas, ¿cómo puedo agradecerle? Solamente dejando todo, honrándolo y acompañándolo a su destino”. Por el otro lado Abraham Avinu pensó así: “Mi sobrino Lot acaba de quedar huérfano, perdió a su padre tratando de hacer Kidush Hashem ¿cómo puedo dejarlo solo en un lugar de idólatras? Tengo que tener Hakarat Hatov con mi difunto hermano”, dijo Abraham “así que voy a llevar conmigo a Lot”.
Como vemos, los dos pensaron el uno en el otro. Cuenta el Midrash que había dos hermanos que trabajaban en el campo y regresaban con la cosecha diariamente, cada quien ponía su parte en su granero. El mayor era casado y el más joven soltero. El hermano mayor ya entrada la noche, se decía a sí mismo: “Mi hermano menor necesita más parnasá que yo, porque necesita formar una familia” y le pasaba a su granero gran parte de lo suyo, y por el otro lado el hermano menor se decía: “mi hermano mayor tiene más gastos” y pasaba gran parte de su cosecha al granero de su hermano.
A la mañana siguiente los dos se preguntaban qué había pasado, ya que los graneros estaban intactos. Una noche se cruzaron los dos cada quien tratando de favorecer a su hermano, entonces se abrazaron y lloraron juntos. Al ver esto Dios dijo así: “En este lugar voy a poner mi casa, y la nombró Jerusalem (Herencia completa)”.
Igualmente, en Bamidbar, Hashem le dice a Moshé Rabeinu: “Cobra Venganza por los hijos de Israel de los Midianitas” (Bamidbar 31:2) y vemos en el siguiente pasuk, que Moshé Rabeinu le dice al pueblo de Israel: “De entre ustedes armen hombres para hacer la venganza de Hashem contra Midián” (Bamidbar 31:3). Explican Jazal, que es el mismo principio. Hashem se preocupó por el honor del pueblo de Israel, y Moshé por el honor de nuestro creador. “No hay más grande que el hecho de preocuparse por los demás”.
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Se cuenta sobre Rav Shaj (1898-2001), de bendita memoria, que cuando era soltero (bajur) y durante la Primera guerra mundial, en una ocasión en pleno invierno cuando el frío calaba los huesos, pensó: “ya no puedo más, quizás tenga que dejar la Ieshivá”. Repentinamente apareció frente a él una mujer y le dijo así: “Jovencito, tome este abrigo y úselo, hace mucho frió y espero sirva para darle calor”. Cincuenta años después el Gran Rosh Ieshivá de Ponovitz regresaba caminando exhausto y pensaba: Gracias a esta Tzadeket me quedé en la Ieshivá y me transformé en Rosh Ieshivá. Sus alumnos le preguntaron: “¿Qué pasa, de donde viene?”. Y él les contesto “vengo de Givataim de la levayá de esa santa mujer que me dio un abrigo hace 50 años, y fui y regresé caminando”.
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En una ocasión Rav Akiva Eiger (1761-1837) y el Netibot, Rav Yaacob Loverman (1759-1831), viajaron a una ciudad en Europa para hablar de Torá. Se acostumbraba en esa época que ya cerca de la ciudad, la gente quitaba los caballos de los carruajes y jalaban a mano entre todos para honrar a los distinguidos rabinos. Cuál fue la sorpresa que al llegar a la ciudad abrieron el carruaje y se encontraba vacío. Entre los que jalaban se encontraban los dos tzadikim, uno se bajó por el honor de Rav Akiva Eiger y el otro por el honor del Netibot.
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Sucedió durante la Segunda Guerra Mundial en el campo de concentración de Aushwitz, que una mujer sola se ocupaba todos los días, por la noche, de conseguir quien enterrara a los que habían muerto durante ese día, pues ella decía que era una deshonra dejar a los muertos tirados. Esta mujer sobrevivió la guerra y en el año 2004 en la ciudad de Bnei-Brak, esta gran mujer, ya anciana, la cual nunca tuvo familia, en pleno día cayó y murió en la calle. Como ella vivía en Ramat-Gan y nadie la conocía, hubiera parecido que su muerte pasaría casi desapercibida. Mas sin embargo, se escuchó una voz que decía: “Esta mujer se ocupó de enterrar a miles en el campo de concentración y entre otros a mis padres”, era la voz de otra sobreviviente, que vivía en Bnei-Brak.
Anunció en todo Bnei-Brak que había un “Met-Mitzvá” (un muerto que no tiene quien lo entierre) y fueron a su levayá más de 3,000 personas.
La parashá nos enseña que en la grandeza del judaísmo hay que reconocer siempre a aquel que nos hizo hasta el más insignificante favor, y preocuparse por los demás como por nosotros mismos y con más razón agradecer al que nos da todo diariamente, que es Hashem. Si nos da una caja de regalos invaluables, como son 24 horas de vida cada día, lo menos que podemos hacer, es regresar unas cuantas horas a nuestro creador estudiando Torá. ¿Estamos de acuerdo?

NOTA :Estamos totalmete de acuerdo.
luzby 

Jueves, noviembre 3, 2011 3:37 A.M.
 

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