LUZBY BERNAL

jueves, 8 de diciembre de 2011

El fuego se propaga en ambos lados


 
 
Publicado 08/12/2011
Opinión
Irán, Siria y Hezbollah
El fuego se propaga en ambos lados

Autor: Jonathan Spyer





No sólo el “Eje de Resistencia” de Irán no pudo sacar provecho
de la Primavera Árabe, también se ha visto forzado a ponerse a
la defensiva.
Antes de los disturbios árabes de 2011, el Medio Oriente
estaba supeditado a una guerra fría, que enfrenta a Estados
Unidos y sus aliados regionales contra el autodenominado
“Eje de la Muqawama (Resistencia)”, es decir, los
movimientos y países liderados por Irán. Ambos bloques
aún existen. Ambos han sido debilitados, de diferente
manera, por la agitación en el mundo de habla árabe.
Al Eje de Resistencia de Irán le gustaba vanagloriarse como
el auténtico representante de las fuerzas locales musulmanes,
emplazado en contra de la corrupta y decadente alianza de
colaboradores locales alineados con EE.UU. e Israel. Sin
+embargo, en oposición a su argumento preferido, varios
elementos de este bloque se encuentran actualmente
sitiados y amenazados por las fuerzas desatadas por la
Primavera Árabe.
Esto no era lo que parecía al comienzo. Las dos primeras
víctimas de la agitación de 2011 fueron los líderes árabes
incondicionalmente
pro-occidental - Zine el-Abidine Ben Ali en Túnez, y Hosni
Mubarak, en Egipto. La dirigencia iraní anunció, en su
momento, el “Despertar Islámico” de toda la región.
El presidente sirio, Bashar al Asad, explicó en una
entrevista de gran influencia ofrecida al Wall Street
Journal, el 31 de enero, que Siria y sus aliados
permanecerían al margen de la agitación debido
a su identificación con los deseos más profundos
de los pueblos de la región, es decir, por su oposición a
Occidente y el apoyo a los palestinos.
El eje de resistencia estaba ansioso de que la situación
volviera a la normalidad para disfrutar de la misma
viendo al bloque rival hacerse pedazos. Pero no ha
resultado de esta manera.
El único país árabe miembro del Eje - el régimen de Asad
en Siria está en estos momentos luchando por su
supervivencia.
Lejos de permanecer inmune a los vientos de cambio, el
dictador sirio está combatiendo una creciente insurgencia
sunita. Siria es un factor vital de la estrategia regional de
Irán. Los iraníes esperan, que una vez que EE.UU. se haya
ido de Irak, construir una cadena ininterrumpida de países
que lo apoyan desde la frontera iraní hasta el Mediterráneo.
Para mantener viva esta ambición, necesitan que la
dictadura de Asad se mantenga en su lugar.
Consecuentemente, los iraníes están ocupados ayudando a
Asad en la represión. Oficiales de la Fuerza Quds de la
Guardia Revolucionaria y de las agencias de seguridad,
encargadas de hacer cumplir la ley iraní, han sido
identificados en Siria, ayudando a sofocar el levantamiento.
Equipos sofisticados de espionaje han sido proveídos.
Testigos presenciales han informado de la presencia de
francotiradores iraníes entre las fuerzas de represión.
Fuentes de la oposición siria afirman que milicianos chiíes del
movimiento de Muqtada Sadr en Irak aliado de Irán-, y el
grupo libanés Hezbollah, también, están tomando parte en la
represión.
Pero mientras que esta asistencia ha ayudado a mantener a
Asad en el poder; de la misma manera está haciendo que
Irán y sus aliados sean cada vez más odiados en todo el
mundo árabe sunita. Esto
es visible en el creciente aislamiento diplomático de Asad.
Desde el punto de vista iraní, la desaparición de la imagen de
la resistencia a los ojos de las masas árabes sunitas no es
menos importante. El Eje de la Resistencia aparece
actualmente resistiendo brutal y enérgicamente la voluntad
de un pueblo árabe.
Las consecuentes declaraciones públicas de Teherán alentando
la reforma e incluso tratando de contactar
a la oposición son transparentes ejercicios de relaciones públicas. Irán está con Asad hasta el final.
La consecuencia más importante de este proceso es hasta ahora el intento de Hamás de desvincularse del bloque liderado por la República Islámica.
Hamás es una sucursal de los Hermanos Musulmanes. Se ha encontrado en los últimos meses frente a un escenario en el que sus anfitriones y patrocinadores - Damasco e Teherán - consuman la sangrienta represión de una rebelión en Siria, dirigida al menos en parte por sus correligionarios Hermanos Musulmanes. Esta es una situación insostenible
para el grupo islamista palestino. Hamás fue siempre el suní
que estaba de sobra en una alianza encabezada por un Estado
chií y conformado mayoritariamente por fuerzas chiís. Ahora
quiere irse.
Por lo tanto, Hamás trata de alinearse. El nuevo patrocinador
natural sería un Egipto dominado por los Hermanos Musulmanes.
Esta es también su opción preferida, como lo demuestra
el proceso de reconciliación auspiciado por El Cairo y el
acuerdo mediado por
el país del Nilo para liberar a Gilad Shalit. Irán está
enfurecido pero no puede impedir este viraje.
La joya de la corona de Irán - el grupo libanés Hezbollah -
también está sintiendo el frío. Refugiados sirios están
encontrando el camino, en grandes números, a través
de la frontera con el Líbano. El gobierno respaldado por
Hezbollah sigue incondicionalmente apoyando al régimen
de Asad. Las Fuerzas Armadas del Líbano están muy
ocupadas deteniendo a los refugiados y opositores sirios.
En un notable incidente, la semana pasada, los residentes
locales de la ciudad de Arsal, en el valle de la Bekaa,
impidieron físicamente que el ejército libanés detenga
a fugitivos sirios. Varios vehículos militares fueron
quemados.
El Movimiento del Futuro de la oposición, liderado
por el ex primer ministro Hariri,
celebró un gran mitin en la ciudad sunita de Trípoli.
Fueron
exhibidas pancartas contra Hezbollah, Asad e Irán.
El control físico del Líbano por parte de Hezbollah no
está en
riesgo, siempre y cuando Asad se mantenga en su puesto.
Pero el movimiento está acumulando un resentimiento cada
vez más
grande por parte de los libaneses no chiíes, que bien podría
tener consecuencias si el dictador sirio cae.
Por lo que el Eje de Resistencia ha sido vapuleado por una
tormenta que sopla en toda la región. Al añadir a estos
ejemplos el fracaso de no haber podido hacer ningún
progreso real en el sostenimiento de la disidencia en
Bahréin, o en la agitación en el este de Arabia Saudita,
el resultado es un panorama un tanto sombrío.
Las misteriosas explosiones en las instalaciones de
seguridad y las curiosas muertes de los científicos en
las calles de Teherán no son
alentadoras tampoco.
Irán y sus aliados, que sufren los embates de una guerra
encubierta, no están teniendo éxito en transformar el
“Despertar Islámico” en una
ventaja. Los líderes de Irán y sus seguidores
regionales son
conscientes de ello y están
preocupados.
Uno de los portavoces más elocuentes del Eje de la
Resistencia,
Ibrahim al-Amin, editor del periódico pro-Hezbollah,
Al-Akhbar,
describe actualmente
al bloque encabezado por Irán como “focalizado en
resistir la guerra de
desgaste emprendida en su contra, se ha visto obligado a
atrincherarse y defenderse de las amenazas”.
Sin embargo,
prometió que Irán
se está preparando para asumir un “nuevo papel
regional”.
Amin concluyó con característica grandilocuencia que
“el fuego no puede ser detenido por los muros de acero
o las fuerzas multinacionales”. El Eje de Resistencia de
Irán encabezado por Irán está descubriendo hoy en día,
para su evidente consternación, que las llamas se
propagan en ambos lados.


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