LUZBY BERNAL

jueves, 10 de noviembre de 2011

PARASHA Vaierá(Génesis 18-22)

Vaierá(Génesis 18-22)

Vaierá

La parashá Vaierá nos estremece con la última prueba de Abraham Avinu. Dios le encomienda tomar a su único hijo, al que tanto ha amado, llevarlo a la tierra de Moría y sacrificarlo allí como korbán olá (todo para Hashem) en una de las montañas que posteriormente le será revelada.
Continúa el pasuk diciendo: "Vayashkem Abraham Baboker", se levantó Abraham antes de alba (Bereshit 32:2) y esto nos enseña un secreto muy grande.
Abraham Avinu se fue a dormir esa noche. ¿Cómo pudo dormir, sabiendo que a la mañana siguiente terminaría con la vida de su amado hijo y por ende, con el pueblo de Israel?
Cuando nos preocupa algo insignificante muchas veces no dormimos, y si es algo muy importante seguro no podemos conciliar el sueño, mas sin embargo vemos en nuestro patriarca Abraham, el grado de confianza inaudita que tenía en Hashem, que "sí se fue a dormir", sí logró conciliar el sueño.
Seguramente Abraham pensó:
1. Si no duermo bien puedo errar en el korbán y hasta hacerlo mal, o sin alegría.
2. Si no duermo, mi creador pude percibir una falta de confianza. Tengo que dormir y demostrar que confío en Dios, y que lo que Hashem hace "siempre es para bien".
En mi humilde opinión, la prueba más dura no fue la Akedá misma, ya que no nos cabe duda que Abraham Avinu sí traería a Itzjak como korbán. La verdadera prueba, era la calidad con la que iba a hacerlo, con Simjá
(Alegría), y para ello, tenía que dormir esa noche (que no era menos prueba que la Akedá misma). Durmiendo esa noche iba a demostrarle a Hashem y a todas las generaciones por venir, que a pesar de la tremenda encomienda, nuestro patriarca tenía absoluta confianza en Dios. Y Abraham lo logró, se fue a dormir sin dudas, sin miedo, con alegría y fe ciega en nuestro creador. Por eso dice el pasuk: "Vayashkem Abraham Baboker".
De todas las 10 pruebas, sólo en esta la Torá dice: “Y ahora sé que eres temeroso de Dios”, “Ata Yadati ki yeré Elokim Atá” (Bereshit 32:12).
Sobre este pasuk, dice el Midrash Tanjumá (Vaierá 22) que nuestro patriarca Abraham se dijo a sí mismo: “¿Cómo lo voy a hacer? ¿Qué haré si Sara se entera?, las mujeres sufren con cosas pequeñas, con más razón con cosas grandes. Si se entera, no podrá soportar tanto dolor”. Entonces le dijo: “Prepara comida y bebida para celebrar”. “¿Qué pasa?”, preguntó Sara. “Mira querida, somos ancianos y nos nació un hijo, vale la pena beber y alegrarse”. Después le preguntó Abraham a Sara “¿Tú sabes que a los tres años yo reconocí a mi creador? Nuestro joven hijo aún no lo ha hecho. Lo voy a llevar a un lugar lejano donde los educan para esto”. Ella respondió: “Ve con paz”. Inmediatamente dice: Vayashkem Abraham baboker. (Se levantó antes del alba).
* * *
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Rav de Bluyob al igual que muchos otros Iehudim, se encontraba prisionero en el campo de concentración de Birkenau. Ellos sabían que a menos que ocurriera un milagro, les tocaba morir al día siguiente.
De repente entró una mujer joven por la puerta y se dirigió al Rav. En sus brazos, envuelto en una sábana blanca, llevaba un bebé varón. En su mano, un cuchillo para el Brit-Milá, y ella le dijo al Rav: “Por favor, hoy es el día del Brit-Milá de mi hijo”. El Rav quedó perplejo y le preguntó: “¿Sabes lo que pasará mañana?”. Ella respondió “Sí. Por eso mismo quiero que por lo menos mi hijo se vaya de este mundo como judío”.
Finalmente, el Rav de Bluyob se salvó y formó un shul en Boro Park que hoy en día dirige su hijo, y él siempre decía sobre esta historia: “Ahora sabes Hashem, que tus hijos son temerosos de ti”. “Ata Yadati Ki yeré Elokim Atá".
* * *
Cuando el Rav Israel Abujatzira (1889-1984) de bendita memoria, viajaba en barco de Marruecos a Israel, un viernes por la noche justo antes de Kidush, el barco amenazó con irse a la deriva. Las olas crecieron y el capitán y la tripulación sacaron las lanchas para abandonar el barco. Pidieron a todos los pasajeros dirigirse a cubierta para el desembarco y abandono de la nave. El shamash del Rav fue por él, y cuál fue su sorpresa cuando él preguntó “¿Ya pusiste la mesa para hacer Kidush?”.
Sabía que el Rav no se movería del lugar sin Kidush y puso la mesa y escuchó la bendición, pensando que podría ser la última que escuchara en su vida. Al terminar, el Rav le dijo: “Toma lo que sobró de la copa de Kidush y sal a cubierta, arrójala al mar y regresa pronto”. Ata Yadati ki yeré Elokim Atá".
Cuando el vino de la copa cayó al furioso mar, éste se calmó por completo y el peligro terminó.
Esto nos puede servir para saber por qué en el día de nuestro juicio (Rosh Hashaná), leemos esta parte de la parashá (Akedat Itzjak) y esperamos salir de nuestro día atestiguándole a Hashem: “Ahora sabes que somos un pueblo temeroso de ti”.




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